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7 razones (y media) para celebrar los 75 años de Bob Dylan

En Música miércoles, 15 de junio de 2016

Jorge Salas

Jorge Salas

PERFIL

De todas las citas de Bob Dylan, una de las más maravillosas, en las que mezcla ego y humildad al mismo tiempo, es aquella en la que él mismo reconoce que, de no ser quien es, también creería que Bob Dylan tiene muchas respuestas. Entronca perfectamente con aquella de David Bowie en la que reconocía que algunas de las interpretaciones que había visto sobre sus canciones eran mucho más interesantes de lo que en realidad eran. En el año en el que el propio Bowie, Prince o Lemmy ya han cerrado capítulo, se antoja algo más que un capricho reconocer la ascendencia universal de Dylan, que aún resiste. Más de medio siglo de canciones y 75 años arrojan una congerie infinita de razones por las que celebrar su figura y la sombra que aún planea sobre casi cualquier músico. Hoy son estas 7 razones (y media), mañana podrían ser otras. Y así hasta el fin de los días.

Siempre hay una época de Dylan para ti

Bien, es cierto, ahora le ha dado por los discos de versiones de Frank Sinatra y a ti cuando te gustaba era cuando cantaba aquello de the answer, my friend, is blowin’ in the wind. Genial. Quizá sería el momento de actualizar un poco la versión de Dylan en los últimos 50 años, pero no te podemos culpar: en realidad, la poliédrica figura de Bob Dylan se puede observar desde tantos y diferentes prismas que resulta complicado que ninguna de sus épocas encaje en la tuya. Una temporada, un año, un disco. Una canción. 75 años y más de medio siglo haciendo canciones favorece que Dylan, uno de los músicos más escurridizos en su trayectoria, tenga una canción para cada uno. Cambio durante el curso del día: me levanto y soy una persona, y cuando me voy a dormir tengo la certeza de que soy otra diferente, dijo una vez.

Dylan te ayuda a preguntar

Si hay algo que ha caracterizado la discografía del genio de Duluth, desde que iniciara su andadura cambiando su original Robert Allen Zimmerman por Bob Dylan, ha sido su capacidad para inocular la duda. Hacer preguntas con Dylan es como aprender a leer con Teo. ¿Por cuántas carreteras debe caminar un hombre antes de que lo llames hombre? ¿Cómo sienta estar por tu cuenta, sin un rumbo a casa? ¿Está eso donde está? ¿Qué es mío? ¿Dónde está el qué? Preguntas sin una respuesta clara. ¿Es tu amor en vano? Preguntas que todos hemos hecho. ¿Dónde estás esta noche? Preguntas incluso celestiales, como todas las de Señor (Tales of Yankee Power). Muy bien todo, aunque en demasiadas ocasiones lo más probable es que sepas que algo está pasando, pero no el qué. Como en la vida misma.

Aprende religión con Dylan

Dios dijo a Abraham: Sacrifica a un hijo para mí; y Abraham dijo: Tío, debes estar de broma. La historia de Abraham, que termina con un sacrificio en la Autopista 61, es sólo una de las muchas lecciones bíblicas de Dylan. Y eso sin ni siquiera entrar en su periodo de revelación, porque sólo con esa época te convalidan toda la educación religiosa de golpe. Con discos consagrados al júbilo religioso de la talla de Street Legal, Slow Train Coming o Saved (con portadas evidentes incluida), lo extraño habría sido que nadie se hubiera parado a analizar la aportación dylaniana en el culto religioso. Si los testigos de Jehová cantaran “Gotta serve somebody” o “Gonna change my way of thinking”, otro gallo les cantaría.

Dylan como medida (social) de todas las cosas

Los 75 años de Dylan permiten, por supuesto, institucionalizar y normalizar ‘l filtro Dylan; es decir, que el inefable Elston Gunn sea la medida social para todas las cosas. Conocer a Dylan, desde lo más exhaustivo de su discografía hasta lo anecdótico del “Like a rolling stone” o “Knockin’ on heaven’s door”, es sin duda uno de los inventos más exportables de los dylanitas. Es el momento de equiparar socialmente, sin vacilar, el hecho de ser capaces de distinguir ay, hay y ahí con el de conocer, en mayor o menor medida, la existencia de Bob Dylan y su herencia, fundamental para el desarrollo de la vida.

Algunas de tus canciones favoritas son de Dylan (y lo sabes)

La generosidad de Dylan para con el Universo merece un hurra por sus 75 años. Sin la estadística en la mano, es muy probable que alguna de tus canciones favoritas sea, en realidad, de Dylan. Es posible, además, que incluso te suenen mejor en su versión que en su original. No pasa nada, Él es magnánimo en su creación. Desde los Byrds con “Mr. Tambourine man” o Jimi Hendrix con “All along the watchtower”, hasta Guns N’ Roses y “Knockin’ on heaven’s door”, Cat Power y “Stuck inside of mobile with the Memphis blues again” o Adele y “Make you feel my love”. Hay más versiones de Dylan que de los hechos.

 

Dylan nos iguala a todos

Es cierto. Desde un punto de vista humano e incluso intelectual, Bob Dylan nos igual a todos, y no sólo por su indiscutible ascendencia universal. El de Duluth elimina todo lo accesorio y nos hace empezar a cada uno desde el mismo lugar, ese en el que todos ponemos exactamente la misma cara de desconcierto cuando empieza una canción en directo: “¿esta es… “Like a rolling stone”?” La autodeconstrucción y la versión propia sitúan en el mismo plano al estudioso que ya ha asistido a 25 conciertos de Dylan y al que debuta en la experiencia. Da igual todo, no importa lo convincente que sea la cara del que tienes al lado: él tampoco sabe aún qué canción es.

 

Hay una canción para cada momento (literalmente)

Ese hay un momento para cada cosa, tan de madre, cobra un aspecto de realidad indiscutible cuando se habla de la discografía de Bob Dylan. ¿Hay una canción de Dylan para cada momento? Sí, rotundamente. Comprobémoslo. Pongamos que has salido de casa sin paraguas porque de buena mañana hacía sol pero, de repente, a media mañana se empieza a nublar: “A hard rain’s a-gonna fall”. La tormenta te coge en plena calle y te estás empapando sin compasión: “Shelter from the storm”. Mientras vas buscando los balcones te encuentras una tienda que vende paraguas: “I want you”. El vendedor te dice el precio, pero te parece muy caro, y su mirada dice “Don’t think twice, it’s all right”. Por fin llegas al metro, empapado a pesar de todo, y lamentas tu húmeda desgracia en el vagón de cola: “Subterranean homesick blues”. Delante de varias mujeres que, al contrario que tú, se muestran bien equipadas y secas: “Rainy day women #12 & 35”. Y así hasta el infinito.

… y media

Debe de ser complicado entrevistar a Bob Dylan, pero verlo es realmente divertido.

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