El diseñador Pepe Gimeno ha sido galardonado recientemente con el Premio Nacional de Diseño. Su trabajo es una referencia en el diseño gráfico español y, como el que no quiere la cosa, se ha acabado convirtiendo en un visionario de la gráfica moderna. Pepe es un diseñador con una vocación artística de la que la sociedad se ha beneficiado, gracias a esa perspectiva funcional, atemporal y pragmática para realizar diseños que funcionen, lleguen, sobresalgan y comuniquen, más allá de su fachada.
El deseo de innovar, de explorar nuevos terrenos, con la firme voluntad de mejorar la calidad de su trabajo, ha llevado a Pepe Gimeno a recibir este merecido premio. Su trayectoria está llena de testimonios de su buen hacer, como son el logo de la EMT Valencia, el Banco de Valencia, el rediseño del logo de Roca o la icónica palmera de la Comunitat Valenciana.
Todo lo que había estado haciendo hasta ahora, de forma casi inconsciente, resulta que tenía un orden y un sentido.
Tenemos el placer de charlar con él sobre sus sensaciones tras recibir el galardón, sus expectativas y sus futuros proyectos.
¡Hola, Pepe! Lo primero de todo, ¡enhorabuena! ¿Qué se siente al haber recibido un premio tan relevante, tras una intensa y prolífica trayectoria?
Ha estado muy bien, porque más allá del galardón, mientras preparaba el dossier del premio, pude analizar y poner encima de la mesa todos mis trabajos y comprobar que todo lo que había estado haciendo hasta ahora, de forma casi inconsciente, resulta que tenía un orden y un sentido. Ha sido una experiencia muy bonita.
Lo cual te habrá llevado a valorar tu carrera desde una perspectiva más amplia.
Totalmente, aunque a veces te sorprendes viendo que sigues haciendo lo mismo que hacías hace treinta años. Quizá de otra manera, y en otro contexto, pero al final, es lo mismo.
Quizá algunos puntos se mantengan, pero por ejemplo, tu proceso creativo, ¿ha cambiado algo?
Cambia la información y la situación de muchas cosas. He de decir que he aprendido mucho en este recorrido. Quizá la intención sea la misma, pero el procedimiento no. La forma actual de llevar a cabo trabajos es mucho más completa y rica. Muy diferente a cómo se planteaban las cosas antes, donde todo era mucho más directo, inconsciente y elemental. Ahora la visión es más compleja, intensa y racional: sabes en todo momento lo que estás haciendo, y eso te da mucha seguridad. Diría que a día de hoy, el discurso está mucho más asentado.
No siempre los diseños radicales funcionan. Siempre hay que tener en cuenta de dónde se parte.
¿Tienes algún proyecto del que te sientas especialmente orgulloso y que quieras rescatar de tu trayectoria?
No, no hay ninguno en concreto. Todo es como una especie de torre en la que voy construyendo, lo que ocurre es que a lo largo de toda la trayectoria, hay determinadas cosas que, ya sea por el azar, las circunstancias, o por lo que sea, se han validado más, entre la audiencia, que otros. Es muy complejo, y esto no tiene nada que ver en que a esos trabajos se les haya puesto más o menos cariño en su proceso.
Ahora mismo, verás trabajos pasados de Pepe Gimeno, como el de la palmera de la Comunitat Valenciana o el de la EMT, a los que les encontrarás mil formas de mejorar o readaptar al contexto, ¿no?
Por supuesto, pero creo que al final, si volviera a hacer ese encargo pasado, volvería a desarrollar un resultado parecido. Por ejemplo, el logo de la EMT, lo sigo viendo muy válido. Quizá por mi perspectiva actual, haría alguna modificación, pero insisto, no lo veo desacertado del todo. Igual que con el trabajo que hice para les Corts, que al final era un rediseño puramente formal del escudo.
Siempre has sido muy amigo de los rediseños.
Sí, porque creo que introducir una imagen nueva cuesta muchísimo trabajo para que llegue a ser reconocida. Cuando trabajas con una marca, es muy importante la carga que lleva consigo, es decir, el recorrido y la historia de la marca. Y por eso, siempre he sido partidario de conservar todo lo conservable de las marcas y las imágenes.
¿Y esto no está reñido con la modernización?
Para nada. Modernizar no significa destruir. No todo lo que está construido es malo. Por ejemplo, la marca de les Corts es un grabado del sigo XV y era absolutamente descriptivo. Eran tres imágenes contando tres historias y, claro, para desarrollar este trabajo narrativo en una marca, fue tremendo. Pero al final, uno lleva a cabo una solución radical, eliminando las imágenes primigenias, que le dan sentido a la marca, y le quita toda la la historia que hay detrás de ellas. Y por eso mismo, no siempre los diseños radicales funcionan. Siempre hay que tener en cuenta de dónde se parte.
¿Cómo ve Pepe Gimeno las propuestas de diseño locales actuales? ¿Crees que necesitan reinventarse? ¿Por qué piensas que abunda la frivolidad?
En diseño hay bastante frivolidad en general. Cuando en un proyecto partes de cero y lo conduces hacia donde a ti te interesa, al final puede que tengas un resultado brillante y más vistoso en ese momento, pero es difícil salir victorioso con algo que tenga interés a partir de muchos condicionantes.
¿Piensas que muchas veces la educación en el diseño confunde estos términos?
En la enseñanza esta frivolidad se camufla con el término de creatividad. La creatividad siempre está más ligada a la contemporaneidad, a lo actual, a lo novedoso. Pero hay que tener mucha creatividad para remodelar y transformar una marca antigua en una marca contemporánea, sin perder ninguno de sus valores iniciales. Y ese trabajo no todos lo ven, es decir: o eres una persona experta o no lo verás nunca, porque es algo que está oculto, es una bomba de relojería que explotará con el tiempo, y cada año, como el vino, es mejor.
Para ir terminando. ¿Qué representa este premio para ti?
Representa, desde luego, que no me he equivocado tanto en lo que he estado haciendo. A veces uno va dando palos de ciego en este trabajo, porque aunque te marques unas metas, durante el camino, surgen muchas dudas. Pero en mi caso, la razón me la ha dado el tiempo. Quién sabe, quizá el discurso no era tan malo.
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