Repasamos la trayectoria de la banda neoyorquina aprovechando su paso por nuestro país, en una gira que encara su recta final.
El bucle nostálgico en el que vive inmersa la escena pop internacional sigue funcionando a pleno rendimiento. No tienen canciones nuevas, ni existía una clamorosa demanda para que volvieran a los escenarios, pero Luna han vuelto. Ni la trayectoria de Dean & Britta, primorosa pero marcada por el sigilo, ni los conciertos de exhumación del repertorio de los históricos Galaxie 500, saldados con cierta discreción funcionarial, fueron precisamente maniobras acogidas en loor de multitudes. Así que como la marca Luna es la que sigue gozando de mayor predicamento popular, especialmente en la vieja Europa, Dean Wareham no ha tenido el menor reparo en reactivar una banda que llevaba cerca de una década alejada de los escenarios. Tampoco hay trampa ni cartón, ni excusas peregrinas para justificar esta vuelta: si algo caracteriza al músico neoyorquino es su transparencia a la hora de explicitar sus estrategias. La misma honestidad que ya se hizo patente en Postales Negras (Libros de Ruido, 2011), su jugoso libro autobiográfico.
Quizá estos diez años supongan demasiado poco tiempo como para echarles realmente de menos, dirán unos. O puede que sea un lapso suficientemente amplio como para aguardar su regreso como agua de mayo, dirán otros. Sea como fuere, el caso es que el cuarteto neoyorquino ya está aquí, embarcado de pleno en una gira española que entra en su recta final y que tiene en Cádiz (21 de abril, Aulario La Bomba), Valencia (22 de abril, Espai Rambleta), Barcelona (23 de abril, Bikini), Zaragoza (24 de abril, Centro Las Armas) y San Sebastián (25 abril, Intxaurrondo), Cádiz (28 de abril, Aulario La Bomba), Huelva (29 de abril, Las Cocheras), Granada (30 de abril, Planta Baja), Murcia (1 de mayo, Festival SOS 4.8) y Barcelona (12 de junio, La 2 de Apolo), sus últimas paradas.
Una buena oportunidad para volver a disfrutar de uno de los cancioneros más emblemáticos de entre los gestados en los años 90 (aunque prolongase su factura hasta la década de los 2000, ya entonces con menor fortuna). Un repertorio heredero de los noctívagos y seductores trenzados de guitarras de The Velvet Underground, Television o The Feelies, que comenzó a gestarse justo después de la disolución de Galaxie 500, el trío en el que Dean Wareham (junto a Damon Krukowski y Naomi Yang) sentó las bases de una de las ramas más reconocibles del rock alternativo tal y como lo conocemos. Etiquetarlo como dream pop ya queda a gusto del consumidor.
Lunapark (Elektra, 1992) fue su debut. Y el magistral Bewitched (Elecktra, 1994) afianzó el camino emprendido, con canciones tan hipnotizantes como “California (All The Way)”.
El gran salto de popularidad de la banda, no obstante, llegaría con Penthouse (Elektra, 1995), el trabajo al que con más frecuencia han recurrido cada vez que trataban de recuperar temas infalibles para el directo, y el que más justificaba los paralelismos con las atmósferas creadas por Tom Verlaine y Richard Lloyd al frente de Television, muchos años antes. Tanto este álbum como el no menos estimable Pup Tent (Elektra, 1997) fermentaron el caldo de cultivo para su fructífera relación con nuestro país, en donde fueron acogidos con los brazos más que abiertos. Sus giras de 1997, 1999 y 2005 (sin olvidar su paso por festivales como el FIB, donde estuvieron en 1998, en la que ha sido la mejor edición de toda su historia, tras la suspensión de su actuación de 1997 debido al vendaval de viento y lluvia) siempre han dejado un estupendo sabor de boca, con salas rozando el lleno y un público entregado.
A partir de 1999 comenzó la pendiente abajo. No demasiado pronunciada, pero sí visiblemente descendente. Luna cerraron su discografía con tres trabajos detentores de oficio pero innegablemente desiguales. Discos que les sirvieron para prolongar la vida en la carretera, pero que estaban aquejados de la falta de chispa y magia de sus mejores álbumes. The Days of Our Nights (Jericho, 1999), Romantica (Jet Set, 2002) y Rendezvous (Jet Set, 2004) respondieron, con diferentes matices, a ese molde, junto al preceptivo disco en directo (Luna Live; Arena Rock, 2001). Aunque en todos cabía algún destello de genio.
En la gira que nos los trae hasta nuestro país recalan con la última de sus formaciones, la integrada por Dean Wareham, Britta Phillips, Sean Eden y Justin Harwood. Eficacia más que probada, contrastadísima pericia instrumental y canciones para dar y regalar. Sin sorpresas, claro. Pero con plena fiabilidad.
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