Cannes, el festival de cine que más ansias y también más ansiedad genera.
Unos corren; otros contienen la respiración. Pareciera que el mundo se fuera a acabar, o a empezar. Lo que está por comenzar, este miércoles 14, es el Festival de cine de Cannes. Ese mega-evento que seduce y aterra cada mes de mayo en esta pequeña ciudad mediterránea. ¿De dónde viene esa ambivalencia que provoca, tal un dios temible?
Es cierto, abruma como un gigante. Como un pulpo gigante, más específicamente. De hecho, ante la pregunta de cómo es el festival de Cannes, la única respuesta posible es ¿cuál? Porque hay miles de festivales en paralelos. Pero prácticamente todos esos tentáculos (el de los negocios, el de las películas para programar o para criticar, el de las entrevistas, el de las fiestas, etc.) son, en sí, inabarcables. Resultado: una ansiedad bulímica por hacerlo, verlo, vivirlo todo. Resultado de eso: privación aguda de sueño. Si se le suman las dificultades logísticas de grados diversos, quizás se comprenda por qué pareciera que muchos vuelven de un ascenso al Everest y no de un festín de cine en un balneario de la Costa Azul.
Aunque se estrenen comercialmente en las mismas fechas (este año son ¡7! los títulos seleccionados que llegan a salas francesas durante el festival), ¿cómo aguantarse las ganas de ver lo antes posible Maps to the Stars de Cronenberg o el primer largometraje en 3D de Jean-Luc Godard, Adieu au Langage? ¿Cómo mitigar la curiosidad de descubrir a Ryan Gosling como director con Lost River? ¿O resistirse a la conjunción de talentos de Jauja, de Lisandro Alonso con Viggo Mortensen (y su hermoso póster)? ¿O abrir los ojos en busca de revelaciones, a menudo escondidas en las secciones paralelas de la Semaine de la Critique y la Quinzaine des Réalisateurs, cunas de tantos de los “grandes” de hoy? Sin olvidar las expectativas por esos cineastas más confidenciales, como Pascal Ferran y su cuarto largo en veinte años, Bird People, o la italiana Alice Rohrwacher, quien tras un bellísimo debut llega a la Competición Oficial con Las maravillas. Y tanto, tanto más.
Pero ¿vale el agotamiento y las reales dificultades prácticas? La respuesta no es racional, sino que se intuye cada vez que se apagan las luces y comienza esa música de Ennio Morricone para Days of Heaven (Terrence Malick) en el mini-spot que precede las funciones de la Selección Oficial. Y entonces la adrenalina comienza a fluir.
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