Están entre nosotros. Muchas veces ni caemos en ellos; en su historia, en sus detalles, en aquellos elementos que han hecho de nuestra vida algo mejor; más cómoda, más limpia, más ordenada. A veces pienso que si volviéramos atrás en el tiempo, uno o dos siglos atrás, habiendo vivido la comodidad contemporánea, nos volveríamos locos con los objetos. Estamos inscritos a ellos, forman parte de nosotros. Son, de hecho, como una prótesis, una extensión nuestra. Y muchas veces, casi siempre, no le damos la importancia que merecen, o solo le damos un valor sesgado, de lujo o simplemente estético.
Y aunque se ha escrito mucho sobre los objetos en general, nos siguen faltando medios y publicaciones que reivindiquen a cada uno de ellos; que nos expliquen su evolución, pero también, lo que significan para nosotros. Con esta serie centrada en el diseño quiero poner en valor los objetos, pero sobre todo, el trabajo —siempre invisible— que hay detrás de ellos. Al final, son los que nos permiten hacer las cosas mejor, pero también, los que nos dan pequeñas porciones de alegría día tras día. Sin ir más lejos, este texto que estoy escribiendo, de no haberlo escrito sentado en una silla y en una mesa concreta y cómoda para mis necesidades, lo habría hecho con otra tónica, ya os lo digo.
Así que vayamos al lío y presentemos a uno de los objetos más antiguos y con más historia de nuestra cultura: el taburete*, que a lo largo de su historia ha sufrido varias evoluciones. Se puede decir que es el origen de las sillas. La incorporación de reposabrazos y del respaldo provocó el nacimiento de un nuevo mueble. La silla, los sillones e incluso los sofás pueden encontrar su origen en el taburete.
Se desconoce cuándo nació este mueble. Seguramente el primer taburete haya sido una piedra o trozo de tronco usado para sentarse, cuando el suelo irregular no lo permitía. Existen taburetes conservados de la época egipcia similares a la época actual. En aquellos tiempos el mueble se diseñaba con la misma simplicidad que se hace hoy en día.
Con el tiempo, el taburete encontró su esplendor en el s. XIV donde se usan para dar elegancia a las estancias y aparecen fundamentalmente en las sacristías de las iglesias. Ya en los siglos XVIII y XIX vuelve a cobrar protagonismo con asientos robustos y funcionales. En el siglo XX el diseño se adueña del taburete y lo convierte en una excusa para hablar del vanguardismo y la modernidad. El siglo XX supuso un punto de inflexión en el diseño, y dejó de ser un objeto decorativo o funcional a contar con un contenido y valor artístico añadido… Aunque no todos comulgarán con estas perspectivas.
He seleccionado a tres diseñadores y estudios que han aportado una visión diferente de este objeto icónico. Unos alejándose más de su funcionalidad primigenia y otros acercándose más, huyendo de las modas y todo aquello que deja que el objeto sea lo que en realidad es. Con esto no quiero subrayar que existe ninguna verdad concreta en la historia del diseño, solo múltiples verdades que conviven. Los objetos icónicos —como la literatura de Shakespeare o la filosofía de Platón— son atemporales, y unas veces se ajustarán más y otras menos a la realidad y circunstancia que les circunscriben.
Taburete Stool 60 de Alvar Aalto.
El taburete Stool 60 fue diseñado en el año 1933 por el arquitecto y diseñador finlandés Alvar Aalto. Se trata de un elemento icónico del diseño escandinavo que se ha vendido a un ritmo de un millón de piezas por década desde su creación. Por su carácter elemental es considerado uno de los símbolos del funcionalismo. La revolución industrial ayudó a crear tecnología que permitía trabajar con los objetos de otra manera y Aalto ayudó a desarrollar un procedimiento completamente innovador para curvar la madera y lo utilizó para realizar sus patas curvadas y articuladas en la parte superior de la pieza, formando secciones de 120º cada una. Gracias a este diseño, los taburetes se pueden apilar fácilmente, uno encima de otro, ahorrando mucho espacio. Para curvar los listones de madera, acudió a una técnica innovadora para la época consistente en el doblado del material por medio de calor y vapor. Un sistema que actualmente está muy extendido y que podemos ver en multitud de piezas de diseño contemporáneo.
Este diseño, por su funcionalidad, pertinencia e innovación, ha quedado inscrito en la historia del diseño, combinando magistralmente sus orígenes con la modernidad que le circunscribía. Y es verdad que taburetes hay miles, pero el de tres patas de madera curvada solo hay uno, y es el de Aalto.
Taburete Zampa de Jasper Morrison para la firma Mattiazzi
El diseñador británico Jasper Morrison, se centró desde sus inicios en eliminar todo aquel valor añadido que pudiera interferir con el objeto en cuestión, restándole aquello que lo convierte en lo que es, en este caso, un taburete. Pero no un taburete tal o cual, sino un taburete “normal”. Morrison defiende la normalidad en los objetos y no quiere destacar por ninguna parte. Entiende que los objetos están ahí para hacer la vida más cómoda y mejor, y no por ello tienen que ser otra cosa que difiera de lo demás. Hace un tiempo hizo una propuesta muy interesante, la colección Zampa, para la firma Mattiazzi, compuesta de sillas y taburetes elegantes y simples, fabricados con sólida madera de fresno europeo y en colores rojo, amarillo, azul, verde y también natural.
Las sillas se componen de patas juguetonamente inclinadas y respaldo curvo, mientras que en el caso de los taburetes, Morrison se ha inspirado en antiguos modelos rurales, diseñados para cumplir su función primordial de servir de asiento: No podrían ser más cotidianos, en el sentido práctico, y tienen un encanto irresistible, comenta el propio Jasper Morrison. Y añade, revelando la intención última de su creación: Tienen el asiento plano y bastante delgado, expresando su uso de la manera más directa posible. Es una pequeña protesta contra la moda y la falsedad de nuestra industria.
Esta perspectiva supone otro cambio de concepción, dentro del modelo del taburete, que nos llevará hasta nuestros días con el siguiente dúo de jóvenes diseñadores.
Taburete de la colección The Coiling de Raw Edges
Pertenecen a la nueva generación de crafty-designers, que no se dejan embelesar por el ordenador y necesitan construir y dar forma a sus ideas con sus propias manos. Moldean, cosen, pliegan, enrollan, curvan o cortan el material, según toque, desde su estudio en Londres, creando piezas de producción propia o prototipos que transforman la imperfección y la asimetría, en libertad y belleza.
Tienen claro que el buen diseño es la combinación justa de forma y función, y añaden un tercer ingrediente: “diversión”. Ya no hablamos de una necesidad de democratizar el objeto, con una producción en masa, ni buscar una novedad en el uso de los materiales, ni siquiera buscar la esencia del objeto en cuestión… No, de lo que se trata es, aprovechando los materiales e ideas actuales, hacer de ese objeto una experiencia única. Que sea algo más que un objeto funcional o estético, queremos que el objeto nos haga soñar también. Y eso es algo que ha sabido hacer muy bien Raw Edges.
El taburete de su colección de mobiliario The Coiling en fieltro enrollado y resina, de producción propia, nos habla desde otra perspectiva, de tú a tú. Ya no habla la industria, habla el artesano, y quiere que experimentes su idea del mundo, simplemente, sentándote en su taburete.
Estas tres perspectivas hablan de nosotros, de nuestros mundos, de los que hemos vivido y los que están por venir. Seguiremos investigando acerca de más objetos icónicos con ese afán de conocernos un poco más. Porque, a fin de cuentas, ¿no hablan los objetos más de nosotros que nosotros de ellos?
*Taburete proviene del francés. Se origina en tabouret, formado por analogía con tambour cuyo significado es tambor, palabra que en fráncico se pronunciaba “tabor”.
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