Entre las películas en concurso, pocas despertaban tanta expectación en la Mostra de Venecia como The Voice of Hind Rajab. Desde su anuncio, quedó claro que la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania había decidido situar el cine en el corazón del horror contemporáneo: el genocidio en Gaza. Su punto de partida es la historia real de Hind, una niña palestina de seis años que, atrapada en un coche bajo el fuego israelí, logró llamar a la Media Luna Roja.
Lo insoportable no es solo la espera interminable de auxilio, sino el hecho de que permaneció durante horas encerrada entre los cadáveres de sus familiares más cercanos, consciente de que la madre la esperaba en casa sin saber que jamás volvería a verla. Ese detalle convierte el relato en un testimonio atroz del miedo y el sufrimiento, donde la inocencia se enfrenta sola al horror absoluto de las atrocidades del Estado israelí.

Saja Kilani en The Voice of Hind Rajab de Kaouther Ben Hania.
La grabación real de aquella llamada se convierte a pocos minutos del inicio del largometraje en el centro de la narración. Ben Hania evita la representación directa de la violencia, dejando que sean el sonido, el silencio y el tiempo los que transmitan el peso insoportable de la situación. El terror se mide en los minutos que se acumulan, en la respiración temblorosa de la niña y en la impotencia de quienes intentan alcanzarla sin conseguirlo.
Algo que implica directamente los miembros de la Media Luna Roja, convertidos en figuras trágicas a testigos del horror. Aquí la elección estilística es decisiva: la cámara se acerca a sus rostros con planos cerrados, recogiendo lágrimas contenidas, miradas rotas, gestos mínimos, pero también frustración y desasosiego. Los movimientos de cámara son contenidos, casi asfixiantes, reforzando la sensación de impotencia. Un trabajo visual que amplifica el sufrimiento de los rescatistas, que escuchan la voz de Hind sabiendo que quizá no no conseguirán que la ambulancia para el rescate llegue a tiempo. Algo que se logrará con gran dificultad pero que será frustrada en manera terrible por la destrucción del medio de socorro por el ataque sin excusas de la artillería israelí.

The Voice of Hind Rajab de Kaouther Ben Hania.
En este cruce entre documental y dramatización, los intérpretes palestinos no “actúan” en un sentido convencional, sino que reviven la memoria de un hecho todavía abierto, con momentos en que en un móvil se cruzan las verdaderas imágenes de los momentos del intento de rescate con los de la ficción. La frontera entre representación y realidad se disuelve, y el espectador se encuentra dentro de un espacio donde el cine es en cada minuto también ceremonia de dolor compartido.

Motaz Mahlhes en un momento de “ The Voice of Hind Rajab” de Kaouther Ben Hania.
Ben Hania ya había explorado las tensiones entre ficción y realidad en películas anteriores, pero aquí lleva esa búsqueda al extremo. Con una austeridad formal que prescinde del exceso y apuesta por la contención, transforma la pantalla en un lugar de resistencia política y ética. The Voice of Hind Rajab no se limita a contar una historia: devuelve humanidad a una voz perdida y obliga a mirar de frente aquello que muchos medios del llamado occidente civilizado prefieren no enseñar en los periódicos y en los noticiarios oficiales.
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