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Heatwave, el Woodstock de la Nueva Ola

En Música 24 agosto, 2020

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

El 23 de agosto de 1980, hace 40 años, tuvo lugar el Festival Heatwave, conocido en su momento como el Woodstock de la Nueva Ola y el Punk. El público, que en vez de flores en el pelo lo llevaba teñido de verde y rojo, llegó a casi 100.000 personas y entre los cabezas de cartel estaban los Talking Heads, estrenando las canciones de la que sería su obra maestra Remain In Light y también nueva formación; Elvis Costello, en su única actuación en Norteamérica de ese año; los Pretenders, que acababan de sacar su excelente y exitoso debut; los B-52’s, que cuatro días después de su aparición en el Festival publicarían su segundo trabajo Wild Planet, o los Rockpile de Nick Lowe y Dave Edmunds, que publicarían en octubre de ese año su único disco juntos.

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También estaban anunciados y aparecían en los carteles los Clash, pero al final, por circunstancias desconocidas, los de Joe Strummer y Mick Jones no se presentaron. Si lo hubieran hecho puede que este festival, capaz de hacer salivar a cualquier fan de la Nueva Ola, no hubiera caído en el olvido.

Y es que no hay canciones sobre el Heatwave, ni se ha estrenado ningún documental sobre el mismo —a pesar de que fue rodado en su integridad—, pero aquello fue una orgía musical nuevaolera en la que sonó, parafraseando un disco de uno de sus protagonistas, puro pop para la gente de ahora.

El concierto fue organizado por el promotor John Brower, un veterano de la escena que ya había organizado en 1969 el Festival de Toronto, en el que la Plastic Ono Band de John Lennon dio su primer concierto. El hecho de que decidiera organizarlo en un circuito de carreras en Bowmanville, Ontario, en Canadá, en vez de en los EE.UU., tenía que ver, según sus palabras, con el hecho de que el canadiense era el mercado más fuerte para la Nueva Ola en el continente.

Lo que parecía evidente es que el movimiento parecía que iba a ser la próxima revolución comercial, algo que, en cierto modo, sería así, pero una vez que el punk y las guitarras se hubieran olvidado en favor de la laca, el maquillaje y los sintetizadores…

Otro de los puntos fuertes del Festival es que hasta en sus nombres más pequeños había una o dos perlas nuevaoleras por cabeza. Abrieron el festival, a las 11 de la mañana, Teenage Head, una banda punk canadiense que se llamaba así en honor a una (enorme) canción de Flamin’ Groovies y que idolatraban a los New York Dolls. Llevaban desde mediados de los 70 juntos y tenían un gran sencillo, publicado en 1978, llamado «Picture My Head».

Les llamaban los Ramones de Canadá —por cierto, los de Queens también estuvieron entre las bandas que se rumoreaba que podrían haber asistido al Heatwave—, aunque habían derivado hacia una especie de rockabilly punk y garajero. Su cantante se mostraba feliz de tocar ante miles de personas después de haber tocado todos los garitos de Canadá. Acababan de sacar su segundo disco, Frantic City, y su actuación en el Heatwave les daría el empujón necesario para que su siguiente disco, Some Kinda Fun, fuera el más vendido de su carrera.

Tras ellos llegaban, nada más y nada menos, que The Rumour, la banda de acompañamiento de Graham Parker, que había decidido emanciparse definitivamente de su líder. Eso quiere decir que no hubo nada de los soberbios discos que hicieron con este, Howlin’ Wind, Heat Treatment, Stick To Me y, por encima de todos, Squeezing Out Sparks, pero sí que tuvieron tiempo de repasar su obra en solitario que, para ese momento, ya tenía tres discos, el último de ellos, publicado en ese mismo 1980, Purity Of Essence.

Más allá de su actuación lo más interesante del asunto era como estaban de conectados con muchos de los cabezas de cartel por parte inglesa. Y es que su guitarrista, Brinsley Schwarz, y su teclista, Bob Andrews, habían formado junto a Nick Lowe la notable banda de pub rock, Brinsley Schwarz, llamada así por el guitarrista. Mientras que la sección rítmica, formada por Andrew Bodnar al bajo, y Stephen Goulding a la batería, habían tocado con Elvis Costello en su formidable sencillo Watching The Detectives en 1977, además de tocar y escribir con Nick Lowe uno de sus sencillos de más éxito, I Love The Sound Of Breaking Glass, al año siguiente. Por si fuera poco, Bodnar acabaría tocando en uno de los temas del tercer disco de los Pretenders, Thin Line Between Love and Hate.

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B-52’s

Luego vino el primer plato fuerte del Heatwave, Rockpile, la banda formada por cuatro veteranos de la escena pub rock, Dave Edmunds a la guitarra y la voz, Nick Lowe al bajo y la voz, Billy Bremner, a la guitarra y la voz y Terry Williams a la batería.

Por problemas legales todavía no habían sacado nada bajo ese nombre, pero la banda ya había tocado en los seminales discos de 1979, Repeat When Necessary y Labour Of Lust, firmados en solitario por Edmunds, el primero, y Lowe, el segundo.

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Rockpile.

En su setlist no hubo tiempo para ninguna de las canciones de Seconds Of Pleasure, el disco de debut (y a la postre único) de la banda, que saldría en octubre de 1980, pero sí para rescatar canciones de los discos en solitario de Lowe y Edmunds, como la maravillosa versión de una canción inédita de Elvis Costello llamada Girls Talk, a cargo de Edmunds.

El público respondió con pasión, a pesar de que estaban tocando a la hora de comer, sobre todo con el glorioso «So It Goes» del Pure Pop For Now People de Lowe y el «I Hear Youn Knocking'» de Edmunds, su viejo éxito de 1970 que le dio su único número uno en el Reino Unido y su único Top Ten en EEUU, un año después del verdadero Woodstock y cuando Nueva Ola solo quería decir un movimiento cinematográfico francés.

Holly Beth Vincent había comenzado su carrera en la escena punk de Los Ángeles, en 1978 hizo las maletas y se fue al Reino Unido donde formó Holly & The Italians, sacando el infeccioso sencillo «Tell That Girl to Shut Up», que no fue el éxito que debió haber sido hasta que los Transvision Vamp de Wendy James lo recuperaron en 1987.

La cosa es que el grupo fue el siguiente en pasar por el escenario del Heatwave, cuando el público congregado ya pasaba de 60.000 asistentes. Vincent y su banda serían los encargados de abrir los conciertos de la banda más esperada en el festival, The Clash, en su gira de presentación de Sandinista. Como curiosidad se puede añadir que en el 82 grabaría una hilarante versión de «I Got You Babe» junto a Joey Ramone.

Tras su concierto llegó la tanda definitiva de cabezas de cartel. A los Pretenders de Chrissie Hynde les tocó subir al escenario con el sol todavía calentando y una enorme multitud mostrando los primeros síntomas de que el alcohol había corrido para apaciguar el sol de agosto. Pero en poco tiempo Hynde ya tenía al público en la palma de su mano.

Era normal, a pesar de ser unos recién llegados, su primer disco se había publicado en enero de ese mismo año, los Pretenders eran una de las bandas con más éxito del festival y su «Brass In Pocket» se convertiría en uno de los sencillos más vendidos del año en Canadá.

En el concierto les dio tiempo a repasar su debut casi al completo, además de adelantar algunos temas de su segundo disco, Pretenders II, la obra que cerraría con amargura la corta trayectoria de la formación original, tras las muertes del guitarrista James Honeyman-Scott en 1982 y el bajista Pete Farndon un año más tarde.

En cierta medida nunca volverían a recuperar la frescura y el arrojo de su debut, aunque a Hynde todavía la quedaban grandes canciones en el bolsillo, como ese «Back On The Chain Gang» que dedicaría a Honeyman-Scott y para el que contaría con Billy Bremner de Rockpile como guitarrista principal.

No era su única conexión con aquel grupo y es que Nick Lowe les había producido su sencillo de debut, su versión del «Stop Your Sobbing» de los Kinks. Por una vez el «Jesús de lo cool» se equivocó y decidió no producirles el disco entero porque no veía nada en aquella banda liderada por Hynde. Su actuación en el Heatwave fue una especie de revancha y los Pretenders terminarían por convertirse en una de las bandas más exitosas de la escena.

Después de ellos llegó el turno de una de las bandas más locas, originales y creativas de la Nueva Ola, los B-52’s. Antes de salir al escenario con sus peinados imposibles y sus vestidos sesenteros Kate Pierson gastaba una broma sobre el Woodstock original: ¿Que si estamos nerviosos por tocar ante tanta gente?, no mucho, posiblemente todo el mundo vaya hasta arriba de ácido, es un festival.

Claro que la droga en ese momento ya no era el LSD sino la cocaína, como muy bien sabían ellos mismos y los Talking Heads. Como no podía ser de otra forma, los B-52’s fueron unos de los grandes triunfadores de la tarde, poniendo a bailar a 70.000 hippies bebidos y drogados, con un repertorio de altura en el que combinaban canciones de su aclamado primer disco homónimo, publicado en 1979, y otras del disco que iban a publicar cuatro días después de este concierto, Wild Planet.

Comenzaron con «Planet Claire» y terminaron haciendo bueno el título de la última canción, «Party Out Of Bounds». Los de Athens, Georgia, montaron una gran fiesta en la que se bailó el rock de la langosta y se visitó mi Idaho privado.

Cindy Wilson y Fred Schneider no paraban un momento quietos en el escenario y en cuanto Pierson saltaba detrás de su órgano con su minifalda roja, la gente se volvía loca. Parecía imposible que nadie pudiera superarlo pero David Byrne y los suyos tenían varias sorpresas preparadas. Con el sol poniéndose, los Talking Heads estaban a punto de presentar al mundo varias de las canciones nuevas del disco que estaban grabando junto a Brian Eno, Remain In Light.

Para poder reproducir su sonido, el cuarteto original se había ampliado hasta una banda de diez componentes entre los que figuraban el maravilloso teclista Bernie Worrell, que venía de los Funkadelic/Parliament de George Clinton, el bajista Busta Jones o el guitar hero Adrian Bellew, que ya había tocado con Bowie y Zappa y estaba a punto de embarcarse en la nueva formación de los King Crimson de Robert Fripp.

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Talking Heads en el Festival Heatwave.

Minutos antes de salir al escenario, Bellew se pasó por el camerino de la banda y se encontró a Byrne y otros miembros de los Heads esnifando rayas de coca en la parte de atrás de sus guitarras. El mundo estaba preparado para los nuevos Talking Heads.

Ya no somos la banda que solíamos ser, dijo Byrne al poco de subir al escenario. La cosa comenzó con el mítico riff de bajo de «Psycho Killer», solo Bellew les acompañaba de los nuevos pero, poco a poco, su fueron sumando nuevos músicos. Con «I Zimbra», el claro anticipo de Remain In Light, la banda queda al completo y los Heads pasan a tocar cuatro canciones del disco que están a punto de sacar.

La primera tiene al nervioso Byrne gritando Y puede que te encuentres a ti mismo en una casa preciosa, con una hermosa esposa. Y puede que te preguntes a ti mismo: Bueno… ¿Cómo he llegado hasta aquí? Dejando que pasen los días... Era la primera vez que alguien escuchaba en directo una de las canciones que definirían la década, «Once In A Lifetime». Una canción que, como el resto del disco, vería la luz el 8 de octubre de 1980.

Tras su repaso a Remain In Light, los Heads terminaron su actuación con dos clásicos infalibles, «Life During Wartime» y «Take Me to the River», demostrando que eran la banda blanca más funky del planeta. Era su primer bolo de un año que les vería dar algunos de los conciertos más recordados de su carrera, como el de Roma o Hamburgo (que están enteros en YouTube), además de servir de base para su disco en directo The Name Of This Band Is Talking Heads. Quedaba claro que los creadores de Fear Of Music eran los grandes triunfadores de la jornada, pero todavía quedaban Elvis Costello y sus Attractions y el inglés no tenía pensado rendirse sin presentar batalla.

Eso sí entre los dos conciertos se vivió una de las anécdotas más recordadas del festival, el promotor John Brower estaba en el backstage dando una entrevista por la radio junto a su amigo, el actor Dan Aykroyd, que se estaba haciendo pasar por su conocido personaje Jake Elwood, de los Blues Brothers. En un momento dado Aykroyd le dice a Brower si puede invitar a todo aquel que estuviera escuchando a venir gratis al concierto. Brower le siguió la broma y dijo que sí. En pocos minutos, justo mientras los Talking Heads terminaban, unas 15.000 personas se presentaron allí y hubo que abrir las puertas.

Para el momento en el que Elvis Costello dijo primera frase, nada más subirse al escenario: Hola, somos los Clash, ¿cómo estáis por ahí abajo?, por ahí abajo había ya casi 100.000 personas, 80.000 que habían comprado entrada y unas 15.000 que habían entrado gracias a Jake Elwood. Seguramente más de un despistado pensó que estaba viendo a los de Joe Strummer, sobre todo pensando que durante toda la duración del festival la gente seguía pensando que los Clash iban a aparecer para tocar London Calling. A día de hoy, todavía hay gente que cree haber visto a Mick Jones entre el público.

Pero volvamos a Costello, el airado compositor estaba en su mejor momento creativo y de éxito. Había encadenado seguidos estos increíbles discos, My Aim Is True en 1977, This Year’s Model en 1978, Armed Forces en 1979 y acababa de publicar, en febrero del 80, Get Happy!!. Haciendo honor a su apodo, era el ‘Rey de la Nueva Ola’ y el setlist que presentó no fue otra cosa que espectacular, encadenado clásico tras clásico en brillantes piezas de orfebrería pop de tres minutos.

Así sonaron «Accidents Will Happen», «The Beat», «(I Don’t Want To) Go To Chelsea», «High Fidelity» —una canción que presentó diciendo esta es una canción que va sobre amores perdido… yo sé un par de cosas sobre eso—, «Alison», «Clubland» (un adelanto del Trust que llegaría en 1981), «Oliver’s Army», «Watching The Detectives», «Radio Radio», «Pump It Up», «(What’s So Funny ‘Bout) Peace, Love & Understanding» —si los Rockpile se hacían una canción suya, entonces él también podía hacer una de Nick Lowe— y el glorioso final con su versión del clásico de Sam & Dave «I Can’t Stand Up (For Falling Down)».

Fue un concierto apasionado y apasionante, y Costello puso el listón muy alto. Al final salió la banda canadiense The Kings para clausurar el festival, habían conseguido cierta repercusión con su sencillo de doble cara «The Beat Goes On» / «Switching to Glide» pero nadie tenía muy claro cómo les habían dejado el codiciado cierre a ellos.

Se llegó a hablar de que su mánager había pagado para conseguir ese puesto, pero no quedó nada claro. Su actuación es la única que está al completo en YouTube y se puede ver que sus pintas no pueden ser más Nueva Ola, eso sí, como si cada uno fuera de un grupo distinto. Está el que va trajeado, el que va con peto de colores y el que lleva camiseta de tirantes de cebra. Su espídica versión del «California Girls» de los Beach Boys demuestra que, si bien no tenían el repertorio a la altura del resto de cabezas de cartel, por lo menos le echaron ganas…

Así terminó el evento, no hubo «Woodstock» de Joni Mitchell, ni «Monterrey» de Eric Burdon & The Animals para celebrarlo, tampoco D.A. Pennebaker, ni Michael Wadleigh, hicieron una película sobre ello, pero no cabe duda de que si eres un apasionado de la Nueva Ola no podrás evitar pensar ¿dónde hay una buena máquina del tiempo cuando uno la necesita?. Y es que el 23 de agosto de 1980, las cinco grandes bandas que aquí tocaron se encontraban en la cima de su carrera y la ingente cantidad de maravillas, en forma de píldoras pop, que se pudo escuchar fue una sobredosis de talento.

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