Physical Graffiti, el sexto disco de Led Zeppelin (segundo con nombre propio), es el único doble y uno de los más variados de su carrera. El álbum incluye siete descartes de sus tres anteriores discos, uno de Led Zeppelin III, tres de Led Zeppelin IV y otros tres de Houses fo the Holy, incluyendo la canción que le dio el título a ese disco. Junto a ellas la banda grabó otras 8 composiciones a principios de 1974, a las que Robert Plant se refirió como “bombazos”, no se equivocaba, lo eran. Lo que pudo haber sido un disco excesivo tan propio de la época, con descartes que supuestamente eran canciones de relleno, se terminó convirtiendo casi en el pináculo de la banda y su última gran obra maestra.
Pero para entender este disco hay que conocer las difíciles circunstancias en las que llegó. Cuando Led Zeppelin dio el último concierto de su gira de presentación de Houses Of The Holy el 29 de julio de 1973 en el Madison Square Garden neoyorquino estaban en la cima del mundo del rock y ya eran la banda más grande del mundo, los Beatles se habían separado hacía tiempo y los Rolling Stones se desmoronaban con un Keith cada vez más metido en la heroína y un Mick más preocupado de codearse con la jet set que en seguir siendo un Stone. Pero el caso es que Led Zeppelin solo llevaba tocando junta desde octubre de 1968, en esos menos de 5 años habían grabado 5 discos (los 4 últimos habían sido número uno tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido) y habían dado cientos de conciertos. Se podría decir, citando a AC/DC, que el camino a la cima del rock & roll había sido bastante duro.
Tanto que se empezó a cobrar sus peajes, cuando la banda se quiso volver a juntar, antes de finalizar 1973, para comenzar a preparar el siguiente disco, John Paul Jones le dijo al mánager Peter Grant que estaba cansado y estaba pensando en dejar la banda. Grant le comentó que se lo pensara y le dio el resto del año libre. Por su parte, Robert Plant había pagado años de excesos en su voz teniendo que tener un intervención en su garganta, estaría tres semanas sin poder hablar. Mientras tanto Jimmy Page, el cerebro y principal compositor de la banda, y John Bonham, el motor de la máquina, comenzaban a dar forma a “Kashmir” en Headley Grange, su estudio favorito. Cuando Grant vio que la banda no estaba preparada dejó el estudio para otra banda que tenía en nómina, Bad Company, y Led Zeppelin no volvió a reunirse hasta comienzos de 1974.
Para ese momento Jones había vuelto y además traía consigo una canción excepcional, “In the Light”. El bajista, como siempre, se iba a convertir en el arma secreta de la banda, puede que dentro de esa maquinaria casi perfecta que eran los cuatro, fuera el que estaba más a la sombra pero es que Jonesy era mucho más que un bajista, siendo también un competente teclista, además de un arreglista excepcional.
Pero lo que podía haber sido un volver a la rutina se convirtió en unas sesiones mágicas. Había nuevas influencias y ninguna regla, la banda que había definido el rock duro desde el principio había estado escuchando a Stevie Wonder y su uso del clavinet se notaría en un disco el que la máquina mejor engrasada del rock iba a demostrar que era mucho más que eso, con influencias variadas en las que cabían toques funk, progresivos, folk, pop o blues.
Las sesiones fueron excepcionalmente bien y la banda se encontró con los ocho bombazos de los que hablaba Plant (para el que Physical Graffiti es el mejor disco de la banda), eran la brutal “Custard Pie” que abría el disco con su mezcla de hard rock, funk y esa armónica blues de Plant, el blues rock marca de la casa de “In My Time of Dying” que contenía algunos de los mejores pasajes al slide que ha tocado Jimmy Page y que otra de esas fantásticas reconstrucciones de un viejo blues que les quedaban tan bien que preferían olvidarse de su autoría original y se la acreditaban a sí mismos (eso no está bien, chicos), el funk de “Trampled Under Foot’”con el clavinet de Jones, el sintetizador progresivo del bajista para “In The Light” (la canción favorita de Page en el disco), la maravillosa y delicada “Ten Years Gone”, una de sus grandes baladas, la potente “The Wanton Song”, el brillante cierre con “Sick again” y, por encima de todas, la excelente “Kashmir” con su influencia de música árabe.
Y es que “Kashmir” es una de las canciones más icónicas de toda su historia, posiblemente, la única que puede rivalizar con “Whole Lotta Love” por el título como riff más significativo de Page. Claro que aquí el blues es sustituido por su interés por la música árabe y oriental. Con una afinación alternativa en su Les Paul Standard del 59, el guitarrista lleva a la banda a su viaje más extraño y experimental, cercano a la música progresiva, gracias al excelente arreglo de Jones, pero sin olvidarse de todas las especialidades de la casa de Led Zeppelin, la voz de Plant, que ya no era la misma, pero seguía siendo igual de expresiva, la increíble batería de Bonham y los riffs como catedrales del propio Page.
Las ocho canciones que tenían les daban para un disco y medio, así que decidieron tirar del material extra que habían acumulado hasta completar el nuevo álbum. Lo absolutamente increíble es que entre los descartes hubiera canciones tan enormes como las famosos nuevos bombazos. Estaba la brutal “The Rover”, posiblemente la segunda mejor canción del disco, un descarte de Houses Of The Holy que uno no sabe cómo narices no llegaron a publicar antes. La canción es un perfecto ejemplo de una de las esencias de Zeppelin , la batería de John Bonham siguiendo a la guitarra de Jimmy Page para crear algo monumental.
Pero es que entre el resto de descartes estaba “Houses of the Holy”, una de las canciones más pop y con mejor melodía de su carrera, también es bueno reivindicar “Night Flight”, una divertida maravilla de Jones y Plant que venía de las sesiones de su obra maestra Led Zeppelin IV. Hasta en los descartes más evidentes, como puede ser “Boogie with Stu” se les puede notar pasándoselo en grande tocando una de sus pasiones, el rock & roll de los años 50, junto al pianista Ian Stewart, que fue miembro original de los Rolling Stones.
En definitiva, Physical Graffiti es, como sus cinco discos anteriores, la prueba evidente de que Led Zeppelin fue mucho más que la suma de sus partes, que la mezcla de estos cuatro tipos definió para siempre a qué debería sonar el mejor rock duro y no, no es un género muerto, lo único es que alcanzó su perfección en esos 6 primeros discos de Led Zeppelin entre 1969 y 1975 y, desde entonces, no ha podido superarlo.
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