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“Youth”, de Paolo Sorrentino y “Dheepan”, de Jacques Audiard en Cannes

En Cine y Series sábado, 23 de mayo de 2015

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Un decepcionante Sorrentino y un poco más que correcto Audiard no cubren las expectativas.

Youth, de Paolo Sorrentino, llegó al 68 Festival de Cannes con la expectación levantada por el triunfo de La gran belleza, en 2013. Por desgracia, el film no ha estado a la altura y el talento tan plástico de su director se ha reducido a una serie de imágenes de esteticismo manierista, ausente la carga simbólica y el conceptualismo alabados en anteriores propuestas, a cambio de un decadente adocenamiento, que sustituye la provocación por la compasión.

Michael Caine en "Youth"

El atractivo reparto de Youth (y tomen nota del sonrojante papel interpretado en pretendida autoparodia por Jane Fonda), en el que dos octagenarios artistas, amigos desde la juventud, coinciden en un balneario suizo, hacía esperar al menos fuegos artificiales. Sin embargo, el encuentro nos deja pendientes de esa gran escena, propuesta o diálogo que nunca llega. Michel Caine y Harvey Keitel cumplen gracias a su indiscutible nivel, pero nos privan de ese mano a mano en el que hubieran brillado y firmado un gran papel, si alguien se lo hubiera escrito.

Los diálogos tan previsibles (bochornoso el de padre/Caine-hija/Weisz), pasando por todos los tópicos del envejecimiento: la salud, el sexo, el repaso a los arrepentimientos y los fiascos familiares, el éxito profesional, que jamás asegura nuevos triunfos, así como las últimas oportunidades… no falta de nada en Youth. Bueno, sí, la originalidad de hacernos olvidar que ese tema lo hemos visto mil veces. Y nos viene a la cabeza Nani Moretti, que declaró a propósito de Mia Madre que lo que le interesa no es contar una película original, sino contarla de otra manera.

Youth (Paolo Sorrentino, 2015)

Youth (Paolo Sorrentino, 2015)

Los personajes secundarios, y abundantes, ya querrían incorporarse a la acción con la fresca sensación que causan los de Wes Anderson, pero los de Sorrentino parece que estén a punto de venderte un coche o un contrato de telefonía móvil. Por otra parte, la elección de un balneario para plasmar un impasse en las vidas de quienes dedican un retiro a la introspección ha sido tan presente en el cine y la literatura y en novelas adaptadas al cine, que cualquier creador con la suficiente humildad se añadiría a la lista únicamente con algo nuevo que aportar o referenciar. Si La gran belleza presentaba La dolce vita del siglo XXI no podemos decir lo mismo de Youth y Ocho y medio. Sorrentino no está a la altura y lo lamentamos.

Dheepan (2014, Jacques Audiard)

Dheepan es el nombre de un guerrillero tamil que, con pasaporte falso y familia improvisada (una niña huérfana y una joven desesperada sin hijos), consigue ser aceptado como refugiado en Francia y comenzar una nueva vida.  El director de Un profeta dirige Dheepan, una película que bascula entre la gestión del dolor, la reconstrucción personal y la presión recibida por el entorno, que en ocasiones deviene un obstáculo y una prueba de fuego  para el éxito de sus intenciones.

Es en este fallido equilibrio a nivel de guion donde hace aguas el film, porque Audiard se mueve mejor en los recovecos íntimos de esa familia ortopédica y decidida a salir adelante que en la relación del protagonista con los gánsters de barrio, más postizos que su hija “adoptada”. A pesar de todo, la historia se narra con excelente ritmo, una de las especialidades de Audiard, que puede permitirse el placer contener nuestra respiración a su voluntad.

Dheepan (2014, Jacques Audiard)

Para un ex-guerrillero, el saber moverse en un ambiente de nueva violencia, cuando hace dos días vivías en un infierno y rechazas por convencimiento cualquier tipo de agresión, también es un tema universal. Poner a prueba la templanza de quien ya no se asusta por nada es un hermoso leit motiv, por universal y por esperanzador, ya sea en Irlanda del Norte, el Far West o los Balcanes, pero Jacques Audiard se luce en el microcosmos y las sutilezas emocionales, en las que, por desgracia, no percibimos un reflejo de la ira y la contención causadas por el ámbito externo, en definitiva el motor que ha traído a Dheepan hasta aquí.

Otra de las joyas programadas en la sección “Un certain regard” ha sido Taklub, de Brillante Mendoza, una película sobre la supervivencia tras el tifón Hayan que asoló Filipinas, transformando a los más desposeídos en dueños de nada. La historia de dos familias y su actitud ante la tragedia, la pérdida de varios de sus miembros y los esfuerzos por reconstruir, buscar soluciones y también explicación son descritas sin truculencia ni morbosidad, más bien con sobriedad y sin pretensiones compasivas.

Taklub (2015, Brillante Mendoza)

La apertura del film con el incendio de una tienda de campaña en el campamento de refugiados, en el que mueren una madre y todos sus hijos, introduce la clave y el punto de vista del director. La pérdida sobre la pérdida, la nada sobre la miseria, la ausencia o dificultad de hallar recursos con qué prosperar y enfrentarse a la desolación serán representados con diferentes soluciones, destacando la devoción religiosa, planteada como tabla de salvación. Los penitentes arrastrando cruces sobre el fango componen una imagen de profundo significado, sobre el sentimiento de culpa y el ansía de expiación como un factor invalidante, que bloquea el renacimiento tras el desastre.

Brillante Mendoza parece dirigirse a sus propios personajes antes que al espectador, para que abran los ojos y encuentren la causa de tanta desgracia, les habla con su propio lenguaje (un fragmento del Eclesiastés) en el cierre de la película, reafirmándoles en su abandono de la superstición, instando a enterrar a sus muertos y confiar en su propio poder de salvación.

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