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Cultura

Marie-Lou Desmeules: Clones corruptos y máscaras

En Hermosos y malditas, Cultura martes, 24 de septiembre de 2019

Jesús García Cívico

Jesús García Cívico

PERFIL

Siempre me ha interesado la cuestión de la identidad, en un doble sentido: como respuesta a la pregunta ¿quiénes somos (o quién soy)? y como posibilidad de que uno sea idéntico a sí mismo. El resultado de esa modesta investigación a la que he dedicado la vida entera es una respuesta incompleta o negativa. En lo que toca a la primera pregunta, la conclusión es que lo que tiene vida o historia nunca termina de definirse, en relación con esto, el segundo interrogante señala una imposibilidad que ya vio Heráclito en toda su complejidad: no somos los que éramos hace un instante.

Hay algo grotesco en la obsesión por parecernos a los demás, pero también hay algo insano (algo patológico, al decir de Kierkegaard) en querer ser quienes ya somos. Por ello me fascinan las máscaras, el tiempo que pasamos imaginando otro mundo donde la realidad se deforma, se supera o queda en evidencia, el tiempo que pasamos soñando o ensoñando, inventando películas en el meta-teatro del mundo.

Por eso me atraen los artistas que parecen saber los secretos de la risa que se esconde tras cada acto de creación, es el caso de Marie-Lou Desmeules (Québec, Canadá, 1978) cuyo trabajo tiene la cualidad de situarse lúcidamente en la zona de intersección entre el carnaval y la noche de difuntos, la familiarización de Batjín y la crónica de sucesos, el chiste y el pésame, lo luminoso y lo oscuro.

Marie-Lou Desmeules

Hay varios rasgos de su arte que uno admira especialmente: su inteligencia para adoptar un punto de vista externo sobre el narcisismo circundante capaz de criticar sin señalar, señalar sin apuntar, apuntar sin herir, herir sin matar, su preferencia por hablar claro, cierta falta de inhibición, el entusiasmo hacia una serie (muy asumible) de afinidades culturales electivas, una singularidad colorista que tiene que ver con la conciencia de que nuestra identidad está hecha de deseos y de que a través de ellos, bajo la tira y el ungüento de sus esculturas vivas de Desmeules en este caso, y por decirlo al revés de Nietzsche, la fábula deviene en verdad.

Este otoño, justo esta semana, coincidirán en el tiempo dos exposiciones suyas. La primera de ellas, en la Art Week de Berlín, (Donnerstag Gallery) lleva por título Unshot Film Stills, una serie de contingencias de Katz & Steve fotografiadas por Amin Akhtar que recogen los momentos más impactantes de las películas más atractivas que no podremos ver en cartelera.

Katz & Steve es un colectivo de arte fundado por Paula Bogati y por Desmeules en 2008. Es conocido por sus presentaciones en vivo, como en Casa de la Cultura de Copenhague y Prater Berlin. La selección de fotografías delirantes y sugestivas en una hipotética calle entre la soledad terrorífica de las urbanizaciones en el extrarradio de Gregory Crewdson y las manzanas más céntricas y privilegiadas de Alex Prager, es el fruto de 10 años de colaboración y lo mejor que puede decirse de ellas es que dan ganas de sacar la entrada del cine en una sesión de madrugada.

Katz & Steve

Fotogramas de películas de estilos muy distintos —sci-fi serie-B, la romance, el soft porn y el horror— que tienen en común haberse positivado solo en la inquieta mente de la artista, bajo el signo de la sospecha, testigos de una década decadente berlinesa febril y bizarra, con luces de intensidades que solo pueden encontrarse en la imaginación embriagada y febril entre la luz del cielo mediterráneo y la oscuridad vampírica de Friedrich Wilhelm Murnau.

En el arte de Desmeules, entre la escultura, la pintura y la fotografía, se confunden de una forma muy medida la música que suena cuando estamos solos, la cultura pop y la performance, la reflexión profunda sobre la identidad contemporánea y su psicología, su propensión al selfie y su egomanía (somos más monstruosos cuanto más queremos parecernos a otras personas), las corrientes más vanguardistas del moderno psicoanálisis y el pavor al anonimato, una suerte de horror vacui digital.

Es posible distinguir cierta influencia de Thorsten Brinkmann o Cindy Sherman, del cine de Hitchcock y de Lynch y en realidad esa constante fascinación por las mil formas de una máscara que es posible encontrar desde el teatro griego al fantasma latino, del arte barroco a la lucha mexicana, del bondage de American Horror Story, al epicentro de la danza africana, de Jan Lievens El gran búho de las nieves de Picasso. 

Marie-Lou Desmeules

En Clone Corrupt, un título entre la luminosidad de los láser de George Lucas y la dureza de Abel Ferrara, se podrá ver una instalación vídeo de tres creaciones experimentales y tres fotografías de gran formato realizadas durante la residencia de la artista en Anderson Ranch en Aspen, junto a Annette Isham.

Estos trabajos se equilibran, como es habitual en ella, sobre la fina línea entre el homenaje y la parodia, el misterio y lo grotesco, arquetipos y rostros icónicos atravesados por sus percepciones sobre la condición humana, las posibilidades ocultas de la cirugía plástica, la natura performative y la dualidad: todo aquello que es profundo, ama la máscara, escribió el creador de Así habló Zaratustra.

Marie-Lou Desmeules

La máscara, como el disfraz, como los alter ego de Mallarmé o los heterónimos de Pessoa apunta a cierta cualidad de la vida, su interna, intrníseca, inextricable contrariedad, o por decirlo con Vattimo: conflicto dentro del cual el hombre moderno se encuentra implicado y en función del cual asume la ficción como arma y disfraz.

Artista de inspiración musical, entre Benny Goodman y Phillip Glass, de referentes plásticos que van de Brian Bress a Jaimie Warren, Marie-Lou Desmeules es dueña de un lenguaje estético propio tan meditado como salvaje, donde se combinan, o se superponen, como en Clone Corrupt, una serie de conjuros: el disfraz, el misterio, el juego, la belleza, la fealdad y el humor, la posición más inteligente para habitar, como lo describiría Kyle MacLachlan/ Jeffrey Beaumont, este extraño mundo.

Hermosos: disfraces.

Malditas: máscaras de gas.

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