Si acabas de terminar Por 13 razones, es posible que necesites un abrazo. Si todavía no la has empezado, entonces prepárate para un buen maratón, pues vas a desear querer llegar al abrazo nada más veas los diez primeros minutos de la nueva serie de Netflix.
Por 13 razones cuenta la historia de Hannah (Katherine Langford), una adolescente que deja tras de sí 13 cintas de casete en las que explica por qué se ha suicidado: una cinta por cada persona que ha tenido algo que ver en su decisión de quitarse la vida. El presente de la serie, en cambio, sigue a Clay (Dylan Minnette), un amigo de Hannah que recibe las cintas en la puerta de su casa porque es protagonista de una de ellas.
Tal y como Clay, que a priori es un adolescente tierno e introvertido, los espectadores vamos de la mano de la voz en off de Hannah, expectantes ante las ignominias que pueden haberla llevado a cometer suicidio. Claro que el motor que mueve la serie es la incertidumbre de saber qué habrá hecho Clay para ser sujeto de una de las cintas. Y más que eso, el rostro de un Dylan Minnette pletórico que sufre constantemente y a varios niveles emocionales, todos ellos devastadores para un adolescente: la pérdida de una chica de la que estaba enamorado, la confusión de aparecer en una de las cintas de una joven muerta, la presión de tener que hacer algo para vengar a su amiga fallecida o el sentimiento de culpa por no haber hecho lo suficiente por evitar el suicidio de Hannah.
Todas esas emociones, contenidas en las facciones de Clay, servirían de poco sin el trabajo de empatía de Katherine Langford. Su química con Minnette, y el inteligente relato de su descenso a los infiernos de la adolescencia, atrapan con velocidad a los espectadores. Es el trabajo interpretativo de ambos el que consigue que su amistad y roce romántico se palpen ya en los prolegómenos de Por 13 razones y convierta en melancólico el resto del relato. Al fin y al cabo, es conocido que Hannah ya está muerta.
Será imposible para muchos no retrotraerse a lo que vivían Charlie y Sam en la también fantástica Las ventajas de ser un marginado, película con la que la serie comparte estilo, voz generacional, drama tabú, una banda sonora genial y dos personas reales casi calcadas: el propio Minnette y el actor Logan Lerman.
El tramo intermedio de Por 13 razones adolece de una excesiva dilatación con temas redundantes y personajes irrelevantes que sólo aportan pinceladas a los dramas de Hannah y de Clay. Es una pena que la serie se haya mantenido fiel a los 13 episodios que exigían título del libro y plataforma, y más teniendo en cuenta que, en el material original, Clay se escuchaba las cintas en una noche —aquí lo hace a lo largo de unas semanas—, pero todo recupera su trascendencia emocional en los últimos cuatro episodios.
Es ahí donde la relevancia de sus retratos, social y cultural, toman protagonismo y Por 13 razones acude a Hannah y Clay para atestar su esperado golpe catártico. Porque, pese a que se conozca, el suicidio de Hannah es aún más salvaje cuando el espectador cuenta con la burbuja vital que ha definido y marcado la aventura adolescente de la protagonista. Su historia es ahora nuestra y de Clay. ¿Necesitas un abrazo?
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