¿Quién no ha shazameado alguna vez alguna canción que sonaba en alguna película? Nosotros no podemos parar de hacerlo. Por eso, hemos formalizado nuestro hobby en este blog: cada semana eligiremos una secuencia de película que gracias al acompañamiento de una canción ya existente (quedan fuera temas escritos ex profeso para un film o bandas sonoras originales) han quedado hermanados, acaso condenados, para la posteridad.
El final es el principio
Pues eso, que este blog empieza con un The end. Exactamente igual que hizo Francis Ford Coppola en Apocalypse now, en 1979. Las primeras imágenes de su libre adaptación de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad muestran en cámara lenta una línea de palmeras regadas con napalm, un ventilador centrifugando el calor pegajoso de una habitación de hotel vietnamita y al capitán Willard, bebido, desorientado y tumbado en un camastro mientras sigue el vaivén de sus pensamientos a la deriva. Mientras, de fondo, o quizá en primer plano, suena The End, el tema que The Doors eligieron para cerrar su disco de debut en 1967 de manera existencialista, sinuosa y dopada.
A partir de este feliz encuentro entre imagen y música, esta canción ya nunca más se ha podido separar de esas imágenes: de hecho, cuando se escucha la versión del disco original… ¡se echa de menos el sonido de los helicópteros al ralentí! Y a la inversa: esas imágenes de destrucción material y zozobra vital que ideó Coppola ya nunca más se han podido entender sin esa música: ver el inicio de la película sin audio y reproducir la canción en tu cabeza es todo uno. Contagio sinestésico de primer orden, pues.
La elección de The End es algo más que un recurso musical para situar de saque la época y el lugar en el que sucede Apocalypse Now. Gracias al enriquecimiento mutuo de significados, la simbiosis The End – Apocalypse Now también define los contornos de un escenario moral resbaladizo y de un estado de ánimo altamente inestable. Como si el capitán Wilard, el Coronel Kurtz y, en general, todas las tropas estadounidense en el conflicto de Vietnam estuvieran moviéndose al compás de un rito pagano, macabro y derrotista coreografiado por Jim Morrison y su grupo.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!