Mi cuaderno de viaje, mi journal de bord, es quizá el objeto más preciado con el que vuelvo de un viaje.
Los que estéis acostumbrados a elaborar uno seguro que me entendéis, a los que no, os invito a hacerlo, descubriréis en el cuaderno un aliado maravilloso para recordar todas vuestras experiencias.
Uno de los errores más habituales es pensar que para elaborar un cuaderno de viaje hace falta ser un gran dibujante o poco menos que un poeta. Nada más alejado de la realidad de lo que supone un cuaderno de viaje, que siempre, siempre, es algo personal.
Los cuadernos, como los viajes, son únicos, personales. Los escribimos, dibujamos y pintamos para nosotros mismos (¡gran ventaja sin duda!) y por lo tanto no entienden de estilos, de normas, de técnicas.
Os animo a descubrir la magia de escribir un cuaderno de viaje. A sentiros observados y escrutados doblemente cuando estáis en un lugar extraordinario simplemente porque empleáis vuestro tiempo de otro modo, más pausado y sosegado, dibujando y/o escribiendo unas líneas o unos croquis que os ayudaran a captar y retener la magia de un instante.
Todo vale para confeccionar nuestro “cuaderno”, todo está permitido en aras de ayudar a nuestra maltrecha memoria y nuestros limitados sentidos: tickets, dibujos, pegatinas, textos, acuarelas, lápiz, fotografías pegadas, recortes de periódicos ….. y así hasta las limitaciones que tengamos y/o que nos impongamos a nosotros mismos.
Tod@s vivimos un viaje distinto y tod@s escribiremos un cuaderno distinto, en eso reside el valor de esas libretas, cuadernos, hojas, que vamos rellenando y utilizando a medida que nuestro viaje avanza y que imponen, sin duda, otro ritmo.
En efecto, el cuaderno impone otro ritmo al viaje, menos acumulativo y más introspectivo, relajado, y reposado. Tal vez veamos “menos cosas” pero sin duda el paso de tiempo en esos lugares que nos dejarán huella será distinto, tendremos una relación más personal, más íntima.
Cada viajero se impone sus reglas pues, sus técnicas, sus procedimientos. Yo, por ejemplo, jamás completo o termino un cuaderno de vuelta a casa. Eso es también parte del cuaderno: los dibujos inacabados, los tickets extraviados o los textos que no tienen digamos, mucho interés literario. Pero, como decía, tal vez el único “error” al elaborar un cuaderno de viaje sea plantearlo como algo a mostrar al volver, pero incluso en esto, de nuevo, solo nosotros decidimos nuestra relación con nuestro cuaderno.
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