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Otros referentes masculinos de estilo

En Lifestyle lunes, 24 de noviembre de 2014

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

No son los más guapos o cachas, ni han protagonizado campañas de ropa interior, pero estos tres cantantes representan estilos diferentes, únicos y, en definitiva, más interesantes que los que suelen aparecer en los rankings de elegancia masculina.

Los criterios que encumbran a un hombre como referente de estilo distan de los que se tienen en cuenta para coronar a una mujer como la más elegante. A ellas, por norma, se les exige más y la razón combina tanto sexismo como tradición cultural y se alimenta de la propia dinámica de la industria de la moda y el showbusiness. Por eso, si repasamos las listas que como cada fin de año publican las revistas masculinas, a ellos se les valoran parámetros soeces del tipo llevar camisetas blancas con vaqueros, esmóquines de Armani o alguna concesión al color…

La percha siempre puntúa, eso sí: además de delgadez -como a ellas-, a los hombres “elegantes” se les clasifica por lo marmóreo de sus pectorales, bíceps, abdominales y glúteos. Yo, de verdad, sólo colocaría a David Gandy y a los Hemsworth en esos primeros puestos si estas listas se titularan “cómo asemejarse a una escultura renacentista en slips”.

Reivindico, por tanto, a tres poco apolíneos hombres como referentes alternativos de estilo, tres muchachos que suman poca masa muscular pero infinita unicidad y un valorable toque arty en todo cuanto hacen.

Rufus Wainwright

Rufus Wainwright

Viste como canta y compone, con un estilo entre añejo y atemporal, ajeno a las tendencias. Sus outfitscomo sus canciones– son abigarrados y complejos, están repletos de matices y colores vibrantes. Su ropero –como su voz– se caracteriza por las infinitas texturas que lo jalonan, que van del raso al terciopelo. Rufus es un teatral dandy que bebe de las fuentes de Oscar Wilde, del country, de Broadway y del belcanto. El resultado es rotundo, opulento y equilibrado.

Patrick Wolf

Patrick Wolf

Durante una época, Patrick era un lánguido flacucho envuelto en lanas negras. Luego, se disfrazó de colorista tirolés. Más tarde, le dio por el pseudoglam steam punk y el espantajerío y hasta engordó y se puso tierno. Finalmente, se reconcilió con todos sus ‘yo’ anteriores y abrazó un aplaudido refinamiento ecléctico. Al igual que sus canciones, en una palabra, Patrick destila romanticismo, pero no del ñoño de la era Whatsapp, sino del atormentado y sombrío, floral y suntuoso, decimonónico.

Yoann Lemoine a.k.a. Woodkid

Yoann Lemoine a.k.a. Woodkid

Barras y estrellas. Blusas abotonadas hasta arriba. Rosetones barrocos a lo Versace. Gorras de lado, bombers y jogger pants. Todo eso lo ha puesto de moda casi él solito, a través de los videoclips que para sí mismo o para otras y otros ha pergeñado. Este francés, más feo que guapo, más bajo que alto, es uno de los talentos más arrolladores de cuanta disciplina le da por practicar -dirige, compone, canta, produce-. Su música suena en anuncios y Bershka ha calcado su estilo en la colección de este invierno. Descubrir a Woodkid es experimentar lo que Vivian en Pretty Woman al escuchar La Traviata. No me escondo: I love you, Yoann.

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