Enero de 1971, David Bowie acaba de cumplir 24 años y tiene una carrera que se remonta hasta 1964, cuando publicó su primer sencillo, “Liza Jane”, todavía bajo su verdadero nombre, Davie Jones. En esos siete años transcurridos, Bowie ha sido un cantante de R&B, mod, cantante de music-hall, ha coqueteado con la psicodelia, ha sido un trovador acústico hippie y un fiero cantante de hard rock, influido tanto por Cream como por la Velvet Underground. En todo ese tiempo su único coqueteo con la fama fue cuando “Space Oddity” se convirtió en un éxito a espaldas del alunizaje de Neil Armstrong. Pero fue en ese momento cuando comenzó a gestarse Hunky Dory y todo c-c-c-c-cambió.
El artista era un enigma para todos, incluido él mismo, pero fue ahí cuando se miró en el espejo y se dio cuenta de que era la suma de los múltiples reflejos que le devolvía la imagen. Como Walt Whitman, David Bowie contenía multitudes, era, como diría más adelante, Jacques Brel liderando a la Velvet, pero también Anthony Newley al frente de los Pink Floyd de Syd Barrett o Frank Sinatra recitando a Nietzsche. Bowie era sinónimo de cambio, un camaleón musical y teatral que estaba en permanente evolución.
Su amigo Marc Bolan estaba logrando un enorme éxito con su banda T. Rex y “Ride A White Swan”, Bowie se alegraba por él pero también sentía el picor de la competitividad. Hacía poco que había colocado un piano de cola en su casa de Haddon Hall y estaba empezando a componer con el nuevo instrumento en vez de con su acústica. Una noche se despertó con una melodía y una frase, gotta make way for the homo superior, al poco de ponerse al piano completó “Oh, You Pretty Things”, la primera canción de su siguiente disco, Hunky Dory, la obra en la que David Jones descubrió definitivamente a Bowie.
Un día después de compuesta y grabada en una demo, un amigo se la pasó al productor Mickey Most y este vio un potencial éxito en ella, algo que se confirmaría unos meses más tarde cuando la grabase Peter Noone, el ex cantante de Herman’s Hermit.
El artista era un enigma para todos, incluido él mismo, pero fue ahí cuando se miró en el espejo y se dio cuenta de que era la suma de los múltiples reflejos que le devolvía la imagen.
A pesar de su éxito en las listas, la versión era bastante peor de la que grabaría el propio Bowie, pero en su defensa hay que decir que el jovial cantante no dudó un segundo en reconocer el talento, mi opinión es que David Bowie es el mejor escritor de Gran Bretaña en este momento… sin duda el mejor desde Lennon y McCartney. Proféticas palabras.
Al día siguiente Bowie se embarcaba en su primer viaje a EEUU y este se iba a convertir en la mayor inspiración de su carrera. Fue allí donde descubrió la música de Iggy, un nombre que no olvidaría, y los Stooges también fue donde alguien le pasó una copia de un sencillo de The Legendary Stardust Cowboy, al poco estaba componiendo “Hang On To Yourself” y “Moonage Daydream”, Ziggy Stardust estaba naciendo al mismo tiempo que Hunky Dory.
También fue a conocer a varios de sus ídolos, aunque no siempre salió bien, el mismo día que llegó a Nueva York, el 27 de enero, decidió ir a ver a su grupo americano favorito, The Velvet Underground. Al término del concierto se acercó como un fan al cantante y estuvo hablando con él durante diez minutos sobre composición. Nada más terminar volvió con su guía y le comentó lo emocionado que estaba de haber conocido a Lou Reed. El guía le miró sorprendido, no lo has hecho, Lou Reed se marchó de la banda hace unos meses, has estado hablando con Doug Yule…
Al final, sí que conocería a Reed, al que incluso le dedicaría una canción, “Queen Bitch”, pero no sería al único estadounidense al que le dedicara una oda, hubo canciones para Andy Warhol y también para Bob Dylan. Cuando volvió de EEUU estaba en el pico creativo de su carrera y las canciones fluían de él como por arte de magia, en poco tiempo reunió tres docenas de canciones, con Hunky Dory al completo y una buena parte de Ziggy Stardust. No eran cualquier cosa, estamos hablando de enormidades como “Life On Mars?”, “Changes”, “Quicksand”, “Moonage Daydream”, “Lady Stardust”…
https://www.youtube.com/watch?v=gvkfg-6GsBo
Bowie estaba eufórico y ya pensaba en grabarlas, pero no tenía banda, así que decidió llamar al mejor músico con el que jamás había tocado, Mick Ronson, que le había acompañado en su anterior trabajo, The Man Who Sold The World. Ronson había vuelto a Hull y estaba tocando junto al batería Mick Woodmansey en The Rats, Bowie también le pidió que viniera con un bajista. Tras descartar a Rick Kemp, Ronson trajo a otro amigo, Trevor Bolder y los tres, Ronson, Woodmansey y Bolder, se quedaron en la casa de Bowie y su esposa Angie en Haddon Hall.
El 3 de junio ya estaban tocando juntos en el programa de John Peel en la BBC, entre las canciones que tocaron ya estaban “Queen Bitch”, “Song For Bob Dylan”, “Andy Warhol” o “Kooks”, la adorable preciosidad que acababa de escribir para su hijo recién nacido, Duncan Zowie Jones. Habían nacido las Arañas de Marte, aunque todavía no recibirían ese nombre. Cinco días después entraban en el estudio Trident de Londres para grabar Hunky Dory. Bowie ya tenía en mente el proyecto de Ziggy Stardust y había separado esas canciones, el nuevo disco estaría más enfocado a las piezas de piano, aunque también se colaba alguna pista como “Queen Bitch” en la que ya adelantaba el sonido del alienígena más famoso del rock & roll.
Poco después se produciría una nueva incorporación que perfilaría mucho el sonido del disco. Bowie había sacado buena parte de sus nuevas canciones de su piano de cola, pero era un instrumento nuevo para él y había cosas que no podía tocar. Así que Bowie contactó con un músico con el que ya había trabajado en su disco de 1969, conocido como Space Oddity, se trataba de Rick Wakeman, que se pasó por Haddon Hall y escuchó, en sus propias palabras, la mejor selección de canciones que había escuchado en una sola sesión en toda mi vida, Bowie le había puesto sus demos de “Life On Mars?” y “Changes” y Wakeman no podía esperar a entrar en el estudio y grabarlas. Eso sí, cuando Bowie le ofreció un puesto fijo en la banda el teclista decidió apostar por lo seguro e irse con una banda que parecía tener mucho mejor futuro económico, se trataba de Yes.
Las sesiones de grabación fueron maratonianas, con un Bowie mucho más implicado que en The Man Who Sold The World, donde cedió muchas decisiones a Ronson y a su productor de siempre, Tony Visconti. Aun así la mano de estos se vuelve a notar, y mucho. Ronson en especial vuelve a destacar sobremanera, su Les Paul no está tan presente como en el anterior disco pero en esos meses ha aprendido teoría musical y le regalará a Bowie algunos de los arreglos de cuerdas más bonitos de todos los tiempos para canciones como “Life On Mars?”, la canción que se disputa el privilegio de ser la mejor de su carrera junto a “Heroes”, o “Quicksand”, la canción que cerraba la que posiblemente sea la primera cara más bella y perfecta de la historia (aunque la segunda, casi, está a la altura).
Hunky Dory se abría, como no podía ser de otra forma, con “Changes”, el manifiesto artístico de Bowie, Cambios (date la vuelta y enfréntate a lo desconocido) Cambios, tendré que ser un hombre diferente, el tiempo podrá cambiarme pero yo no puedo seguirle a él. Bowie, como Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses estaba finalmente preparado para su primer plano (como el que aparece en la portada).
Los cambios seguían, pero esta vez estaban totalmente controlados y el personaje siempre estaba por encima de ellos, es así como un disco tan variado como este suena tan coherente, ya sea a través del cabaretero piano que abre “Changes” antes de romperse en un estribillo que parece sacado del “My Generation” de los Who o de los guitarrazos de “Queen Bitch”, con guiño al “Three Steps To Heaven” de Eddie Cochran incluido, en la convivencia del cantautor folk de “The Bewley Brothers” con el marciano que canta esa enormidad llamada “Life On Mars?” , de las referencias al Nietzsche y Crowley antes de entregar uno de los estribillos más redondos de su carrera en “Oh, You Pretty Things” a su guiño a su oscuro pasado en Deram con la versión de “Fill Your Heart”, donde vuelve a demostrar su amor por el music-hall, todo funciona a la perfección.
A pesar de todo cuando salió al mercado volvió a ser ignorado en ventas, ahí estaba el disco que veía florecer definitivamente al escritor de canciones más grande desde Lennon y McCartney, pero el público seguía sin verlo, vendiendo menos de 5.000 copias. Aunque cuando The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars le convirtió, al año siguiente, en una estrella y se coló en el Top 5 de los discos más vendidos del Reino Unido, entonces Hunky Dory comenzó a venderse como churros e incluso llegó a superar a Ziggy en las listas, subiendo hasta el tercer puesto. Y es que David Bowie demostró con Hunky Dory que ya sabía muy bien quien era y estaba listo para comerse el mundo, aunque este todavía tuvo que esperar a verle disfrazado de Ziggy Stardust para que eso pasara.
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