Manuele Fior crea en La entrevista una particular obra de ciencia-ficción, con elementos que van del drama íntimo a la fantasía utópica, que terminan por conjugarse con elegancia en una obra sugerente y fascinante.
De los últimos premios de Angoulême recuerdo con especial cariño 5000 km. por segundo (Sins Entido) de Manuele Fior. Fue una obra que me pilló desprevenido desde el primer instante: cuando abrí el paquete que me llegaba de Francia (me permitirán un paréntesis: lo que ha cambiado esto de comprar tebeos a esos mundos de Dios, antes una odisea que se fundamentaba en los pocos viajes que uno hacía y en los muchos de los amigos que se iban siempre con encarguitos, ahora cuestión de un fácil clic de ratón) y ejercité la mecánica rutina de ojearlo rápidamente, me quede prendado de ese efecto de caleidoscopio cromático que había conseguido Fior. Un bellísimo efecto que tenía sentido y consecuencias narrativas en una preciosa y sentida historia de amor.
Luego descubrí la anterior La Srta. Else (Sins Entido), donde comprobé que el italiano era un camaleón capaz de modificar su trazo al gusto, desde la elegancia de reminiscencias impresionistas de esta obra al expresionismo más vital que practicaría después. Y me encantó también. Con semejante bagaje comprenderán ustedes que en mi lista particular de “ojo avizor a todo lo que haga este artistazo/za”, el señor Fior ocupaba posición preminente. Para desgracia mía, porque el malandrín me ha hecho esperar tres años… Pero ha merecido la pena.
La entrevista (Salamandra Grahic) vuelve a impactarme desde el primer vistazo, esta vez porque Fior se atreve a abandonar el exquisito color con que había trabajado sus dos obras anteriores para ejercitar un blanco y negro sorprendente, de mancha expresionista de carboncillo conjugada con línea clara para dar lugar a un efecto de atmósfera irreal y extraña, que se acopla como guante a una historia de ciencia-ficción atípica. Cierto es que precisamente ese género no ha sido ajeno al cómic europeo de las últimas décadas, es más, fue el refugio elegido por un grupo de rebeldes de la historieta para establecer un discurso novedoso y atrevido, que revindicaba una revisión radical del concepto de cómic de autor allá por los años 70.
Sin embargo, incluso en los ejercicios de los autores de personalidad más acusada como Moebius, Bilal, Mezieres o Tardí, se respetaban convenciones genéricas escénicas que han sido muy difíciles de evitar: la interpretación futurista en términos tecnológicos, los estereotipos argumentales… Tan sólo recientemente algunos autores han comenzado a practicar el género desde un revisionismo que era capaz de dejar de lado incluso las convenciones más establecidas, como ya ejemplificó Frederick Peeters con esa preciosa historia de amor que es Lupus (Astiberri). Pero Fior da un paso más allá: plantea una historia de ciencia-ficción con elementos tradicionales del género (el contacto extraterrestre, un futuro cercano en el 2048) para dar lugar a una interesante reflexión sobre la evolución social futura del ser humano, no tanto desde la consecuencia de la influencia tecnológica sino desde el propio cambio de costumbres. Lo hace con inteligencia, estudiando el enfrentamiento generacional que provoca la aparición de una nueva norma de comportamiento, “la convención”, de la que el autor apenas esboza sus bases. Apenas sabemos nada de ella, salvo que es practicada por los jóvenes y que se fundamenta en la libertad sexual como nuevo modelo de convivencia, pero lo suficiente para analizar el impacto sobre aquellos que apenas pueden asumir los cambios de la tecnología.
Con habilidad, Fior va construyendo la historia con elementos aparentemente dispares, que en realidad van tejiendo un tapiz de realidades enfrentadas: la estabilidad de la pareja tradicional frente a la libertad de una relación abierta, lo íntimo frente a lo colectivo, lo individual frente a lo social, la juventud frente a la madurez, lo fantástico frente a lo cotidiano…, generando un discurso lleno de interrogantes y preguntas que el lector deberá ir resolviendo aportando sus propias conclusiones.
Para leer muchas veces.
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