La campaña del sector aceitunero, con la connivencia del Ministerio del ramo, para que los niños coman aceitunas, es la mayor atrocidad culinaria que se ha visto desde la tarta de queso de Cerezo, el de Masterchef 1.
¿Es importante que los niños prueben alimentos nuevos, texturas diferentes, sabores complejos? Sí, sin duda. ¿La mejor manera de conseguirlo es mediante combinaciones vomitivas? No, rotundamente, aunque esa parece la finalidad de una parte de la iniciativa Aceituning, que promueve el consumo de este alimento entre los más pequeños. La campaña se anuncia con este spot, mezcla entre lo chanante, lo postmoderno y el concurso de Miss Melilla, protagonizado por un nutrido grupo de chefs.
Pero, a lo que vamos, lo abominable de Aceituning es que ha propuesto a un puñado de chavales que creen sus propias recetas con aceitunas, sus propios aliños. El resultado incluye algunas mezclas razonablemente apetecibles (aceitunas con queso, mojama o jamón) pero muchas otras que parecen sacadas de esas tardes en las que no hay adultos en casa y los nenes atacan la despensa:
Aceitunas con palomitas
Lo llaman “aliño de película”, pero no matizan el género del film. Yo apuesto por el gore.
Aceitunas con kikos
Vuelven a mezclar olivas con maíz y a la receta la bautizan como “Crujientunas”. En paladar, la combinación promete ser delicada, casi como un unplugged de Kiko Rivera.
Aceitunas con naranja
Inspirado por esa máxima de las yayas de que en la barriga todo se mezcla, alguien pensó que no era mala idea combinar el aperitivo con el postre…
Matrimonios bien avenidos como el del melón y el jamón hay pocos: éste acaba seguro en cese temporal de la convivencia culinaria.
Aceitunas con pasas y queso azul
Si a dos sabores salados compitiendo a bofetadas entre sí, les añades un dulzor meloso de textura gomosa, ¿qué obtienes? Estas “aceitunas que te pasas”, que te pasas… la tarde vomitándolas.
Aceitunas con gominolas
O van de coña o merecen que toda la ira de Chicote caiga sobre ellos: cualquier nutricionista estaría de acuerdo en que una merienda equilibrada contiene aceitunas y gominolas… ¿La pena? No añadir un bizcochito Pantera Rosa a la combinación.
Llamadme ortodoxo, purista, finolis -o llamadme para tomar un café- pero el día en que me enfrente al momento “darle aceitunas a un niño” creo que optaré por la solución que lleva décadas funcionando en esta nuestra España aceitunera:
Como dicen los entendidos y manda el sentido común: Keep it simple, stupid.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!