El hermano vaquero del mono, el peto, emprende esta temporada su enésimo intento de regreso al armario masculino. Te doy las claves para lucirlo con la mayor dignidad posible.
Sucede con los pantalones de cuero, con los chalecos, con los zapatos en punta y particularmente con el peto vaquero, el rey de los comebacks infructuosos: periódicamente, una de estas prendas regresa camuflada entre las tendencias de una determinada estación y lo hace con la vana esperanza de convertirse en el must de la temporada. En esta ocasión, el peto intenta hacerse un hueco en nuestra lista de deseos pero en versión perneras cortas y creo que precisamente esta variación es el motivo de que hasta yo me esté planteando comprarme uno en rebajas.
El peto es una prenda controvertida, nada versátil y difícilmente favorecedora para la anatomía de un hombre. Pobrecito, no le faltan motivos para este bucle de fracaso en el que anda instalado desde los 90. Por su estructura, un peto impide que se marque la cintura, no la ciñe ni crea proporciones armoniosas, de hecho, saca tripa aunque no la tengas y ensancha visualmente las caderas y el trasero masculino. Además, no es la prenda que mejor se adapta a la etiqueta media del entorno laboral habitual, a menos que seas mamporrero, mecánico o rapero, claro. Para colmo, el patrón de un peto masculino acostumbra a exigir perneras amplias, que confieren pesadez al conjunto y encima no estilizan nada.
Entonces, ¿por qué quiero comprarme un peto? Pues porque creo que este año ha acertado al presentarse como alternativa al short vaquero y postularse como una prenda puramente vacacional, si me permitís el adjetivo, idónea para meterla en la maleta y hacer el guiridurante julio y agosto. Por otra parte, su irrupción se entiende si miramos a nuestro alrededor y constatamos que la moda masculina lleva una buena temporada envuelta en mucho swag, mucho monopatín long-board, mucha gorra con visera plana y mucho calcetín a media caña. No hace falta que os disfracéis de skater hipster para lucir un mono, mi consejo es llevarlo con una camiseta a rayas o con algún motivo tropicaloide, con unasslippers y con un muchito de actitud. El día que salgáis con el peto a la calle, olvidaos de la mochila -no permitáis que los tirantes de uno compitan con los de la otra- y renunciad a todo complemento que le arrebate protagonismo al peto.
Sí, me voy a comprar un peto, lo tengo decidido, aunque acabe pareciendo una versión talludita, calva y barbuda de Daniel el Travieso. No me importa, estoy seguro que lo peto.
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