Los Enemigos vuelven con el segundo disco de su segunda juventud, la que emprendieron en 2012 como una vuelta a los escenarios, que luego se tradujo en un nuevo disco. Pero lo más notorio es que lo hacen con uno de los mejores trabajos de su carrera, producido por Carlos Hernández, repleto de canciones breves, directas y anfetamínicas, también rebosantes de un talante pop en las melodías que posiblemente no hayan explotado con tanto denuedo en toda su carrera. Bestieza (Altafonte, 2020) suena a nuevo comienzo, sin duda. Y sabe a gloria teniendo en cuenta que hablamos de un grupo formado hace más de tres décadas, que se las ingenia para seguir sonando contemporáneo.
Josele Santiago, frontman de la banda que completan Fino Oyonarte, Chema “Animal” Pérez y David Krahe (quien ha reemplazado a Manolo Benítez), nos atiende por teléfono para charlar un buen rato sobre el estupendo momento creativo que atraviesa la veterana banda madrileña.
Diez canciones de apenas tres minutos, con melodías muy instantáneas, en poco más de media hora. ¿Buscabais lo directo, lo instantáneo en esta época de estímulos fugaces, en la que parece que nadie tiene tiempo para dedicarle a un álbum?
Tampoco lo hemos pensado para facilitar la escucha, simplemente es lo que nos pedían las melodías, dejarnos de florituras e ir al grano, y cuanta más caña les metíamos, parece ser que mejor les sentaban, y esa fue un poco la premisa. Apretar el acelerador excepto en tres medios tiempos. El resto van que vuelan. Ese acabó siendo el concepto. Había muchas ganas, porque había pasado mucho tiempo desde que grabamos el anterior disco. Yo también había pasado por una etapa un poco en blanco, y cuando estas cosas ocurren, empiezan a llegar las ideas y agarras todo con muchas ganas, y creo que se nota.
Los medios tiempos a los que te refieres son “La costumbre”, “Sacrilegio Sideral” y “Rey Pescador”, ¿no?
Efectivamente.
La primera vez que escuché “Siete mil canciones”, el adelanto, fue en El Sótano de Radio 3. Diego RJ la estrenó diciendo que las guitarras suenan a Hüsker Dü. Me pareció descabellado pero al oírla lo entendí. No es un grupo con el que os hubiera asociado.
Siempre han estado ahí. Tanto Hüsker Dü como los Replacements, grupos en esa onda. Hay una vena suya. Tenemos varias venas, porque ya son muchos años, algunas veces acercándonos más al sonido de raíces o al rythmn and blues, otras más al pop y al punk, que se notaba más en los directos. Canciones como “Dentro”, “Señor Correcto”, la versión de “Señora” de Serrat, “Yo el rey”, “La cuentra atrás”… son más punkarronas y más melódicas, y por ahí van los tiros en esta ocasión. Las que mandan son las canciones, yo siempre digo lo mismo. La mayoría de estas melodías se sostienen en cualquier formato, con una acústica o con un piano. Pero el concepto de Bestieza fue el de ir metiéndole cera a la cosa, a ver qué pasaba. Y por lo general, nos pareció un acierto en el local. Y creo que hemos llegado a un punto muy justo de cocción. Lo escucho y creo que hicimos bien en meterle watios.
El disco me recuerda a lo que hacía Hendrik Röver cuando montó Hank en un receso de Los Deltonos. Aunque en su caso, él también viniendo también del blues rock, lo de Hank, que se podría calificar como power pop, se quedó en una aventura pasajera.
Sí, les vi en directo varias veces, siempre he seguido con mucho interés todo lo que ha hecho Hendrik, y me parece muy interesante. Puede que por ahí esté. Pero ya te digo, nosotros seguimos una pequeña tradición pop que es nuestra, y con la que entroncan estas canciones. Siempre nos han gustado los Buzzcocks, los Undertones o los Stranglers. Siempre han estado presentes en nuestros discos, por lo menos en un par de canciones. A mí me recuerda un poco a Gas (1996), sonando más actual y bastante mejor, menos agreste.
Habéis incorporado a David Krahe (Los Coronas) a la guitarra, reemplazando a Manolo Benítez. ¿Ha jugado algún papel en ese giro de sonoridad?
Claro que se nota. La paleta de colores es otra. Y esto también marca el disco. Su impronta está ahí muy presente, es un músico con el que llevo trabajando mucho tiempo en mi carrera en solitario y el trabajo de guitarras que hemos hecho ha sido muy intenso, está bastante milimetrado, cosa que antes no había hecho. Y me ha encantado, ha sido todo un placer contar con David. Siempre que entra alguien nuevo trae nuevas ideas, es sangre fresca, y él también ha entrado con muchas ganas. Se ha integrado a la perfección porque nos ha visto muchas veces, nos conoce muy bien, y como músicos nos entendemos con una miradilla. Hemos recorrido la península de arriba abajo, en acústico, y con banda, y además somos amigos desde que éramos pequeños. Eso se nota también, claro.
¿Dirías que es un disco vitalista, radiante u optimista, al menos en las melodías, y en contraposición a lo que fue tu Transilvania (2017) o muchos otros discos de Los Enemigos, que tienen como más mala leche?
El discurso sigue siendo bastante puñetero, y puede que la urgencia de las canciones sí que se traduzca en luminosidad, pero yo no diría optimismo, huyo bastante de eso. No me gusta. Y no me gusta… porque no. Porque nunca me ha gustado. No le encuentro mucho sentido a la literatura del optimismo. Es un disco energético, eso desde luego, con toneladas de energía. Y eso puede traducirse en luz. Yo lo que noto es muchas ganas.
La anterior ocasión en que hablé contigo me contabas que al principio de tu carrera estabas obsesionado con el asunto de grabar en riguroso directo, sobre todo para que respiraran las canciones. Y que en los últimos conciertos de Los Enemigos —antes de la reunión posterior este siglo— notabas que se te ahogaban esas canciones, como si no tuvieran el rodaje necesario que da el tocarlas muchas veces. ¿Está este disco más pensado para el directo que otros?
No, lo que hacemos es juntarnos con una serie de canciones y tratarlas como entendemos que nos van pidiendo. No somos muy de pensar en el futuro ni nada de eso. Esta vez ha sido así. El directo ganará bastantes enteros en cuanto a energía, porque el disco tiene un peso específico muy cañero, muy gordote, y seguro que se escora hacia el lado de la caña, porque van a estar ahí las diez canciones metidas, pero también medios tiempos. Tenemos muchas ganas de tocar en directo.
¿Te pareció que la acogida a Vida Inteligente (2014), para ser vuestro primer disco desde 1999, fue un poco tibia?
Bueno, estuvo muy bien, es un disco del que estamos muy contentos, lo que pasa es que sí que es verdad que es un disco un poco errático, que no tiene la contundencia que tiene este como elepé. Hay canciones muy buenas, pero cada una muy de su padre y de su madre, no tiene la cohesión que quizá sí hemos tenido en Bestieza (2020). Quizá se deba a que llevábamos solo dos años juntos de nuevo, y a lo mejor no teníamos muy claro hacia dónde tirar, o no nos compenetrábamos todavía al nivel en el que lo hacemos ahora, no sé. Pero creo que tuvo una buena acogida. Tampoco fue la hostia, pero tampoco esperábamos que lo fuera. Como piedra angular de esta segunda etapa, está muy bien. Algunas de sus canciones se han quedado pegadas para siempre a nuestro repertorio, como lapas.
No puedo resistirme a preguntarte cómo lleváis eso de tocar en grandes festivales, con bandas que son de una generación mucho más joven y de estilos musicales e incluso filosofías de vida muy distintas, de esas que se han curtido ya directamente para tocar en ellos, con ese modelo de directo. ¿Os sentís igual de cómodos?
Hombre, cómodos y orgullosos. Porque hemos llegado hasta aquí. Para nosotros es una sensación cojonuda. ¿Quién nos iba a decir que íbamos a estar en 2020 compartiendo cartel con grupos de chavales? Es un gusto. Ya demás te da la ocasión de husmear un poco en lo que se cuece por parte de las generaciones nuevas. Lo comentaba el otro día con Jorge Ilegal, que también está un poco ahí: coño, que hemos sobrevivido, hemos llegado hasta aquí y hacemos una especie de familia cebolleta, pero muy efectiva. Seguimos ahí funcionando y la gente responde, así que encantados de la vida. De tocar donde sea. A estas alturas, el mero hecho de seguir vivos es tonificante.
Sí, además ya os pateasteis vuestros buenos conciertos en fiestas patronales de pueblos antes de que proliferasen los festivales…
Nosotros siempre hemos sido de “la ene con la o, igual a sí”. Cogemos todo porque nos gusta tocar por ahí. Si es en un camión, pues en un camión. Y si es en un festival de puta madre, pues ahí. Son muy cómodos ahora los festivales. Antes era un poco coñazo porque no había ni prueba de sonido. Pero ahora son muy cómodos, el personal es muy profesional y te tratan muy bien.
Desde que han vuelto Los Enemigos, ¿sientes que lo que haces con ellos y tu carrera en solitario son como actividades cada vez más divergentes, pero al mismo tiempo por eso muy complementarias? (al igual que le puede ocurrir también a Fino Oyonarte)
Sí, la verdad es que lo llevo con bastante naturalidad. Paso del formato de dos guitarras acústicas a meter el follón que metemos Los Enemigos con la mayor naturalidad, no tengo problema con eso. O con mi banda cuando actúo a mi nombre. Yo al menos desde dentro lo veo así, no sé cómo se ve desde fuera, ni creo que lo sepa nunca, pero a mí me parece muy coherente pasar de un estado a otro. Rollo Spiderman y Peter Parker, una dualidad que siempre está bien, y cuando te saturas de una cosa siempre tienes la otra. A mí me gusta, y como me sigue gustando salir a la carretera, aunque me duela un poco la espalda, pues yo estoy encantado. No sé si hay mucha gente que mantenga dos proyectos vivos ahora mismo, pero me parece que somos pocos.
Bueno, el caso de tu compañero Fino Oyonarte también es ahora parecido, además también combinando lo acústico (y algo más intimista) en solitario y lo eléctrico con Los Enemigos.
Claro. Supongo que es un poco la ley de la compensación, que a veces te lleva a tirar por caminos menos explorados. Y cuando ya llevas mucho tiempo ahí, pues te apetece volver al seno materno y meter cuatro guitarrazos. También lo he comentado con Fino muchas veces, que él viene de tocar con violines y las chicas que tocan el cello, y luego llega y agarra el bajo con unas ganas… así da gusto. Con estas ganas, con esta ilusión y con profesionalidad.
Entre sus próximas fechas de presentación destacan el 17 de abril en la Apolo de Barcelona, el 22 de mayo en la Moon de Valencia y el 29 de mayo en La Riviera de Madrid.
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