Un acontecimiento escénico se aproxima. En mayo de 2017 se estrenará la nueva creación del artista griego Dimitris Papaioannou (Atenas, 1964), una coproducción internacional en la que participan el Onassis Cultural Center, el Théâtre de la Ville de Paris o el Seoul Performing Arts Festival entre otros destacados centros de nivel.
La obra de este artista plástico, director de escena, coreógrafo y demiurgo heleno (recibió el título de Homo Hellenicus de mano de la Universidad de Atenas) lleva años cosechando reconocimientos allá donde se presenta. Por este motivo y por su capacidad de generar imágenes altamente sugerentes, bellas y metafóricas fue el encargado de las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004 y de la de los Juegos Europeos celebrados en Baku en 2015. Con esta última creación, Origins, obtuvo seis nominaciones en los últimos Premios Emmy, entre ellas las de mejor dirección artística, vestuario, música e iluminación.
Con estudios de arte y pintura, su vocación primera, que le han permitido acercarse también al cómic y la ilustración, Papaioannou conectó con la danza en Estados Unidos y en 1986 formó la compañía Edafos Dance Theatre junto a Angeliki Stellatou, activa hasta 2002, gracias a la que siguió dando rienda suelta a su creatividad escénica y visual a través de los 17 montajes que puso en pie.
Después vendrían incursiones en la ópera o el teatro en las que colaboró con grandes nombres como Robert Wilson, Tom Waits o William Burroughs.
Algunos de los primeros espectáculos con Edafos (The Mountain-The Raincoat, 1987, Room I-Room II, 1988, y la trilogía The Songs) se pudieron ver en Valencia y Barcelona como obra seleccionada por su país en diferentes ediciones de la Bienal de Jóvenes Artistas del Mediterráneo y en la Expo de Sevilla. Desde entonces, hace más de 20 años, y después de consagrarse como uno de los grandes de la escena ya con nombre propio, no había vuelto por España, por eso es también un acontecimiento su próxima visita al teatro Central de Sevilla (20 y 21 de enero) con Still Life.
El mito de Sísifo permite al griego interrogarse sobre lo tangible y lo terrenal, a través de una puesta en escena muy plástica, en la que los intérpretes son sometidos a increíbles transformaciones. Y aquí entra el sello que le ha dado fama mundial, un hábil manejo de los efectos para crear y recrear sugerentes imágenes, en las que lo inverosímil toma partido; como esos cuerpos sorteando los muros de escayola en contorsiones imposibles, o un simple y ligero plástico convertido en símbolo de tormenta amenazadora.
Como ha señalado la crítica se trata de una creación audaz y sorprendente, en la que lo familiar fecunda lo extraño y a la inversa.
Este ilusionismo está presente también en Primal Matter, en algunas de cuyas escenas juega con las yuxtaposiciones de miembros de dos cuerpos; o en la primera escena de Nowhere, un homenaje a Pina Bausch, en la que los brazos de los intérpretes crean sugerentes movimientos en poética ondulación.
El director se plantea en sus montajes la forma en que observamos, en que miramos y disfruta especialmente presentando su trabajo ante gente que no lo conoce. Matérico, altamente visual, obsesionado por el cuerpo desnudo, sobre todo el masculino, es capaz de generar asombro e inquietud a partes iguales, belleza y duda.
Considera su trabajo teatro físico, obras sin palabras, si quieres le llamas danza, declaraba recientemente.
Más allá de sus cautivadoras puestas en escena, el trabajo de Papaioannou nos hace pensar en la vida, en la transformación, en el tiempo, en los sueños. Como señalaba Peter Stenson, En el pasado los griegos nos dieron la filosofía, hoy nos ofrecen danza filosófica.
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