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Cine y Series

Where is my mind? + El club de la lucha

En Música, On connaît la chanson, Cine y Series jueves, 29 de mayo de 2014

Joan Pons

Joan Pons

PERFIL

Vuelven Pixies. Nuevo disco, Indie Cindy, tras veintitantos años y nueva gira que los trae de nuevo a los escenarios españoles esta semana. Podremos debatir el presente del grupo tanto como queramos, pero su pasado sigue siendo indiscutible: son una de las cimas del rock más inquieto, alternativo o no. Incluso cuando el cine echaba mano de sus canciones, como en El club de la lucha, seguían acertando en la diana.

El club de la lucha (1999, David Fincher)

A El club de la lucha siempre le he puesto muchos peros y quisquillas: es un ensayito nihilista en clave revista de tendencias, David Fincher sobre-dirige y quiere ser más protagonista que nadie, su trampa argumental es como de redacción de enseñananza secundaria (los dos personajes son en realidad… ¡la misma persona!), adapta la astracanada novela de Chuck Palahniuk tomándosela excesivamente en serio, en un sentido literal y extirpándole todo el humor negro, blablabla…

Pero,  por mucho que guste de meterme en discusiones bizantinas, reconozco que cuando llega la secuencia final y el mundo híper-civilizado se desmorona al son de Where is my mind?, entonces me callo y hasta estoy tentado de daros la razón: sí, la peli es un emblema generacional, sí, la peli captura el angst en la sociedad de la ofimática y sí, la peli es un puntapié en toda la espinilla. Pero, seguramente, para mí lo es gracias a Pixies, no gracias a Fincher, Palahniuk, Norton, Pitt, Bonham Carter o Meat Loaf.

"Where is my mind?". Pixies

Aunque Pixies habían marcado un antes y un después en el rock alternativo de finales de los 80, principios de los 90, la inclusión de canciones del grupo de Boston en bandas sonoras no era especialmente relevante hasta El club de la lucha. Sonaban de fondo en Casada con todos (madrugador Jonathan Demme, que metió Isla de encanta en esta BSO ya en 1988), en Solteros, en Kicking And Screaming, en Un Asesino muy especial, en A matter of degrees… pero no significaban. Eran sólo hilo musical (escogido con muy buen gusto, eso sí) y basta.

Flaco reconocimiento a un grupo con un imaginario cinematográfico riquísimo (sci-fi de serie B, Buñuel, Lynch…) que merecía que el cine les engastara en alguna secuencia para la posteridad. Y eso es exactamente lo que sucedió en El club de la lucha en 1999. Dentro del soundtrack de los Dust Brothers en plan caos hi-tech, despuntaba como excepción una de las canciones más pop del disco Surfer Rosa de Pixies: Where is my mind? y sus célebres uuu-uuuhs.

Más allá de que la letra del tema encajara perfectamente con los errores de conexión y cableado dentro de la cabeza del personaje de Edward Norton-Brad Pitt, esta composición mecía como un vals disfuncional el derrumbe personal, moral y social que se ponía en imágenes en el alegórico tramo final de la película. La poesía de la destrucción. Porque, si el mundo se acaba, mejor que nos pille a todos escuchando a Pixies.

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