Que si centenares de euros por un tuit, que si miles por asistir a un evento. Ropa gratis, hoteles gratis, viajes transoceánicos gratis… ¿En qué momento perdimos el norte y nos rendimos a las exigencias de esta plaga de advenedizos?
Surgieron como hongos, con la eclosión de las redes sociales, y después de que les hayamos consentido toda suerte de excesos, comienza su declive. Han conseguido erigirse en actores indispensables dentro del negocio de la moda, en soportes que las marcas usan y de cuya presencia abusan. Pero, ¿cómo podemos llegar a ser uno de ellos?
Requisito #1: Casarse con un extriunfito.
Si la it girl española es la esposa de David Bustamente, deberíamos preocuparnos por seguir a alguien con semejante criterio y buen gusto… Creo que Javián o Juan Camus aún están libres, así que salgamos a cazarles enfundados en un Dolores Promesas, a ver si caen.
Requisito #2: Ser hija de…
…una diseñadora catalana y de un cantautor argentino: esto lo tenemos complicado, mis raíces, al menos, son más valencianas que las de un caqui de la Ribera del Xúquer. Por si acaso, convenzamos a algún director de cine independiente y que nos deje debutar como actriz en alguno de sus filmes. Luego ya pensamos si teñirnos de rosa o de platino.
Requisito #3: Ser nieta de…
…la rancia aristocracia. Si nuestra yaya tiene más títulos que la filmografía de Alfredo Landa, enhorabuena: las puertas de la vida social madrileña se abrirán ante nosotros con la misma facilidad con la que doña Cayetana se calza unos leotardos de colores. Es importante que revistamos nuestro personaje con un halo de DJ o de ilustradora, que se lleva un montón y ni para una cosa ni para la otra hay que entender de música o de dibujo.
Requisito #4: Ser sobrina de…
…un afamado diseñador gallego. La mayoría, para conseguir unas prácticas en el departamento de diseño de una multinacional de moda, habríamos de pasar varios años estudiando, presentar bocetos y dejarnos las yemas de los dedos cosiendo pespuntes. Otras, en cambio, sólo hubieron de descolgar el teléfono y decir: “Tito Adolfo…”.
Requisito #5: Ligarse al enfant terrible de la moda patria.
El primer paso es colocarnos una ortodoncia para abrir una diastema entre los incisivos. Luego, caber en unos pitillos de mujer de la talla 30 aunque seamos hombres y dejarnos caer por cuanto cotarro se celebre en Chueca o Malasaña. Granjearnos la amistad de Bimba, Topacio o Bibiana sería un plus… ¡Todo sea por pescar al delfín del diseño capitalino!
Requisito #6: Dejarle por un enfant terrible internacional.
Una vez el mamífero marino ha caído en nuestra red, nos nutriremos de su fama cual rémora insaciable. Luego, gracias a los contactos hechos en las front row que habremos pisado con él, podremos acceder al backstage del director creativo de alguna firma de costura francesa… Un par de FOLLOws aquí y un par de un FOLLOws por allá y la blogosfera arderá de envidia.
Requisito #7: Buscarse una agencia de representación.
Las hay y negocian con fiereza los honorarios de los egobloggers: que no quede un tuit por cobrar, una mención por premiar, una etiqueta por agradecer ni un post sin patrocinar, que la carrera de esta it-people dura menos que un mini de Moët.
Requisito #8: Colaborar con firmas exclusivas…
…pero también con las mainstream, que hay que comer, cariño. Así que no nos despeinaremos si después de quitarnos el bolso de Loewe de la cabeza nos llaman de Pull & Bear para asistir a uno de sus eventos, ahora que la marca de Inditex juega a ser el Urban Outfitters español.
Requisito #9: Vender la ropa que hayamos usado.
El mayor síntoma de cutrez, ejemplo de la podredumbre que nos rodea y en la que retozamos, es habilitar una tienda online en nuestro blog para que nuestros seguidores compren por cuatro duros la ropa que a nosotros nos han regalado la cándidas firmas… ¡Ja, negociazo!
Estos nueve mandamientos de la ley del egoblogger se resumen en dos: amarte a ti sobre todas las cosas y a Instagram como a ti mismo. Amén.
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