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«Versalles», entrevista con Andrés Clariond

En Entrevistas, Cine y Series miércoles, 19/11/2025

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

En la sección oficial del 29º PÖFF Festival Internacional de Cine de Tallin, brilló la película mexicana Versalles, dirigida por Andrés Clariond, un cineasta de agudo bisturí, que conoce bien los resortes de la política y la sociedad de su país. El director encuentra la forma de satirizar y elevar a categoría sus objetos de estudio, helándonos la carcajada y transformando el localismo en arquetipo universal.

En Versalles, la caída de un político se convierte en el punto de partida para una deriva tan absurda como inquietante. Tras ver frustradas sus aspiraciones a la presidencia de México, Chema y su esposa española Carmina se retiran a una hacienda rural donde la derrota pronto se transforma en fantasía: deciden autoproclamarse monarcas de un reino imaginario, convierten al personal doméstico en cortesanos y despliegan un ceremonial cada vez más extravagante. Lo que empieza como evasión adopta tintes delirantes, con rituales caprichosos, castigos arbitrarios y una reconstrucción grotesca del poder, repleta de símbolos.

¿Qué ocurre cuando el poder deja de ser un ejercicio institucional para convertirse en una fantasía sin límites?

El filme dialoga con la sátira política y el humor negro reinterpretando los excesos de la aristocracia francesa desde la óptica de la política contemporánea. Su fuerza reside tanto en la ironía y la estilización visual como en las interpretaciones de Cuauhtli Jiménez (Finlandia, 2021) y Maggie Civantos, que encarnan una relación marcada por la ambición, la manipulación y la progresiva ruptura con la realidad. A partir de este universo deformado, Versalles plantea una pregunta central: ¿qué ocurre cuando el poder deja de ser un ejercicio institucional para convertirse en una fantasía sin límites?

Versalles Versailles

Estreno mundial

Nos encontramos en Tallin con Andrés Clariond, que acude a la entrevista con una amplia sonrisa, tras el sold out de su película en el festival y haber tenido una acogida inversamente proporcional al frío estonio. La proyección de Versalles supuso su estreno mundial y el director nos confesó su inquietud previa al enfrentarla al público del país báltico: «Estaba nervioso porque había mucha expectativa, porque es una película que toca temas universales, pero a la vez tiene cosas muy mexicanas y venir a un país tan lejano, con una cultura tan ajena… quién sabe cómo iban a reaccionar. Y además presentamos en la sala principal llena, todo vendido, pero hubo muy buenas reacciones. Es una comedia que genera risas incómodas. No es de carcajada, pero hubo mucha risa incómoda, mucho interés, la gente se quedó mucho para el Q&A. Según comentó el moderador, nunca había visto reaccionar tanto al público, eso es una buenísima señal».

Política y sociedad

Clariond ha escrito todas sus películas, aunque en Versalles contó por primera vez con un coguionista (Alo Valenzuela). En las anteriores, el director ya dejó aflorar algunos de los temas que ha explorado  aquí, por ejemplo, en la premiada Hilda (2014) nos ofreció un estudio de la relación entre criadas y señoras, y él nos lo confirma: «Creciendo en México, el tema de las clases sociales siempre me llamó la atención, sobre todo viniendo de una vida privilegiada y viendo eso desde niño. Yo crecí en una sociedad muy conservadora, fui a escuela de curas. Toda esta visión muy de derechas siempre me chocó y me dejó con muchas ganas de ser transgresor y de burlarme de todo eso. En una escuela de curas hay muchas cosas que no puedes decir, además eran de extrema derecha, aún peor. Así que en mí siempre estuvieron esas ganas de romper los límites y eso se traduce en mi cine.»

El mundo de la política no es ajeno al director mexicano, ya que es también editorialista de Reforma, «Llevo muchos años analizando a políticos, escribiendo de política y a mí me interesaba hablar de ese periodo cuando ya no están en el poder, que se me hace muy interesante, porque si yo me pongo en sus zapatos y pienso que durante tantos años tienen ese trato de casi realeza, donde estás rodeado de aduladores y todo te lo solucionan y eres como un rey, pero que cuando vuelven a una vida normal debe de ser algo muy duro. Y yo quería explorar eso, era mi curiosidad.»

Versalles Versailles

Los excesos a los que finalmente se entrega el protagonista nos hacen pensar que la falta de empatía, la ambición y la capacidad de ser hipócrita debe estar en el ADN de un político profesional, «Sin generalizar, ya que conozco gente que busca hacer el bien en política, te diría que sí creo que es un ambiente propenso para ese tipo de vicios. Yo creo que el poder trastorna a la gente, y no deja de ser muy humana esa necesidad de aplauso, de reconocimiento. Aquí lo tenemos todo, por eso creo que en la película se puede identificar cualquiera, aunque tenga un tema político, habla de cuestiones muy universales.»

Sátira y humor negro

Clariond utiliza la sátira con toques surrealistas, pero también  muchos símbolos, el más evidente el de la corona, que nos hace pensar que todos queremos lo mismo, y que solo necesitamos una oportunidad para actuar de una forma que pensaríamos que jamás lo haríamos. «Fue totalmente deliberado, es la tentación del poder —confirma—, aquí llevado a la exageración. Pero sí, yo creo que no sabemos cómo reaccionaríamos en esa situación». En la escena en que Chema presume con su nuevo accesorio real, nos enfrentamos a dos diferentes reacciones, el alcalde que está de visita siente la tentación de coronarse, mientras que el asistente del político duda al abandonar el despacho, pero sin que nadie se lo pida, hace una reverencia. No puede ser más ilustrativo, se es aspiracional o servil. En un país republicano como México aún es más relevante esta escena: «Y mira que nosotros no tenemos la exhibición del poder y  la experiencia con la realeza. Pero sí hay este halo que se le da a las figuras públicas y a los políticos. Por un lado se les odia y por otro lado se les admira por poderosos, por muchos casos ricos. Ahora en mi estado tenemos una pareja muy joven gobernando, obsesionados con las redes sociales, y él sale haciendo ejercicio sin camisa todos los días. Y son muy populares, pero no son populares por su gestión, sino por guapos, ricos y famosos».

Esa veneración suele durar hasta la caída en desgracia: «Sí, sí. Hay mucha gente que lo que quisiera es estar ahí, actuaría igual que ese político que critican ellos, llegando ahí harían lo mismo». Pero el final de Versalles es mucho más realista que el camino a la guillotina: «En México todos los días hay escándalos de corrupción, millonarios, se pasa al día siguiente y nadie dice nada, no se hace nada».

Los símbolos que utilizan los guionistas nos transportan al mundo del subconsciente, a la fusión de religión y estado, a la necesidad ancestral de venerar las reliquias, pero también representan la imposibilidad de la comunicación, la soledad enloquecedora de la cima. «El conejo que adopta Chema nos remite a la naturaleza muerta, a la época de los castillos y la realeza, pero más que nada también era un recurso para que él tuviera alguien con quien se abriera y que conociéramos un poco más. Porque siendo un personaje tan hermético y que en su relación de pareja no se comunica, necesitábamos algo así. Y se nos ocurrió que era como un bebé. Y que cuando él le dice a ella, ‘pues es como tu hijo’, dice no, el conejo no va a ser mi hijo».

Delirios y realismo

Los delirios del político frustrado en su ambición son retratados por Clariond sin recato, pero ¿se autoimpuso algún límite? «Pues yo le doy a todo a morir. Yo disfruto mucho y además disfruto de ser políticamente incorrecto, porque ya sabes que ahora tienes que tener mucho cuidado con eso también. Y yo me dejo ir. Lo que sí me gusta es plantear escenarios realistas que se van descomponiendo y se van al absurdo. Porque lo que a mí sí no me gusta es que alguien vea la película y diga que es una fantasía, más bien quiero que alguien vea y diga, esto podría pasar, está muy loco, pero podría pasar».
Andrés Clariond

Andrés Clariond. Foto: Mia Tohver (29 PÖFF).

En la película, la pareja protagonista no puede tener hijos, pero arrebatan su hija al capataz, cambiándole el nombre y esto tampoco es totalmente fantasioso: «Bueno, esta pareja que te digo de mi estado, saca a bebés huérfanos de la institución para las redes sociales y para fotografiarse con ellos. Sí, sí, es que está tan loca la situación que ya todo es posible. La mujer de Chema es española y con esta elección, Clariond pudo expresar algo más: «También eso es importante, porque era una manera de hablar de la herida que tenemos los mexicanos sobre la conquista. Y además este personaje que, a pesar de haber sufrido racismo, ha elegido una mujer de belleza occidental, revela una incongruencia muy fuerte, él creció en una cultura donde se valora eso y él se siente un triunfador por tener a su princesa occidental rubia de ojos verdes. Es así como un trofeo».

La borrachera de dorados, molduras y barroquismo nos recuerda que Chema no es totalmente un personaje de ficción y que su actitud nos resulta demasiado familiar, no podemos dejar de pensar en la remodelación del Despacho oval que acaba de diseñar Trump, «Creo que todos los políticos sueñan con esa grandeza de los palacios. Se imaginan reyes en el fondo de sus fantasías. Yo creo que no lo pueden evitar».

Europa y América

Versalles describe un proceso gradual de pérdida, que comienza cuando el gobernador se ve apeado de la carrera a la presidencia, y el director lo describe con escenas antológicas, como la del bautizo del bebé del capataz, «Es un descenso a la locura —confirma—, pues en una manera muy perversa. Pero sí, yo creo que todo esto que hacen de sentirse reyes es para ellos satisfacer esa necesidad que ya no pueden cubrir. Y sobre todo es la manera que ella tiene para recordarle a él lo que le gusta el poder, y para que vuelva al camino».
Tampoco falta la romantización de la pobreza, convirtiendo a los empleados en tableaux vivants, para la cámara de Carmina: «Eso también era un punto muy importante, porque además eso es muy común de los europeos hacia Latinoamérica, que nos ven a veces medio como animalitos exóticos. Cuando yo hice mi primera película, que hablaba de una familia de clase alta y así, me decían en Europa, bueno, pero ‘¿Dónde está México aquí?’ Pues ellos querían la crudeza. ‘¿Y dónde está el dolor y las matanzas y los narcotraficantes?’…» Algo así sucedió a la inversa con Emilia Pérez en México, ¿no? «Sí, fue muy, muy, muycontrovertido. Sí, es que siempre que un extranjero venga y te ponga el espejo, pues pasó con Buñuel y Los olvidados. Ya sabes que la odiaron en México, la querían censurar y ganó el premio al mejor director en Cannes  y se echaron para atrás».

La puesta en escena de Versalles es muy elocuente, los encuadres nunca son gratuitos, «Sí, trabajé mucho con el fotógrafo, hicimos un shotlist y luego además escogimos este formato que no es tan usual, que en lugar de que sea a lo largo es a lo alto, para que todo se viera grandísimo, bellos, grandes, la hacienda grande, todo grande. Y le dimos este tono de colores como de película de época, muy contrastados, muy intensos».

Los actores de Versalles

En cuanto al proceso de casting, Clariond nos comenta qué fue lo que le motivó a elegir a sus protagonistas, «Pues mira, para el personaje de Chema vi a actores del tipo que andaba buscando. Primero en vídeo, habré visto unos diez, y luego hice callback a dos para verlos yo y dirigirlos. Y escogí a Cuauhtli Jiménez porque dio una interpretación con vulnerabilidad. De repente, cuando tú le dices a alguien ‘interpreta un político’, se va al cliché del poderoso y gritón y eso, pero de repente él se fue por un lado más vulnerable y me gustó mucho».

En cuanto a Maggie Civantos: «Vi algunas opciones, no de casting, pero de entrevistas. Y un día que estaba en la caminadora me salió un anuncio de la serie Express, donde salía Maggie. Dije ‘ay, esta actriz puede ser’. Y ya me puse a ver todo su trabajo y me gustó mucho y hablé con ella y se entusiasmó. Y para todos los demás personajes también hubo casting. Es interesante porque los secundarios, la gente que trabaja ahí en el campo, los empleados domésticos, son actores de mi ciudad, esa ciudad norteña de la que te hablo, y son actores de teatro, esta es su primera película, entonces me siento muy orgulloso».

Nos despedimos del director mexicano hablando de su próximo proyecto, que no acaba de estar decidido todavía, nos confiesa que está barajando varias opciones: «No tengo algo en concreto, me quiero ir más por tono. Me encanta el humor negro, me fascina, es lo que más disfruto. A lo mejor me iré por algo más ligero, ya no tanto tormento, ya tuve suficientes personajes atormentados». Respecto a la reacción de su película cuando se estrene en México, no espera tibieza: «Ah, bueno, pues va a ser fuerte, porque ahí estamos muy politizados y muy polarizados. Es un tema que interesa mucho, tengo mucha expectativa sobre la reacción allá».

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