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El mago de las coreografías hipnóticas

En Escenas martes, 3 de mayo de 2016

Sara Esteller

Sara Esteller

PERFIL

La imaginación de Busby Berkeley creó algunos de los números musicales más recordados de la historia del cine. Bajo su batuta bailaron Judy Garland, Esther Williams, Carmen Miranda y cientos de bailarinas para las que creó números inolvidables.

Estados Unidos, años 30, mientras la sociedad se recomponía del crack del 29, un actor convertido en coreógrafo (sin haber tomado nunca una sola clase baile) hacía soñar a los norteamericanos con números en los que, sobre todo, cientos de bailarinas, ejecutaban escenas de espectacular composición. Mi nombre está asociado a grupos de chicas maravillosas, decía en una entrevista de la época Busby Bekerley (Los Angeles, 1895-1976).

No fue el primero, pero desarrolló una relación entre la cámara y la coreografía que creó un sello inconfundible. Núria Font, experta en desgranar la relación de la danza con el audiovisual, lo incluye en sus charlas sobre la materia, por su uso de la cámara como un elemento coreográfico que le permitía explotar nuevos puntos de vista.

Una vez salió del constreñido espacio de los teatros, tras una primera etapa como coreógrafo de baile en Broadway, los platós de cine le proporcionaron herramientas para conseguir sus hipnóticos efectos geométricos. La fragmentación de los planos y las tomas en primerísimos planos de los rostros de las bailarinas fueron otras de sus innovaciones.

Busby Berkeley. La calle 42

Para la Warner trabajó en 42nd Street, Footligth Parade, Gold Diggers y otras muchas en las que pudo ir dando forma a sus ideas más desmesuradas. Para conseguir los planos generales tomados desde lo alto, en los que decenas de chicas conseguían con el baile figuras de efecto caleidoscópico, llegó a hacer agujeros en el techo de los platós.

Conforme el éxito de su fórmula crecía, aumentaba el tamaño de las plataformas giratorias, el número de bailarinas, las escenografías gigantes, los efectos extravagantes (como violines con perfiles de neón que al grabar sin luz artificial formaban extrañas animaciones) y hasta cascadas artificiales con espacio para decenas de bailarinas.

Busby Berkeley

Llegado al punto de inflexión en el que la Warner comenzó a recortar sus presupuestos, fichó por la Metro Goldin Mayer, productora con la que firmó Broadway Serenade, Strike up the Band o Girl Crazy, película en la que compuso los números de Judy Garland.

Indisciplinado, bebedor, mujeriego y extravagante, Berkeley vivió muy unido a su madre, una actriz de armas tomar, mientras combinaba matrimonios (se casó hasta seis veces), ideaba nuevos retos como director y coreógrafo, y desbarraba en fiestas hasta altas horas de la noche.

Fue en el trayecto de regreso de una juerga nocturna cuando invadió el carril contrario e impacto con dos vehículos, accidente en el que murieron tres personas. Tras librarse de ir a la cárcel acusado de homicidio involuntario, entró en una etapa negra a la que se sumó la muerte de su madre, etapa de la que salió tras algún tratamiento psiquiátrico pero con renovada energía.

Gold diggers

Su contrato con la Fox la permitió crear estrambóticos números para Carmen Miranda en The Gang’s All Here y poco después, de regreso a la Metro, con Esther Williams, a la que hacía saltar desde tanta altura que la actriz-nadadora temía impactar con el resto de bailarines que la esperaban en la piscina en ordenados círculos.

Su última película fue Billy Rose’s Jumbo en 1962. Sus últimos años fueron tranquilos tras casarse con una amiga de toda la vida y abandonar los excesos. El interés por su figura renació de nuevo y el paso del tiempo colocó su aportación al mundo del musical en un lugar privilegiado.

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