Los Globos de Oro son la primera gran cita de la temporada de premios. Además del palmarés, nos dejan una alfombra roja jugosa sobre la que se han visto tres tendencias claras: amarillos y rosas, destellos metálicos e intensos contrastes de blanco y negro. Repasemos lo mejor y lo peor que se ha dejado ver antes de los Oscar:
Repleto de estrellas, como el de una que yo me sé (sí, Pedroche, tú), estaba el traje de Emma Stone. La actriz titiló sobre la alfombra roja, radiante y fugaz con su Valentino estelar.
Se llevó un Globo de Oro, pero así ataviado, lo que Ryan Gosling pedía a gritos era un anillo de oro alrededor de su dedo corazón. Hay que ser muy hombre para llevar ese clavel en la solapa y salir airoso. Bravo.
Amy Adams, también conocida como Me-he-puesto-este-vestido-unas-veinte-veces-antes. Aburrimiento se escribe con A, como su nombre y su apellido.
Mucho más estimulantes fueron las lentejuelas del vestido de Claire Foy, que son de esas que te mantienen entretenido toda la noche, dedito arriba, dedito abajo. Brilló como una auténtica joya de la Corona.
Previsible, el modelo para lucir sin bragas de Elsa Pataky. La ventaja de ser hombre y de recurrir al clásico esmoquin es que si Chris Hemsworth también decidió ir en plan comando, nadie se dio cuenta.
Autoparodiándose, Sofía Vergara eligió un Zuhair Murad con transparencias y paillettes. Su look se resume en dos palabras: dejà vu!
Será de Nina Ricci, pero el diseño en amarillo mantequilla de Reese Witherspoon parecía estar firmado por otro diseñador llamado Puro Tedio.
También del color de la envidia, Natalie Portman, con un Prada que no dice nada (pareado incluido). ¿No se da un aire a una Angelina Jolie septuagenaria?
Para reconciliarnos con el amarillo, Viola Davis lo acompañó de carisma. Los looks de la actriz sobre la alfombra roja son siempre rotundos y refrescantes. Espectacular.
Como su carrera, el Viktor & Rolf de Winona Ryder parecía haber estado unos quince años guardado en un armario.
Blake Lively, con un Versace muy útil para… ¿Evitar estropearse la manicura? Ryan Reynolds, a su ladito, optó por un esmoquin bien entallado, que siempre sienta mejor.
Me gusta el combo que forman Justin Timberlake y Jessica Biel: creo que por separado, ambos conjuntos hubieran quedado fuera de lugar. Juntos, en cambio, suman rarezas y funcionan.
Soraya Arnelas, digo Michelle Williams, vestida por la modista que le hizo las cortinas a su abuelita y que ahora trabaja para Vuitton.
Helena Bonham Carter le prestó este Alexander McQueen a Nicole Kidman para ir a la gala. Si no es por eso, no entiendo la elección de la australiana.
Ataviada con un Michael Kors inexplicable, esta chica aseguró ser Sienna Miller. Irreconocible, bronceadísima y cargada con el catálogo completo de Majorica. Así no, querida.
La que fuera Carrie (Bradshaw) en la ficción, dedició homenajear a otra Carrie (Fisher): me gusta el look de inspiración nupcial y principesco de Sarah Jessica Parker, firmado por Vera Wang.
El Vionnet de Anna Kendrick no es demasiado favorecedor: me gusta el juego de tules, me enamora su clasicismo, me entusiasma lo fiel que es al espíritu de Madeleine Vionnet pero… ¿Qué pasa en ese escote?
Vestida por Jenny Packham, una vez más Millie Bobby Brown fue de lo mejor que pisó la alfombra roja.
Aconsejada por su abuelita, Jessica Chastain optó por un diseño azul lavanda de Prada. A Jane Fonda le habría quedado fabuloso porque, básicamente, ella sí tiene ochenta años.
Gucci firmó los dos mejores looks de la gala. Este audaz vestido en nude y rosa, con trampantojos deliciosos y detalles en azabache, de Felicity Jones…
…y este festival de volantes, que es una auténtica gozada para los sentidos. Los colores, los volúmenes, la longitud y hasta el lazo zapatero me obnubilan. Zoe Saldana está espléndida: no hace falta ir embutida para lucir radiante. Tanto me gusta su apuesta, que se me olvida el inenarrable conjunto esmoquin-zapato-lacito-greñas de su acompañante.
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