David Bowie lo tenía claro casi todo: Francamente, a veces las interpretaciones que he visto de algunas de las canciones que he escrito son mucho más interesantes que mi propia aportación. Pero no es el caso de “Space Oddity”, que ya se estrenó en medio de una maniobra de confusión sospechosamente pergeñada. Cinco días antes de que el Saturn V lanzará a la exigua tripulación del Apolo 11 en dirección a la Luna, Philips, la filial de Mercury, hacía lo propio con el single de Bowie como quien no quería la cosa. La psicosis colectiva era tal en 1969 que la estrategia no sólo no funcionó demasiado bien, sino que retrasó el despegue de la canción; la BBC, por ejemplo, no le dio difusión hasta que Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins volvieron a pisar una superficie más familiar.
De manera evidente, todas las interpretaciones sobre “Space Oddity” gravitaron alrededor de la misión del Apollo 11. Sin embargo, el propio Bowie lo ha desmentido en más de una ocasión. La última, en una entrevista en la revista Performing Songwriter en 2003; en ella, el cantante explica cuánto le impactó la película de Stanley Kubrick, 2001: una odisea del espacio, y por qué. La escribí después de ver 2001: Odisea del Espacio. Me pareció asombrosa. Estaba muy colocado cuando fui a verla, varias veces, y fue una revelación para mí. Más adelante, Bowie se refería a la insoportable levedad del pop: Estoy seguro de que en realidad no escuchaban la letra para nada; no era algo agradable que yuxtaponer frente al alunizaje. Por supuesto, yo estaba encantado de que lo hicieran.
Sin embargo, y aunque al final alcanzó un respetable quinto lugar en las listas de éxitos británicas, el primer lanzamiento comercial de “Space Oddity” no sería el que encumbraría a canción y cantante. Tampoco en Estados Unidos, donde alcanzó el puesto número 15 en la famosa Billboard, pero no en 1969, sino en su reedición en el 73 junto a “The man who sold the world”. Sí triunfó a la primera en Italia, donde llegó a convertirse en disco de oro gracias, sobre todo, a la delirante traducción italiana de la letra; ‘Ragazzo Solo, Ragazza Sola’ se tituló la adaptación que el letrista italiano Mogol hizo para la ocasión. La versión italiana, además, tenía ciertos aires latinos que le granjearon un honroso puesto en el recopilatorio de rarezas de Bowie en 1983.
El éxito definitivo de “Space Oddity”, que se ha prolongado ya 40 años, se produjo en noviembre de 1975, cuando se reeditó en Reino Unido junto a “Changes” y “Velvet Goldmine” y rápidamente alcanzó el primer puesto en las listas de éxito británicas. Fue el primer número 1 de una canción para Bowie, y repetiría precisamente con “Ashes to Ashes”, un recuerdo posterior a Major Tom (también con “Under Pressure”, “Let’s Dance” y “Dancing in the Street”). Probablemente, nadie adivinó la trayectoria infinita de la canción mientras se gestaba en los Trident Studios del Soho de Londres; ni siquiera los músicos de sesión que la grabaron, y que entonces aceptaron cobrar 9 libras por su trabajo.
En la grabación participaron varios músicos, algunos de ellos fueron un apoyo fundamental en la sombra para Bowie (como Mick Wayne, de Junior’s Eyes). Otros ponen en entredicho su famosa sentencia sobre su capacidad innata para sacar de cada músico lo mejor. Rick Wakeman, al que en 1969 aún le quedaba mucho por hacer (entre otras cosas, convertirse en el legendario teclista de Yes) podría ser una de esas dos excepciones de las que el delgado duque blanco habla cuando se refiere a los músicos que han dado su mejor versión junto a él. Sí se cumple, por supuesto, aquello de su deslealtad estilística: “Space Oddity” nació acústica y acabó retozando en la épica.
El recorrido elíptico de “Space Oddity” parece no tener fin y estar condenada, como su protagonista, a flotar irremisiblemente hasta el fin de los días. La verdad es que, por supuesto, no hay ningún viaje: estamos llegando y partiendo al mismo tiempo. La historia ni siquiera acaba cuando hay permisos y discográficas de por medio. Al menos de momento: tras cumplirse el año de permiso acordado con los dueños de los derechos de la canción, y 22 millones de reproducciones después en YouTube, el vídeo de la versión de Chris Hadfield desde la Estación Espacial Internacional recibió una excepción de un par de años más de bula. Ya va por 27 millones.
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