En pleno apogeo de la Nueva Comedia Americana, y lejos de Estados Unidos, un director español se desmarcó de cualquier prejuicio y firmó algunas de las comedias más finas del cine reciente. Una de estas películas, Tres bodas de más, se convirtió en un hito. Una rareza. Se trataba de un filme que podía mirar a los ojos del cine mainstream americano sin ruborizarse. Podía, de hecho, estar a la altura de una cinta de Apatow. Superaba, con creces, algunas de las comedias románticas que arrasaban en la taquilla global; Sus pilares eran el chiste que se gesta en el montaje, en el gesto de los actores y en el ritmo propuesto por la banda sonora, y una mezcla entre el gusto por el imaginario americano en torno al género y el conocimiento de la historia del cine más local.
Algo de todo esto hay en Anacleto: Agente secreto, una película de espías que es más bien una comedia, con dosis de romance y con una historia tierna y emotiva en torno al hecho de emanciparse y de entender los vínculos afectivos familiares. De hecho, con Anacleto: Agente secreto, el director Javier Ruiz Caldera se confirma como el máximo conocedor (una diría, casi que explorador, o explotador, en el mejor sentido del término) de la cultura popular.
Ruiz Caldera parte del personaje creado por Vázquez para apuntar hacia un sinfín de referentes. El protagonista es un espía de otra época, ataviado con un impecable traje negro y blanco, con una elegante pajarita, y que tiene el rostro de Imanol Arias. Le acompaña en la aventura su indolente hijo, un vigilante de seguridad, en plena ruptura con una novia que está harta de su incapacidad a la hora de tomar decisiones. El chico responde a los rasgos de un Quim Gutiérrez, un actor que Ruiz Caldera parece obsesionado en convertir en icono del humor. La idea es maravillosa: a partir del espía desfasado, Ruiz Caldera construye una crítica a los tiempos actuales, azotados por unos recortes que parecen haber enterrado las estructuras burocráticas en un túnel del tiempo. La época de la película es incierta: es una actualidad sin iPhones, pero con teléfonos móviles. Y en la que el espía Anacleto tiene su oficina en el edificio de correos, donde todo parece antiguo, como si el tiempo no hubiese pasado desde que Vázquez dibujó al personaje.
Lo mejor de Anacleto: Agente secreto sigue siendo la comicidad. Las escenas de acción de la película confirman que filmar peleas a patadas o a puñetazos no es tan fácil como parece; Y las escenas de humor dejan claro que, aunque hacer reír es tremendamente difícil, la carcajada no es ningún misterio para Javier Ruiz Caldera, uno de los grandes de la comedia actual, tanto española como universal.
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