La séptima jornada ha sido la de Julieta, Aquarius, de Kleber Mendonça Filho, con una gran Sonia Braga, y Ma’Rosa, de Brillante Mendoza, drama en el inframundo de Manila.
El equipo de Julieta ya se ha instalado en La Croisette y, como es habitual en Pedro Almodóvar y sus troupes, atrayendo la atención cinematográfica y mediática internacional y sobre todo de Francia, con una fidelidad absoluta. Tras la rueda de prensa que ha seguido al primer pase de la película, inaugurando la jornada a la hora de las legañas, el director y sus actores se han reunido con los medios españoles acreditados en el festival desbordando simpatía, satisfacción y esperanza de no salir con las manos vacías en el palmarés. El director de Julieta, afirmaba que lo que esperaba con más ilusión de su visita a Cannes era la alfombra roja de esta noche y la proyección de gala de su película en el Gran Teatro Lumière. Imaginamos que repetir la montée des marches el próximo domingo con muchas posibilidades de ganar será ya puro extásis.
Para responder a la pregunta inevitable por el asunto extracinematográfico que todos tenemos en mente, Almodóvar ha recitado una lección muy bien aprendida y ha afirmado con aparente calma: en eso no fuimos protagonistas, solo actores de reparto. A cinco días de conocerse los premiados con palmas y palmitas, Julieta está entre las películas favoritas, desde luego con la interpretación de Emma Suárez, a la que realizó una excelente entrevista Javier Tolentino en El Séptimo Vicio (Radio 3), recién llegada al hotel Martínez de La Croisette, con la colaboración de EL HYPE en el reportaje gráfico. Podéis leer aquí mi crítica de Julieta y la reseña de Rafa Marí.
Las otras películas destacadas de la sesión del martes 17 han sido Aquarius, dirigida por el pernambucano Kleber Mendonça Filho y Ma’Rosa, del habitual de Cannes, el filipino Brillante Mendoza. El film, protagonizado por una carismática Sonia Braga, presente casi en cada plano, tuvo su faceta anecdótica en la llegada a la alfombra roja de todo el equipo, que mostró pequeños carteles en varios idiomas denunciando el golpe de estado que sufre Brasil y en favor de la democracia. La protagonista del fim recibió una gran ovación a su entrada en la sala, que se redobló al final del pase.
Clara es una reconocida crítica musical, una mujer elegante, culta y feliz en la sesentena, que sufre acoso inmobiliario por parte de una poderosa empresa impaciente por desalojarla del edificio de la avenida Boa Viagem, donde vive. La historia de su vida, su familia, carrera y su forma de vivir están en peligro, como las de tantos otros, en una sociedad agresiva a la que solo motiva el dinero. La casa de Clara con su colección de discos de vinilo, libros, obras de arte, recuerdos de familia, alegre y acogedora, representa un estilo de vida que ya no tiene su lugar en el nuevo Brasil de rascacielos y avaricia urbanística. El guion describe con elegancia y ritmo, puntuando con una maravillosa banda sonora (desde Héctor Villalobos a Maria Bethãnia) y un sonido trabajado con mimo, capaz de crear espacios.
La memoria de las cosas y su amenaza es el tema central de Aquarius, un drama en tres actos producido por Walter Salles, que reflexiona sobre el pasado, presente y futuro de Brasil, a partir de Recife; la pérdida del sentido de comunidad, la vida tranquila de barrio, la playa y el gozar de los pequeños placeres deja un poso de tristeza, a pesar del espíritu luchador de la protagonista para defender su espacio (material y emocional) y el planteamiento algo naïf del argumento. La interpretación de Sonia Braga derrocha sabiduría, clase y seducción, en una película muy asequible a la empatía.
Por otra parte, el habitual del Festival de Cannes, Brillante Mendoza, ha estrenado Ma’Rosa, una película que acompaña durante veinticuatro horas a una madre de cuatro hijos, que regenta un pequeño quiosco y trapichea con cristal. El chivatazo de un conocido, que desea a su vez librarse de una condena, la lleva junto a su marido al calabozo y el director nos describe la corrupción policial que motiva las detenciones, el regateo del rescate a abonar para conseguir la libertad, y la desesperada búsqueda de la suma por parte de los hijos en tan breve plazo.
El estilo de Mendoza, perfectamente reconocible, que describe el mundo de la pequeña delincuencia, la miseria y los obstáculos de todo tipo a que se enfrentan los parias de Filipinas es una marca de fábrica que no abandona ninguna de sus películas. El director describe, pegado a sus personajes en los espacios exiguos, las calles húmedas que casi captamos en su pestilencia de suciedad y cocinas ambulantes, los hábitos de supervivencia y un estilo de vida, donde es más normal tener un karaoke que un ropero.
Las camisetas colgadas de una cuerda, en sus perchas, son el vestuario habitual que la familia va intercambiando y compartiendo como un uniforme; la cadena de favores, triquiñuelas, pequeños préstamos, el juego y el consumo de droga cotidiano se imbrican en la maquinaria policial, parte también de esa comunidad de vecinos, familiares, prestamistas, delatores, cuyos roles cambian de un momento al otro desempeñando el papel que les toca en cada momento, como víctimas o como verdugos. Ma’Rosa es un filme interesante aunque acomodado en un estilo y pretensión que no le favorece, nos gustaría más ver qué pasa con Brillante Mendoza cuando sale de su zona de confort.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!