Acostumbrados a las sitcoms familiares de las grandes cadenas, son ahora mismo las comedias de cable las alternativas más atractivas para los espectadores norteamericanos en busca de risas con bagaje. Ahí tenemos los logros de la maravillosa Veep, en la que una fantástica Julia Louis-Dreyfus interpreta a la vicepresidenta de los Estados Unidos —el #cuntgate del último capítulo fue uno de los momentos más lúcidos de la serie— o de Silicon Valley, de la que hablé hace unas semanas y que, como Veep, se emite en HBO.
Al no estar supeditadas al maratoniano (y tan cansado) recorrido de las temporadas que van desde el otoño a la primavera, estas series no tienen que dilatarse durante más de 20 episodios por año y sus guiones están por ello más afinados, y no perecen ante la irregularidad tan común en las sitcoms de temporadas largas.
De mi calendario he desplazado ya a las Modern Family, Brooklyn Nine-Nine o Fresh Off The Boat, porque su programación está tan ligada a la rutina de tramas y gags repetidos que sólo de vez en cuando sus personajes sacan una carcajada de quien les presta atención. Claro, yo no aguantaba porque a Modern Family le saliera, muy a la larga, un episodio tan increíblemente divertido como “Las Vegas”, sino porque caen simpáticas. Pero, ¿justifica un reparto tan atractivo —no os penséis que no me dolió abandonar a Constance Wu (Fresh Off The Boat) o a Melissa Fumero (Modern Family)— verse siete horas anuales de la misma historia? Pues os digo lo mismo que con Supergirl
y el resto de series de superhéroes que ahora poblan la programación de The CW: creo que no.
Y aunque es cierto que series como Silicon Valley o Veep podían haber aparcado perfectamente en una network —no me es difícil imaginarme a unas pervertidas Silicon Valley en CBS con risas enlatadas y sin su superioridad formal, o a Veep en NBC como complemento a la ya retirada Parks & Recreation y sin algunas de las habituales rajadas al sistema político norteamericano—, es en cadenas como FXX o Comedy Central donde de verdad se están tomando los riesgos que la comedia norteamericana necesita para reconquistar el terreno perdido en las networks.
Con series del nivel de You’re the Worst (FXX), Review (Comedy Central), Broad City (Comedy Central), Documentary Now! (IFC); con programas de sketches como Inside Amy Schumer (Comedy Central) o Key & Peele (Comedy Central); o con programas de noticias como Last Week Tonight with John Oliver (HBO), la comedia norteamericana tiene un recorrido muy interesante por delante en los próximos años. Más, si cabe, tras los upfronts y lo muy comedido de casi todas las propuestas en el contexto de las sitcoms (si veo otro tráiler de un padre que tiene que dejar el trabajo para dedicarse al hogar y a sus hijos creo que me voy a volar los sesos).
Los últimos en sumarse a esta fiesta han sido Netflix y Amazon. La plataforma de Jeff Bezos ya ha demostrado su competitividad en la comedia con las brutales Transparent o BoJack Horseman y Netflix ha encandilado a los críticos con las geniales Unbreakable Kimmy Schmidt o Master of None de Aziz Ansari. Sí, vale, Netflix también se ha permitido algún desliz con chorradas comerciales del nivel de The Ranch, Fuller House o Flaked, pero si son estas y las películas de Adam Sandler las que permiten que se produzcan seriazas como la nueva Lady Dynamite de Maria Bamford, bienvenidas sean.
Ha sido precisamente la adición de Lady Dynamite al calendario binge-watch de Netflix lo que me ha hecho escribir este artículo. En ella, Maria Bamford interpreta a una exitosa actriz de comedia y de voz para películas y series de animación —precisamente lo que lleva haciendo Bamford toda la vida— que tiene que lidiar con el mundo real después de pasar una dura etapa con problemas psiquiátricos. Bamford, que está espléndida, suma a una Lady Dynamite en la que el esquema desordenado de los episodios, el desplome de la cuarta pared y el ambiguo punto de vista del espectador, pues nunca está claro cuándo estamos viendo una trama del personaje de Bamford y cuándo una trama de otro personaje que interpreta el personaje de Bamford dentro de la misma serie, hacen de la propuesta un todo sensacional alejado de casi cualquier estreno que hayamos visto en televisión recientemente (si acaso recuerda a la mencionada Review).
Lady Dynamite es, en esencia, la validación de los pasos en positivo de una comedia norteamericana en alza. Costará mucho en otoño que alguno de los estrenos de las networks convenza lo suficiente como para tenernos más de una o dos temporadas pegados al televisor, pero no os preocupéis, en quien tenemos que depositar nuestra confianza tras los finales de Parks & Recreation o The Office no es en NBC o en CBS, es en Netflix, en Amazon y en el cable.
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