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Cine y Series

The Night Of: de cuando hacen falta lagunas

En Pérdida de series, Cine y Series sábado, 3 de septiembre de 2016

Emilio Doménech

Emilio Doménech

PERFIL

En el primer episodio de The Night Of, la nueva serie limitada de HBO que terminó su primera temporada el pasado domingo, Nazir Khan es un joven de padres paquistaníes al que detienen por un brutal asesinato que el espectador no sabe si ha cometido.

Previo a las esposas, Naz conoce a la severa y repetidamente apuñalada como una chica de clase alta que deambula por el downtown neoyorquino en busca de un taxi. Naz había cogido prestado el coche amarillo de su padre para ir a una fiesta en Manhattan y, cuando ella se sube a la parte trasera, él decide no echarla como sí había hecho con otros dos chicos apenas unos segundos antes. ¿La razón? La misma por la que había cogido el taxi de su padre: ligar.

Bajo el increíble abanico cromático de Nueva York, los dos jóvenes circulan por la metrópolis sin destino claro. Buscan una playa; la que sea. El tinte morado del fondo y el paseo flotante del coche son parte de un cuento que se respira romántico, pero que huele a turbio. Y es tras un despunte de drogas, alcohol y sexo que la mirada de Naz se pierde por completo. Despierta en medio de la cocina (y no en el cuarto junto a su nueva amiga), para descubrir instantes después que ella ya no está con él, que ella está tumbada, agujereada, ensangrentada… y muerta.

The Night Of

La laguna intermedia que despierta la incertidumbre de saber si Naz ha cometido la atrocidad importa poco, pues la simpatía va de su lado, en tanto que el punto de vista del episodio le ha tenido a él como protagonista hasta ese momento. A él y a su forma de mirarla durante: como uno de esos personajes naíf de relato adolescente que dejan de soñar cuando la chica que les había besado el día anterior está hoy de nuevo con el quarterback; y después: con los ojos aguados bien abiertos y una córnea temblorosa que busca la puerta de salida para no ser señalado culpable.

Mediante esa primera media hora, The Night Of ya no aspira a ser un whodounit [quién ha sido] y sí a un howhedidntdoit [de qué manera no ha sido él]. Está ahí el porqué de que la dirección de Steve Zaillian en el piloto adquiera una perspectiva tan posicional y pausada. El nervio contenido sirve así para que las miradas, las sospechas y los susurros sumen al cabreo de quienes necesitan que Naz encuentre un subterfugio para salir airado de semejante marrón homicida. Estos son los que miran atentos frente al televisor.

Porque sujeta al amarre de Naz como un, parece, inocente injustamente encarcelado, a The Night Of le sirven pocas florituras para alimentar lo que ya es de por sí un argumento poderosísimo. Basta con la fuerza de la interpretación de Riz Ahmed para aguantar el piloto y hacer de la primera hora y media de duración una narración tan frustrante como adictiva.

Es por esa razón, también, que en cuanto la serie abandona (por pura necesidad) esos compases iniciales en comisaría, The Night Of decae. Cobran protagonismo la algo apresurada transformación de Naz en Rikers, esa terrible prisión sobre la que tanto pesa la burocracia judicial del estado de Nueva York —y si no, lean este increíble y tristísimo artículo en The New Yorker—; y la investigación llevada a cabo por sus dos abogados: Jack Stone (impresionante John Turturro) y Chandra Kapoor (Amara Karan).

The Night Of

Es en Turturro donde la serie se permite pivotar sin perder demasiados puntos. Pero no por lo que Turturro es (o no) capaz de resolver por su cuenta, sino por su relación con Naz y con el peso que tiene el caso en su vida real, su alergia y su nuevo gato. Porque el monto de decisiones que suman a la factura de Stone, en el momento en el que decide representar a Naz, convierten al personaje en un eje primordial para mantener a flote lo que, de otra manera, podría haber sido otro convencional thriller de crimen y abogados.

De la misma manera, la fiscal Helen Weiss (Jeannie Berlin en busca de un Emmy que debería ganar) y el sargento Box (bien Bill Camp) se plantean como duros escollos en una batalla legal que somete a todos a disyuntivas harto complejas. Es un enfrentamiento que, llegado el final, saca a flote las virtudes y defectos de los personajes, pero que, sobre todo, pone sobre la mesa las lacras de un sistema judicial y penitenciario capaz de destruir decenas de vidas cada semana.

Es en uno de los discursos de Stone en la finale donde con mayor ahínco se trata ese último punto y donde la épica que la serie llevaba reposando durante tantos minutos sale por fin a flote. Es un momento emocionante, catártico y profundamente honesto que, de verdadero, casi parece una conversación de tú a tú con el espectador. Y son unas palabras que se sienten tan importantes que incluso las fallidas acrobacias detectivescas —los callejones sin salida— o los despuntes de tono —esa conversación con el enterrador— de los capítulos previos pueden incluso llegarse a olvidar.

¿Recuerdan la laguna intermedia de Naz que le impedía resolver el misterio del asesinato? Pues aquí toca hacer lo mismo. Olvidar la incertidumbre del interludio y concluir que The Night Of es una auténtica pasada. Servirá para no sentirse uno culpable.

PD: No me olvido del genial Freddy de Michael Kenneth Williams o del increíble año de Paul Sparks, que aquí no tiene tanta presencia como debería.

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