Tras la confirmación del nos vamos de aquí que la población británica ha dicho al referendo que les proponía abandonar la Unión Europea, a.k.a. Brexit, los viejos fantasmas que colocó Charlie Brooker en el imaginario de quienes veían su genialérrima Black Mirror de la Channel 4, ahora con nueva vida en Netflix, han vuelto de forma irremediable. No porque Brooker previera el divorcio entre británicos y europeos, sino porque uno de sus capítulos más eminentemente políticos, “The National Anthem”, funciona como un tiro cuando es comparado con la nación que ayer veía caer su bolsa más de un 10%.
La ciencia-ficción, cuando elocuente, siempre ha sabido prever las piedras con las que tropezaría la sociedad occidental, la más fácil de vaticinar por su previsibilidad. Principalmente porque, a priori, es más sencillo (y fascinante) sumergirse en las próximas debacles sociales, culturales y estructurales del capitalismo que en las de un Segundo y Tercer Mundo, con tantas coyunturas socioeconómicas inestables por resolver.
George Orwell ya se devoró al imperio británico en su visionaria (y tan traída) novela 1984, en la que un estado vigilante (o Gran Hermano) ejercía un control excesivo sobre sus ciudadanos. Por suerte, esa clase de fascismo controlador sólo mostró huellas de sus garras en los modelos de escucha de la Patriot Act estadounidense que filtró Edward Snowden.
Charlie Brooker, que con su Black Mirror (2011-) heredaba mucho del legado Orwell, también asestaba duros golpes de ariete a las puertas de un Reino Unido sumergido en plena crisis como consecuencia del golpetazo financiero de 2008. En ese sentido, “The National Anthem” podía ser una analogía de cómo un factor externo imprevisto, la caída en picado de los mercados, podía hacer que un Primer Ministro acabara fornicando con un cerdo para salvaguardar la confianza en el proyecto democrático nacional. Pero es un panorama metafórico abierto a interpretaciones, de ahí que se traslade de forma tan sencilla al trascendental momento actual.
David Cameron, que de inmediato presentó su dimisión, ganó unas elecciones casi sin quererlo. Y en esa línea, el Primer Ministro se comprometió a convocar un referendo sobre la continuidad británica en Europa pese a que no era una exigencia sine qua non para su mandato. Es ahí donde entraron las influencias de su propio partido conservador y del UKIP (los eurófobos ultraderechistas que lidera ese sinvergüenza llamado Nigel Farage), principales provocadores de que esa follada de cerdo que ha acabado saliéndole rana a Cameron tuviera lugar. Es decir, Cameron partía en un viaje innecesario hacia el agujero rosa de un animal que le superaba en relevancia histórica: el referencerdo.
Nadie pedía un cerdo hasta que UKIP y conservadores lo pusieron en el escaparate. Y Cameron, casi sin darse cuenta, accedió a sacar al gorrino de paseo, pensando que nadie le obligaría a compartir cama con él. Pero cuando todos los elementos del Estado quedaron en entredicho por haber exhibido al cerdo (¡los medios!), fueron ciudadanos y consejeros (tanto en la serie como en la realidad) los que acabaron por presionar lo suficiente como para hacer del referencerdo una realidad.
Los ciudadanos querían taparse los ojos mientras veían a su Primer Ministro penetrar a un cerdo de la misma manera que miraban a otro lado cuando su voto en favor del Brexit hacía desplomar todas las bolsas del continente europeo. Y tanto como los ciudadanos nunca iban a poder dejar de ver a ese líder con los pantalones por los tobillos, tampoco nadie olvidará el desastre político de un Cameron derrotado que tendrá que abandonar Downing Street en octubre.
¿Y quiénes quedan? Farage y compañía. Este vídeo resume perfectamente las presiones populistas que han abanderado en los últimos meses en favor del Leave. Tras ver la fornicación en directo, y esa libra en el valor más bajo de los últimos 40 años, a ellos lo único que les queda es colgarse del techo y dejar que Reino Unido, abandonada a su suerte, encuentre su sitio en un mundo en el que ya nadie les entiende (aunque todos parezcan encaminados a seguir los mismos derroteros y errores gorrinos).
Y sí, a los del sur nos tocará aguantar al majo de Waldo.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!