Para hacer reír, a Javier Ruiz Caldera le gusta poner canciones que le dan rabia. Dice que llegó al cénit con “Carrie” de Europe, el tema recurrente, que el personaje interpretado por Inma Cuesta canta a todo pulmón.
Borja Cobeaga, que recientemente ha dirigido Negociador y al que todo el mundo quiere preguntarle por el guión de Ocho apellidos catalanes, se muestra crítico con su segunda película, No controles. Dice que a mitad de rodaje fue a ver a Nacho Vigalondo, que en aquel momento estaba realizando Extraterrestre. Después de aquella visita, quiso filmar algo en una única localización y con pocos actores. De esa idea nació un corto: Un novio de mierda.
A menudo, los directores y guionistas hablan en público; Lo hacen en entrevistas o en ruedas de prensa. Sin embargo, pocas veces lo hacen uno con otro, con afecto y admiración por la obra ajena. Como si ante ellos no hubiese una audiencia que escuchara. Este grado de extraña cotidianidad es lo que se logró en la charla entre Cobeaga y Ruiz Caldera (con otra directora, Mar Coll, como maestra de ceremonias) en La Sala de los Cineastas, el nombre que recibe la programación mensual de la Unión de Cineastas en la sala barcelonesa Zumzeig. El artilugio parece sencillo: partir de una cierta complicidad e intimidad para abordar un misterio, el de cómo funcionan los mecanismos de la risa.
Javier Ruiz Caldera se presentó ante el público como un director que no escribe guiones. Borja Cobeaga no se pudo presentar como un guionista que no dirige, porque tiene a su haber varias películas. En cualquier caso, cuando se reunieron, Cobeaga y Ruiz Caldera hablaron, entre otras cosas, del guion. Quizá porque Cobeaga ha escrito la nueva película de Ruiz Caldera: Superlópez.
En Treitum, el primer corto que Ruiz Caldera, ya se podía ver el gusto de este por dejar que las canciones choquen con la situación que se está mostrando.
En cambio, el corto que Cobeaga presentó en el Zumzeig, una pieza en blanco y negro, sobre el suicidio, que realizó a los 16 años, parece situarse en las antípodas del imaginario del director de Pagafantas. De los diversos halagos que uno y otro director se lanzaron, podemos recordar uno: Cobeaga insistió en otorgarle mérito a Ruiz Caldera porque, aunque el director no escribe sus guiones, resuenan las mismas cosas a lo largo de su filmografía.
La charla se vio salpicada por la proyección de fragmentos y de piezas breves de los mismos directores, y de películas ajenas. Se pudo ver a Kristen Wiig improvisando en el rodaje de La boda de mi mejor amiga (una película que sirve de inspiración para 3 bodas de más), para ilustrar algo, lo de la improvisación, que Ruiz Caldera aspira a trabajar en el futuro. También, una escena descartada de El protegido, un auténtico prodigio que M. Night Shyamalan descartó porque no encajaba con el resto de película. Montador de formación, Ruiz Caldera la tomó como ejemplo: Si Shyamalan ha quitado esta escena tan bien hecha, cualquiera puede quitar una mierdita de plano. Cobeaga también habló de los límites, en este caso, en cuanto a la puesta en escena: Hay que saber dónde parar, porque un movimiento o un sonido puede romper la comicidad. Quizá, la comicidad es cosa de límites.
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