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Cultura

Por el ojo de una aguja (I)

En Expuesto, Cultura martes, 15 de abril de 2014

José Manuel Madrona

José Manuel Madrona

PERFIL

Afortunadamente la palabra “estenopeica” vuelve a incorporarse paso a paso en nuestro vocabulario de conocimiento. Lo que a simple vista parece un experimento infantil de física o práctica de taller fotográfico amateur, esconde un gran movimiento artístico y expresivo con una filosofía implícita. No detener el tiempo en una imagen, sino dejarlo pasar.

La luz viaja en línea recta en todas direcciones. ¿Qué pasaría entonces si gracias a un minúsculo agujero en una superficie dejáramos pasar un pequeño hilo de luz? Pues, que como si de un filtro se tratara, solo la luz que viaja en esa dirección atravesará esa pequeña abertura y proyectará una imagen nítida al otro lado.

Este sencillo concepto nos transporta a la China del siglo V a.C. donde ya se relata el enigmático descubrimiento. Aristóteles y Da Vinci teorizaron sobre este concepto que se transformó en el siglo XVI en la “Cámara Oscura”. Una habitación con un pequeño agujero en la pared donde las imágenes proyectadas podían ser dibujadas sobre papel o lienzo. De objeto voluminoso pasó a portátil y de gran ayuda para la pintura. Pero no se realizaron las primeras fotografías estenopeicas hasta 1850 cuando científicos como Sir David Brewster plasmaron imágenes proyectadas en emulsiones fotosensibles.

© Ruth Thorne Thomsen

© Ruth Thorne Thomsen

Esta historia que camina a través del tiempo y el conocimiento humano nos conduce a nuestro presente, donde tanto amateurs y profesionales utilizan esta técnica fotográfica como medio de expresión. Pero seamos francos. La fotografía estenopeica fue ninguneada y desprestigiada casi desde su principio. Infravalorada por los clubs fotográficos, amantes del nuevo “Arte fotográfico” de finales del siglo XIX y principios del XX pasó al olvido, y solo era recordada en las clases de física y fotografía amateur. Solo a partir de mediados de 1970, con el auge de las técnicas de fotografía alternativa aplicadas al medio artístico, volvió a resurgir con paso firme hasta nuestros días.

Solarigrafía. © Becky Ramotowski

Solarigrafía. © Becky Ramotowski

Pero, ¿qué es lo que hace tan atractiva esta técnica? sus dos armas principales. El enfoque total en todas las distancias y los largos tiempos de exposición necesarios para que se forme la imagen, que pueden comprender desde varios segundos a varias horas.

La idea de detener el tiempo en la fotografía adquiere nuevos matices. El de mostrar el tiempo impreso en la imagen, como sucede en la solarigrafía, donde la imagen se registra después de meses de exposición, quedando literalmente marcada en el soporte fotosensible sin necesidad de revelado químico; el de alterar las perspectivas y los volúmenes; el de transportar a nuestro ojo a lugares reconocibles pero con un diálogo alterado, para crear un nuevo lenguaje con el interlocutor.

En las próximas entregas conoceremos hasta donde nos puede llevar esta antigua técnica en la expresión contemporánea.

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