Nos detenemos en un ex-histriónico personaje: Fabio McNamara, justo en la semana en la que Almodóvar está presuntamente implicado en un tema de posible evasión fiscal y en la que la carismática Chus Lampreave o el castigado Manolo Tena se nos marchan de esta dimensión.
En la España post-Franco, muchos de los gays, por aquel entonces todavía llamados de maneras peyorativas, salieron del armario. Y lo hicieron, precisamente, con los modelos más extravagantes que tenían hasta entonces escondidos para desfilar por casa frente al espejo. Fabio no dudaba en calarse unos tacones, el pelo de colores y modelos imposibles para integrarse en el Madrid previo a la Movida y se relacionara en los círculos artísticos de la capital, entre los que destacaron Costus, Alaska, Tino Casal o el citado manchego, podría decirse que el más ilustre desde Don Quijote.
En pleno Malasaña, concretamente en la Calle La Palma, se dio el primer germen de la tan traída Movida Madrileña, con un poco de arte, un mucho de drogas y un bastante de postureo. Allí empezó todo, en la vivienda de los pintores Juan y Enrique, la citada “Casa Costus”, en la que se sabía cuándo se empezaba, pero no cuando se acababa. Noches salvajes de libertad, sexo sin tapujos y sin condón y proclamas a todo lo que se deseaba para una noche y la mañana siguiente.
En medio de todo eso, Fabio hacía lo que podía, o lo que le permitían sus resacas y ocasionales depresiones. Pintaba, introducía travestido los shows de los Pegamoides, actuaba en la opera prima de Almodóvar (Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón) y era insultado por los heavys en las Ventas en 1981, al no entender que un hombre se vistiese de folklórica.
Más tarde llegarían los coqueteos con la música, con su por aquel entonces íntimo Pedro en un dúo imposible hasta su pronta disolución, no sin antes dejar perlas kitsch por el camino. Tonquies, Beso Negro o Maquillaje Tóxico fueron algunas de sus formaciones en las que apostaba por ese estilo ácrata, personal y deudor de toda la estética colorista que tanto le gustaba plasmar en sus cuadros. Con Fanny y Los + lo borda: se disuelven tras su primera actuación. Pero en aquellos días todo valía porque todo iba muy deprisa.
Aunque llegan los noventa y, con ellos, la muerte de muchos amigos y amigas víctimas de los excesos. Se le marcha en accidente de tráfico Tino y ello le sume en una profunda depresión que parece superar dos años despúes regresando a las tablas, incluso llegando a coincidir con un ya endiosado Pedro Almodóvar. A partir de ahí, relanza su carrera con voces introductorias de diferentes trabajos, aparece en el disco de duetos de Paco Clavel y edita un trabajo muy reconocido y reconocible en el sello de su amigo Miguel Bosé. Es entonces cuando se le empieza a reconocer su esfuerzo con diferentes homenajes por parte de sus coetáneos y de sus firmes herederos y acólitos como el mediático Mario Vaquerizo.
Pero no se acaba su actividad musical…regresa con Sarassas Music con su álbum Mariclones, trabajo en el que plantea una ácida sátira sobre el mundo gay llegando a versionar a Divine en “Jungle Jezzebel” pero aclarando con este texto que no tienen pensado defender este trabajo en directo: Este disco lo hemos hecho por puro placer, no tenemos las necesidades que tienen otras. Sarassas Music advierte a todos los medios posibles e imposibles que no concedemos entrevistas ni realizamos actuaciones, salvo que nos convenzan de lo contrario mediante cheque a las portadoras.
Ya en el nuevo milenio se puede seguir la trayectoria de Fabio en diferentes proyectos, a cual más pretendidamente provocador y disparatado. Un ejemplo es el de Fabio & Glitter Klinik, en el cual se dibuja este universo tan particular del que tanto mamaron Almodóvar o Alaska, quien contó con nuestro protagonista para un dueto en el que se revisaba un tema que él mismo había compuesto: “La Tribu de los chochoni”.
Tras romper esquemas en la música, haber interpretado en el cine a un camello travesti, a una estrella de fotonovelas porno o ser un embajador de la Movida en todos los aniversarios habidos y por haber, Fabio se convierte al catolicismo y parece renegar de su vida salvaje. Aunque… ¿Quién sabe si también esto forma parte de la misma astracanada?
Vivía alienado, bajo los efectos de un montón de sustancias. Y buscaba la felicidad donde no estaba: en la droga, en el sexo, en la fama… Igual es cierta la penitencia y nos tenemos que tragar ese interrogante.
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