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72 Festival de Cannes: Extraordinario Malick

En Cine y Series martes, 21 de mayo de 2019

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

En una jornada marcada por la extraordinaria película de Terrence Malick, se proyectó también el siguiente paso en el viaje cinematográfico y dieciochesco de Albert Serra —tras la maravillosa La muerte de Luis XIV y el desafío al espectador que suposo Rey Sol— se centra en el poder revolucionario del sexo, la liberación de los instintos como transgresión de las normas, una transgresión que ofende más a los burgueses que a los aristócratas, legendariamente más entregados a la fantasía que quienes se han tenido que ganar el pan, pero una provocación a la hipocresía, que es la línea de flotación y garantía de permanencia de las clases privilegiadas. Entre Potsdam y Berlín, los aristócratas expulsados por el puritanismo de Louis XVI, Madame de Dumeval y los duques de Tesis y Wand, solicitan el apoyo del legendario duque de Walchen  (seductor y librepensador), interpretado por un anciano Helmut Berger, para exportar el libertinaje a Alemania, una filosofía basada en el rechazo de la moralidad.

Liberté (Albert Serra, 2019).

Liberté (Albert Serra, 2019).

El marqués de Sade fue en palabras de Rimbaud el espíritu más libre que jamás ha existido y el título del último filme de Albert Serra (Liberté) no es sino un homenaje al autor de Justine, quien pasó la mayor parte de su vida encarcelado, por defender públicamente la legitimidad de las conductas sexuales que implican la sumisión y la aceptación de la tortura y el sufrimiento. El aristócrata no lo inventó, solo le dio el nombre, y Albert Serra elige esta vertiente filosófico-revolucionaria para plasmar en una serie de cuadros, algunos de pornografía explícita, la expresión más desafiante de la libertad. Un bosque de eucaliptos se transforma en cuarto oscuro donde se dan cita los participantes en una larga noche de cruising. Estructurada en tres actos, paralelos a las fases de la relación sexual, la reconocida elegancia y economía de medios del director es fotografiada una vez más por Artur Tort. Lo explícito de las imágenes convierte a Liberté en una verdadera provocación, que multiplica los puntos de vista y causó una controlada deserción en el patio de butacas.

Portrait de la jeune fille en feu (Céline Sciamma, 2019).

Portrait de la jeune fille en feu (Céline Sciamma, 2019).

Portrait d’une jeune fille en feu es la última película de Céline Sciamma, una bellísima y certera visión femenina de la falta de horizontes de las mujeres, interpretada por las excelentes Noémie Merlant Adèle Haenel y Valeria Golino. Situada en una remota isla de Bretaña, en el s. XVIII, con los únicos escenarios de un castillo austero, playas tempestuosas, la película describe la relación de una joven pintora (Merlant) que acude a realizar el retrato de bodas de una heredera (Haenel), que se resiste a posar, como acto de rebeldía ante un matrimonio indeseado. La delicadeza de los diálogos y la cotidianidad de sus encuentros describen cómo van cayendo las barreras entre las dos mujeres, cómo la exnovicia descubre el mundo y madura a través de la relación con su nueva amiga, una profesional independiente, que ha aprendido a sortear los obstáculos con que la sociedad limita su vida, fuera de lo establecido.

Terrence Malick puso el Festival patas arriba con A Hidden Life, una monumental película basada en hechos reales, protagonizada por un héroe a su pesar, el campesino pacifista austríaco Franz Jägerstätter, que rehusó luchar con los nazis en la Segunda guerra mundial. Amenazado con la pena de muerte por traición, las tres horas de metraje nos muestran su carácter innegociable y un canto al compromiso con  los propios ideales. La fe y el amor que une a Franz con su esposa Fani y sus tres hijas convierte A Hidden Life en un poema en el que, de nuevo Malick exalta la naturaleza y la profunda unión de todos los seres de la creación.

A Hidden Life (Terrence Malick, 2019).

A Hidden Life (Terrence Malick, 2019).

La película es un canto a la vida sencilla, pautada por las estaciones en un paisaje sobrecogedor, las montañas, praderas, ríos, cataratas, flores y nieves hablan de amor, el que nace entre los protagonistas, el que da la vida a sus tres hijas y también el que respeta las decisiones que convierten un largo río en un desbocado torrente en el que hay que asumir consecuencias fatales. Intelectualismos aparte, es la simplicidad de la vida en la granja la que ejerce su propio peso en contraste con la violencia, oponiendo el respeto a los ciclos naturales de la Creación al codicioso y arrogante deseo de dominación, mediante la violencia y la falta de respeto a las vidas de los otros. El enemigo es un concepto fabricado, que hay que asumir por un supuesto patriotismo, convirtiendo nuestra conducta, en tiempos de guerra, en la propia de un delincuente en tiempos de paz, como si pudiéramos cambiar nuestros valores de la misma forma que las leyes, cuando se adaptan a los intereses bélicos.

George Eliot cierra el filme con la cita de Middlemarch que le da título, exaltando la vida escondida de quienes yacen en tumbas sin nombres y transformaron el mundo: The growing good of the world is partly dependent on unhistoric acts; and that things are not so ill with you and me as they might have been, is half owing to the number who lived faithfully a hidden life, and rest in unvisited tombs. La espiritualidad —o la religión con todas las referencias al Creador, recordemos que el Papa Benedicto XVI le beatificó en 2007— es lo que domina la decisión inquebrantable de Franz y no las ideas, sus consultas al sacerdote y al obispo no le dan respuestas, porque no acepta la posibilidad de un compromiso. La conexión profunda con sus pares y el mundo es vivida a través del amor, incluso con sus enemigos. Malick rehúye el maniqueísmo, incluso humanizando a mediadores y jueces —admirable Bruno Ganz en su último trabajo—, para demostrar que no somos tan diferentes. El director nunca pretende rodar una película sobre el mal, prefiere lanzar preguntas, no exaltar a un héroe o un predicador, sino a un hombre que con su integridad interpela a todos sus congéneres.

A Hidden Life (Terrence Malick, 2019).

A Hidden Life (Terrence Malick, 2019).

Con la omnipresente voz en off y la elocuencia de los paisajes fotografiados por Jörg Widmer (El árbol de la vida) hábilmente conectados con la dimensión íntima de la historia, de la minuciosamente filmada cotidianidad en la granja de Radegund —casi de interés antropológico—, el director de La delgada línea roja construye un filme extraordinariamente interpretado por August Diehl (Malditos bastardos) y Valerie Pachner, que no saldrá de vacío el próximo sábado.

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