La primera adaptación al teatro de El Príncipe, de Maquiavelo, que firma el prestigioso y reconocido dramaturgo Juan Carlos Rubio, se estrenó en el Festival de Clásicos de Alcalá de Henares en 2015 y ha sido desde entonces representada con éxito de crítica y público, que ha ovacionado este texto político convertido en dramaturgia teatral.
Aunque el monólogo se llama El Príncipe, el objetivo de Rubio ha sido partir de la obra para llegar al hombre, a Maquiavelo. Como reconocía el adaptador y director de la obra, en una entrevista con Javier Yuste, publicada en El Cultural, con motivo del estreno y refieriéndose a la actualidad de las propuestas que en su día proclamó el autor: La ética en el ejercicio de poder está relacionada con tomar decisiones que pueden ser difíciles o perjudiciales para ciertas personas en beneficio de la mayoría. La corrupción es otra cosa y a Maquiavelo le parece imperdonable […] El Príncipe es un libro de cabecera para gente de izquierdas, de derechas… Lo que él plantea vale para cualquier ideología, porque lo que aborda es la condición humana, el hombre enfrentado al poder.
Basado en fragmentos de El Príncipe, Discursos de la primera década de Tito Livio, El arte de la guerra, La Mandrágora y la correspondencia personal de Maquiavelo, esta obra de teatro recorre la cara oculta y oscura del poder político y económico puesto al servicio de la permanencia.
La corrupción, cómo elegir a un buen ministro, el uso de la crueldad, los impuestos, la fidelidad a las promesas, doblegarse o utilizar a los poderosos. Podríamos poner ejemplos actuales a todos estos dilemas universales para entender que las palabras de Maquiavelo, por boca de Fernando Cayo, parecen escritas pensando en el día de hoy. El actor nos ofrece un recital que ha recibido las alabanzas de los espectadores y para el que su director no ahorra los elogios: [Fernando Cayo] te devuelve multiplicado por mil lo que tú solo puedes soñar. Es un actor superdotado: maneja su cuerpo, su voz, las emociones… Tiene un registro cómico, dramático…
El príncipe de Maquiavelo funde obra y autor dando voz a un fascinante personaje al que demasiados han condenado a la oscuridad moral, sin concederle siquiera la oportunidad de explicarse. Ahora la tiene. Y debe ser escuchado para demostrarnos que el poder, de cualquier ideología y en cualquier época, obedece siempre a las mismas reglas, sea cual sea el fin, sean cuales sean los medios.
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