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Oleanna: la inocente y el intelectual

En Escenas martes, 24 de octubre de 2017

Chloé Hasgaard

Chloé Hasgaard

PERFIL

Una estudiante universitaria llega al despacho de su profesor a pedir que le suban la nota de una asignatura, a partir de esta sencilla premisa arranca una de las obras más turbadoras de David Mamet (Chicago, 1947).

En el año 1992, cuando George H. W. Bush, remataba su mandato, vio la luz Oleanna, obra del dramaturgo estadounidense. La función, que se pone en escena en el Teatro Talía, de València, del 25 de octubre al 5 de noviembre, se estrenó coincidiendo con una causa que tenía lugar en los tribunales: la denuncia por acoso sexual a una profesora universitaria, contra el juez Thomas, candidato al Tribunal Supremo de los Estados Unidos. La obra se estrenó con gran polémica, se vivieron episodios vehementes llegando a ver espectadores enfrentados a puñetazos en el vestíbulo del teatro después de la representación, incluso algunos sectores de la sociedad estadounidense acusaron al autor de oportunista, misógino y machista.

Oleanna

Mamet se defendió alegando que él había comenzado a escribir Oleanna muchos meses antes del caso y que como autor dramático no tenía ninguna responsabilidad política: Soy un artista, escribo obras, no propaganda política. Si buscan soluciones fáciles, enciendan la televisión. Yo no tengo respuestas. Mamet, como autor que huye de las verdades absolutas, de los dogmas preestablecidos y de lo políticamente correcto, se ha ganado ha pulso la calificación de polémico.

Oleanna es una historia sobre la lucha de poder entre dos personas. Eso sí, una encarnizada lucha donde se mezcla el acoso sexual, además de cuestionar el sistema académico vigente, para sugerirnos que hay algo más de lo que parece a primera vista, queriendo revelar una verdad oculta. A lo largo de la obra, vemos que estos dos personajes están equivocados y que al mismo tiempo llevan razón. Oleanna provoca desasosiego e incertidumbre en este mundo donde necesitamos identificar claramente quien es el malo y quien es el bueno, y si no llegamos a descubrirlo realmente es porque todos somos esa estudiante y todos somos ese profesor. Todos hemos luchado alguna vez para que nuestra razón impere sobre la razón del otro y todo por no querer asumir sencillamente que lo que no se entiende nos asusta.

Oleanna

Tanta inocencia de Carol no puede encerrar tanta maldad. John es un intelectual preocupado por las cuestiones domésticas de su matrimonio y que representa la ambigüedad ideológica de una progresía que suele ser la negación de la izquierda verdadera; izquierda de salón y confort; consumista y a veces comunista; una clase dirigente que niega en su conducta lo que predica con la teoría.

Por otro lado, está la ferocidad vengativa y calumniadora de una muchacha que asume sobre su conciencia la redención del mundo, caiga quien caiga. De la timidez a la sed de venganza.

Entre los montajes anteriores de Oleanna, destacan la adaptación protagonizada por Elvira Heras y Gerardo Geanciti, en 2004 o la de 2011, con José Coronado e Irene Escolar. En la versión de Juan Vicente García Luciano, que presenta el Teatro Talía, Fernando Guillén Cuervo y Natalia Sánchez encarnan a John y Carol, dirigidos por Luis Luque.

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