El panorama de las diferentes secciones es una serie de pequeños destellos sobre fondo gris.
Una de las maravillosas películas que esperábamos y estuvo a la altura de las expectativas ha sido A Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence, del director sueco Roy Andersson, todo un generador de obras de culto, que ha hecho esperar siete años desde su último estreno, You, the Living (2014).
Con un estilo narrativo que es cualquier cosa menos tradicional, Andersson plantea una serie de esmeradísimos tableaux vivants, filmados en planos secuencia planificados al detalle, con puntos de fuga estudiados como espacio dramático e incluso acciones paralelas en segundo y tercer plano, que podrían ser disfrutados independientemente.
La gama cromática de grises es una constante en decorados y vestuario minimalista consiguiendo ese look total, que incluye un maquillaje níveo, que llega a emular en algunos personajes el estilo de los clowns, despersonalizando y consiguiendo el efecto de extender a todo el género humano las reflexiones sobre la existencia, el absurdo y la estupidez.
La generalización llega a sobrepasar el tiempo y el espacio, haciendo convivir diferentes épocas en un mismo decorado, como prueba de la escasa evolución del género, en cuanto a la incapacidad para resolver los enigmas de la vida y encontrar la auténtica felicidad en la sencillez y la naturalidad. En rueda de prensa, Roy Andersson confesó su inspiración en la historia de la pintura, especialmente en Otto Dix y Georg Grosz y, desde luego, no es fácil olvidar su propia y larga carrera en la publicidad.
Michael Almereyda adapta Cymbeline, de William Shakespeare, ambientándolo en Estados Unidos, en época contemporánea. Los riegos de estas puestas al día son, naturalmente, la colisión de contextos entre el original y el propuesto, en cuanto vaya ligado el primero a la propia trama. En ese sentido, Almereyda arriesga con desigual fortuna, sobrepasando en algún momento la línea de la estupefacción, para alejar de golpe al espectador ante un diálogo desajustado o unas maneras que no mantienen el nivel dramático que se requiere en este tipo de adaptación.
Debemos reconocer que el trabajo de los actores es excelente, con un Ed Harris motero como el rey que da título a la obra, acompañado de Milla Jovovich, un Ethan Hawke (que trabajó con Almeyda en Hamlet) fresco y totalmente en su papel, mientras que la joven pareja de enamorados es interpretada por una inspiradísima Dakota Johnson y un Penn Badgley muy alejado de su Gossip Girl, con Anton Yelchin, que hace doblete en Venecia, protagonizando Burying the Ex, de Joe Dante.
El cineasta francés Laurent Cantet ha presentado en la sección Giornate degli Autori su película Retour à Ithaque, una conversación a cinco voces, en una sola jornada. El film nos muestra la reunión de un grupo de amigos en La Habana, para recibir al que regresa de España, añorante de su patria. El punto fuerte del film es la puesta en escena y el perfecto uso de los recursos dramáticos para llevar adelante con pocos medios una puesta al día de la amistad, que en realidad disecciona los sueños rotos de quienes creyeron en su juventud y adolescencia en el mensaje de libertad y de victoria o muerte del régimen castrista.
El guión no comete errores de crítica facilona sino que descubre los sentimientos de dolor por el tiempo perdido y falta de esperanza, así como la resignación y el esfuerzo por basar la propia vida en valores más allá de la libertad o el bienestar. El callejón sin salida, tanto para los que quedaron como para el que marchó es evidente, la decepción de todos ellos es irresoluble y en la descripción de ese impasse vital que comparten radica el interés de la película. Jorge Perugorría, con un aspecto físico casi irreconocible, y el resto de actores, Isabel Santos, Fernando Hechevarría, Pedro Julio Díaz Ferrán y Alberto Pujols desempeñan sus roles con irregularidad, pero de forma bastante convincente.
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