El canal Lifetime emite su primera buena serie (de verdad) en este retrato de los realities con Shiri Appleby y Constance Zimmer.
En una de las escenas del cuarto episodio de UnReal, la productora jefa del reality de citas protagonista, Quinn (Constance Zimmer), grita a su equipo de rodaje: ¡Vendemos amor verdadero, chicos!. Tras el corte, Adam Cromwell (Freddie Stroma), el conquistador al que se le da la posibilidad de encontrar al amor de su vida entre un abrumador elenco de mujeres bellísimas, hace abdominales para mantener en forma su buen ver. Y efectivamente, “vender” es la palabra que mejor se adecua a los caracteres de los personajes de UnReal, una de las revelaciones en la televisión norteamericana en este comienzo de verano.
Enmarcada en la programación de Lifetime, un canal de cable amante de lo femenino y del white drama, UnReal toma como eje la producción de un reality del más puro estilo The Bachelor (la versión no friki y con príncipe de nuestra españolada de segunda, Un príncipe para Corina) para presentarnos a Rachel (la siempre genial Shiri Appelby), una talentosa productora que vuelve a los ruedos que la vieron crecer tras varios problemas con la justicia, el alcohol y una personalidad de alto voltaje. Claro que aquí, en UnReal, hablar de talento es hablar de tener instinto para el conflicto y la “buena televisión”, esa clase de subproducto que con tanta vehemencia se venera en este país agotador. Ya saben: Quién quiere casarse con mi hijo (del que soy muy fan, así, hipócritamente), Mujeres, hombres y viceversa, etc.
UnReal pone en perspectiva, y con un negro tan subversivo como elocuente, la gestación y desarrollo de ese submundo de patetismos, desprecios, mala hostia e individuos egoístas y despreocupados que valoran quemarlo todo antes por un mísero pico de audiencia (o un ascenso). Es ahí, sobre todo gracias al medido piloto, donde UnReal se vuelve más trascendente e importante. Probablemente también donde la mayor parte de la audiencia que la empezó a ver ha sacado su mejor excusa para abandonarla. Porque les aviso, los ratings de UnReal juegan peligrosamente con su pronta cancelación.
Y es una verdadera pena, porque estamos ante una serie que no sólo es capaz de revolver el estómago a quienes hemos reído a carcajada limpia con los programas contra los que arremete, sino que además su estudio de personajes, el reparto que lo engalana o el marcado toque culebronesco que la propia esencia realitera le confiere al asunto aportan la suficiente gravedad como para que UnReal marque muchos goles.
De sus creadores, y de los ejecutivos de Lifetime, dependerá que la serie no desvaríe demasiado en los mismos vicios que le critica a los realities en los que se mira, aunque por el momento parece que su único defecto es el caricaturado carisma de su actor más fallido, el excesivamente cómico y pasado de rosca Craig Berko. De él puede depender que UnReal se salga de sus nuevos y preciosos raíles. Nadie lo quiera.
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