Su primera película, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), fue recibida por unos como un soplo de libertad y por otros como una patochada. Con Julieta (2016) se repite la controversia.
Hago un poco de historia. Año 1981. Pedro Almodóvar, Carmen Maura, Miquel Navarro y yo fuimos a repartir carteles de Pepi, Luci, Bom… por los sitios de moda de Valencia. El Café Lisboa, pubs, discotecas… Éramos treintañeros y confiados, el futuro era nuestro. Entrevisté a Pedro, un desconocido en aquel momento. Envié la entrevista al semanario en el que yo colaboraba entonces. No me la publicaron, hubiera sido la primera en aparecer en un medio de comunicación. El redactor-jefe de dicho semanario la consideró una mamarrachada gay. Pepi, Luci, Bom… se ha convertido con el paso del tiempo en un pequeño clásico del cine libertario. Una película desinhibida y loca, rodada con cuatro duros. La meada de Alaska a Eva Siva es una de las secuencias más insólitas del cine español: Se acabó, ya no hay más, dice la sádica Bom (Alaska), dándole carpetazo a su lluvia dorada sobre el rostro de la masoquista Luci (Eva Siva) mientras Carmen Maura contempla la escena en plan ama carabassera.
Año 1984. Almodóvar empezaba a consolidarse como cineasta, aunque algunos críticos, tozudos, le negaban cualquier virtud. Su segundo título, Laberinto de pasiones (1982), era un divertido tebeo fílmico con personajes de lo más disparatados. La película funcionó en taquilla. Entre tinieblas fue la primera película realmente notable de Almodóvar. También delirante, con secuencias muy bien rodadas y con una tierna Julieta Serrano en el papel de monja enamorada. El momento del bolero es inolvidable. En 1984, Pedro presentó en la Mostra de València su cuarto largometraje, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?. En esa edición yo fui miembro del Jurado de la Crítica. A las once de la noche, en el hotel Rey Don Jaime comenzó el debate sobre las películas del festival. Hubo sus más y sus menos. La cosa estuvo incierta. En la deliberación final, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ganó, tras muchas discusiones, por cuatro votos a tres. Al ver que la decisión era definitiva, la periodista y crítica Nuria Vidal –componente del jurado- exclamó airada: ¿Será posible que un jurado en el que esté yo premie una película de Almodóvar?. Me sorprendió un comentario tan virulento, tan cegato y tan vanidoso. Nuria Vidal se convirtió pocos años después en una entusiasta del cine de Almodóvar. Y en una de sus primeras estudiosas (El cine de Pedro Almodóvar, Destino, 1988). En los noventa volví a ver a Nuria Vidal en una edición del festival de Sitges, estaba en el gabinete de prensa del certamen. Como crítico acreditado, le pedí el catálogo y la acreditación. Hizo como si no me reconociera. No le dije nada.
Con Mujeres al borde de un ataque de nervios (1989) llegó el éxito internacional de Almodóvar. Una comedia magnífica y renovadora. Con Todo sobre mi madre (1999), Pedro obtuvo su primer Oscar a la mejor película extranjera y con Hable con ella (2003), un Oscar al mejor guion original, le llovían elogios en todo el mundo. En su propio país, críticos prestigiosos continuaban torciendo el morro con él, tratándole como un intruso en esto del cine. Una década más tarde. los ataques arreciaron con Los amantes pasajeros (2013), que incluso a mí, almodovariano de raza, me pareció una película poco inspirada. Pensé: Pedro ya no está para comedias; ha de regresar al melodrama, ese es su terreno sufriente, esa es su materia prima más fecunda. El crítico Carlos Boyero se ensañó en El País con Los amantes pasajeros. Pero el punto de vista de Boyero no tiene en este caso ningún valor: él no analiza con ecuanimidad las películas de Almodóvar, él sale de caza y tira a matar. Boyero es cruel, visceral y a menudo absurdo. Me da la sensación de que el cine cada vez le gusta menos. Aún no ha aceptado que Billy Wilder y Anthony Mann ya no rodarán más películas.
Tras la gamberrada poco feliz de Los amantes pasajeros, Pedro nos acaba de ofrecer Julieta, una historia sobre el dolor y la búsqueda de un ser amado. Majestuosamente realizada, nos cuenta un drama sobre la pérdida, que puede intuirse autobiográfico, con un maquillaje argumental. Sorprendentemente, con la solemne y sentida Julieta, de la cual The Hollywood Reporter ya ha dicho que huele a Oscar, la polémica ha vuelto a producirse. En la tabla de clasificaciones de la exigente revista Caimán, el director de la publicación, Carlos F. Heredero, la califica con cuatro puntos sobre diez, mientras que Jaime Pena y Carlos Reviriego le ponen un nueve. En Dirigido por, cinco críticos valoran el film con cuatro puntos sobre cinco, tres críticos con un tres, otros tres con un dos y uno con un uno. Un curioso tutti frutti de puntos de vista.
¿Qué pasa con el universo de Almodóvar que provoca tantas controversias? ¿Por qué se polarizan tanto las opiniones en torno a su cine? Apunto una posible explicación: puede que el gran Pedro haya sido desde sus inicios un inapreciable psiquiatra para la crítica española, con tantos ramalazos testiculares. A derecha e izquierda.
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