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Cine y Series

Río 2016 se merece una mejor cobertura televisiva

En Pérdida de series, Cine y Series jueves, 11 de agosto de 2016

Emilio Doménech

Emilio Doménech

PERFIL

La cobertura de unos Juegos Olímpicos de Río 2016 debería ser el estandarte de lo que representa (o puede representar) la televisión en el statu quo de las emisiones en directo. Y no porque las plataformas de streaming fueran a desmerecer un posible enfrentamiento entre el legado televisivo y el futuro online, sino porque los JJOO viven restringidos a lo que las compras de derechos estipulan. Una cadena los compra y es su dictadura quien decide cómo disfrutan los espectadores el evento deportivo más importante del año. Lo de las opciones, para el McAuto.

Es evidente que Silicon Valley, con Facebook y Google a la cabeza, se mueve a una velocidad difícil de asimilar incluso para las grandes cadenas de televisión, pero lo que está ocurriendo en estos Juegos Olímpicos de Río 2016 es un auténtico delirio de la incompetencia, el mal gusto y la falta de respeto hacia los espectadores y hacia los deportistas.

Dejando de lado la cobertura de Televisión Española (TVE) —aunque me consta que la calidad de imagen de las retransmisiones en las plataformas online deja bastante que desear—, me quiero centrar en lo que está ocurriendo en Estados Unidos con NBC porque ilustra de un modo más generalizado, y adscrito además al futuro de la televisión, los problemas de una industria que con sus experimentos de narrativa, sus carencias tecnológicas y el abuso de la publicidad va a conseguir que muchas LCDs de 60” se queden huérfanas este verano. La mía mide la mitad, pero déjenme soñar.

Juegos Olímpicos NBC El Hype

El primer problema parte de una decisión que ya causó estupefacción entre los espectadores norteamericanos, durante los Juegos olímpicos de invierno de hace dos años: en el primetime —el que va de 20h a 23h—, algunas competiciones eran emitidas en diferido. Ahora, también. Sí, en 2016, con Twitter, Facebook y esos sistemas de notificaciones que tanto hacen vibrar a nuestros smartphones, NBC emite un evento deportivo global en diferido. O, al menos, una parte. En esta semana de Río 2016, el primer tramo del primetime iba en diferido y después conectaban con el directo de las finales de natación.

Esto, en esencia, permite a NBC crear paquetes con pequeñas historias sobre algunos de los deportistas que han protagonizado los highlights de la jornada. El formato está muy bien ejecutado y es, hasta cierto punto, efectivo, pero el tono blanco y hortera canta por todos lados.

Claro que la verdadera lacra de esta propuesta es que NBC intenta vender ese primer tramo como una emisión en directo, relegando a los deportes que SÍ están jugándose en ese momento a plataformas o cadenas de más baja alcurnia —al menos en lo que respecta a audiencias. Esto no debería asustar a nadie, pues al fin y al cabo siempre queda la alternativa para quienes prefieran elegir desde sus ordenadores, smartphones o SmartTVs, pero sí es un escupitajo a 1) los espectadores que sólo cuentan con una televisión; y 2) los deportistas de algunos deportes que nunca tendrán hueco en primetime aunque su horario lo permitiera.

Río 2016. NBC

Pero el punto clave, y el que de verdad limita el disfrute de estos Juegos Olímpicos, es el abuso del contenido publicitario. Los saltos a publicidad se hacen cada cinco minutos incluso en las plataformas de streaming de NBC. De hecho, si un espectador quiere cambiar rápido a otra emisión desde su ordenador, siempre habrá un anuncio entre la selección desde el mando y el inicio de la emisión. ¿Qué sentido tiene seguir varios deportes a la vez si por cada cambio DEBES chuparte 30 segundos de publicidad? Tienen que encontrarse sistemas más efectivos y menos omnipresentes, sobre todo si coberturas como esta tienen que ser el modelo para el futuro.

Además, ¿es en serio la opción de elegir entre distintas emisiones individuales lo mejor que NBC puede proponer a sus espectadores, cuando ha enviado a 2.000 personas a Río 2016? Hay CERO innovaciones tecnológicas en la cobertura y el tiempo casi parece malgastado en las píldoras lacrimógenas que preceden a las luchas de medallas en diferido. Con lo bonito que sería para el espectador configurar su propia multipantalla, por ejemplo.

Si de verdad NBC cree que los Juegos Olímpicos del futuro van a disfrutarse por lo que quieren contar los periodistas —que siguen siendo una parte esencial de la cobertura, no me malinterpreten— y no por lo que pueden contar los propios deportistas en la pista, está claro que no han entendido la esencia de este evento. Los deportistas llegan a lo más alto para compartir con el resto del mundo, en directo, la forma en la que son capaces de cambiar la historia de su competición, no para que unos montadores depuren desde Nueva York una suerte de cortometraje en diferido para disfrute de los baby boomers.

Sinceramente, estoy deseando que Facebook compre los derechos para la emisión global de Tokyo 2020.

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