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Entrevistas

Fred Vermorel: «Los fans han sido menospreciados por sus ídolos»

En Música, Entrevistas 30 mayo, 2021

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

El fenómeno fan es tan viejo como la misma música popular. Al menos, como el pop y el rock. El periodista británico Fred Vermorel (Londres, 1946) escribió en 1986 un fascinante libro, que llega ahora traducido al castellano como Starlust. Las fantasías secretas de los fans (Contra, 2021), respetando letra por letra el título original, con traducción del músico Ibon Errazkin y prólogo de Pete Townshend (The Who).

En él recogía espeluznantes testimonios —fantasías sexuales de toda clase, impulsos suicidas e incluso homicidas y toda clase de pensamientos, en el límite entre el desvarío y la cordura— de varios centenares de fans de David Bowie, Ultravox, Marc Bolan, The Police y, sobre todo, un Barry Manilow que se revela como todo un sex symbol.

Un relato de gente normal con fantasías inconfesables, de testimonios que muchas veces superan los textos de las canciones de sus propios ídolos, que funciona como un gran fresco oral inconexo. Un auténtico tratado sociológico, con momentos muy divertidos y otros que rozan el patetismo, que retiene la misma vigencia que cuando fue escrito. Este es el resultado de nuestra charla telefónica con su autor.

Los testimonios del libro sorprenden por su franqueza y por lo explícitos que son. ¿Te resultó fácil ganarte la confianza de quienes participan?

La mayoría de ellos fueron muy próximos, muy sinceros. Sí que es verdad que muchos querían aparecer con seudónimos, para preservar su identidad, y tuvimos que asegurarles que sería así.

¿Por qué te resultaba tan fascinante el fenómeno fan y todo lo que lo rodea?

Siempre me han interesado las celebridades y cómo se relacionan con nosotros. Investigué, leí algunos libros excelentes sobre el asunto, pero siempre me quedé con la sensación de que había una dimensión que faltaba: la otra cara de la historia, que es la audiencia. El público, al que siempre se le da por supuesto, y que es como una pizarra en blanco, sobre la que se proyectan determinados prejuicios. Pensé que era mejor saber, en profundidad y de primera mano, cómo se sentían y cómo respondían

Después de todo el trabajo, ¿dirías que la realidad acaba superando a la ficción?

Creo que sí (risas). ¿Tú qué crees?

Yo también lo pienso, sí.

Me sorprendí mucho cuando empecé a recopilar todo este material. Las travesuras que contaban y lo bien que las describían. Algunos de los testimonios eran fantásticos, sí.

¿Crees que hoy en día, teniendo en cuenta que la gran mayoría de los músicos célebres comparten muchos aspectos de su vida con sus fans a través de las redes sociales, y que parte de aquel misterio sobre su intimidad se ha evaporado, los fans acérrimos tienen el mismo margen para cultivar la fantasía sobre sus ídolos?

Creo que la fascinación que sienten los fans hoy en día por sus ídolos es igual de intensa pero más difusa. Lo que hizo mi libro es que los fans fueran más conscientes de su condición de fans, y también que las oficinas de management lo fueran, porque hasta entonces o ignoraban a los fans o los escondían bajo la alfombra. Despertó el interés de las discográficas por los clubs de fans, por ejemplo. Era un territorio que estaba lejos de su escrutinio, las discográficas y los músicos solo pensaban en el dinero de las ventas de los discos. Ahora hay una comprensión más sofisticada del fenómeno. Estrellas como Taylor Swift son un ejemplo de cómo hoy en día algunas se relacionan de forma mucho más directa con los fans, como una herramienta de márqueting. Los regalos de navidad que les envía, las cartas manuscritas, las fotos firmadas, todo eso.

Fred Vermorel

Uno de los fenómenos más curiosos que refleja tu libro, al menos para quienes lo leemos desde España, es la fascinación erótica que Barry Manilow despertaba en las mujeres británicas de mediana edad. De hecho, el marcapáginas de la edición española es una foto suya con ropa muy ajustada.

Sí, con Tom Jones también había muchas confesiones parecidas, porque es un tipo de estrella similar, pero tuve que seleccionaras minuciosamente porque había muchísimo material. Tuve que limitarlo a estrellas muy conocidas, de aquel tiempo y de géneros musicales distintos. Por ejemplo, Bowie cubre el espectro del rock y del progresivo, y para lo que entendemos como MOR (middle of the road) elegí a Barry Manilow. Y podía haber elegido a Tom Jones, incluso a Elvis Presley.

En cualquier caso, sorprende ese furor. Al menos yo ni imaginaba que Barry Manilow tuviera ese magnetismo tan brutal para tantas mujeres. Puede que sea porque en España no fue, ni mucho menos, una estrella al nivel del Reino Unido.

Bueno, en realidad, las estrellas son como pantallas en blanco, algo sobre lo que los fans pueden proyectar sus propios deseos y fantasías, y cuanto más improbables parecen, más susceptibles son de que la gente proyecte eso sobre ellos. Cliff Richard es otra estrella muy parecida a Barry Manilow, generaba la misma clase de deseos, y con la misma intensidad.

Una de las características comunes a muchos de los fans que confiesan tener fantasías sexuales con sus ídolos es que parecen incapaces de mantener una relación de pareja sana en la vida real.

No estoy tan seguro de eso. Creo que, en la mayoría de casos, viven algo así como vidas paralelas, pero eso a veces refuerza la intensidad de sus relaciones. A veces es inocuo, y a veces es más como una obsesión. Hay diferentes grados. Pero no creo que haya específicos tipos de fans, son solo gente normal que cultiva unas particulares raíces de peregrinación por sus estrellas.

Pero sí que es cierto que muchos reconocen que su vida es gris y aburrida.

Sí, eso es cierto. Hasta cierto punto, por eso buscaban en los músicos a quienes admiraban esa noción de trascendencia. Algo que trascienda su día a día, y les ofrezca una razón para tener esa devoción por algo que entienden como más elevado. Aunque nos parezca mundano, o banal o absurdo, hemos de recordar que la gente tiene diferentes estrategias y necesidades, y no todo el mundo toma las medidas que creemos correctas para satisfacer esas necesidades. No sé si me explico.

fans

San Bono, canonizado por sus fans.

Sí. De hecho, tengo la sensación, leyendo el libro, de que su culto a las estrellas musicales es en cierto modo un sustitutivo de la religión.

Sí, eso se ha dicho muchas veces. Creo que la religión ha caído en desgracia, se ha quedado atrás en el tiempo, como una reliquia, y a menudo estos rituales de peregrinaje o de coleccionar objetos que han sido tocados por una estrella, cobran la forma de la religión mística. El fan se aferra a estos rituales. No creo que sea un sustitutivo, en el sentido de que muchos de estos fans también pueden albergar sentimientos religiosos. Se trata más bien de que revisten todo eso con las formas de la religión tradicional.

El asesinato de John Lennon a manos de Mark David Chapman, que era un fan, marcó un punto de inflexión. Y por suerte no se ha repetido.

Es lo que se dice de la cultura hecha para ser comida, para ser destruida. La relación del fan con la estrella es ambivalente. De amor y de odio. Una emoción muy compleja. Es esa sensación de Te doy tanto de mi tiempo y de mi amor, y ni siquiera contestas a mis cartas, eso crea un síndrome, una frustración. Todo eso puede tener consecuencias desafortunadas, pero John Lennon no ha sido el único que las ha sufrido. Ha habido varios casos de estrellas atacadas por fans, incluso asesinadas. No es común, pero tampoco infrecuente. Hay una película brillante que explora la ambivalencia y las contradicciones del fenómeno fan, que es El rey de la comedia (Martin Scorsese, 1983), protagonizada por Robert De Niro. Y fans que han atacado a sus ídolos, como hizo Ruth Steinhagen con Eddie Waitkus, Valerie Solanas con Andy Warhol, John Hinckley con Jodie Foster, John Robert Bardo con Rebecca Schaeffer o Ricardo López con Björk.

Fred Vermorel

Carta desesperada de un fan de David Bowie, uno de los manuscritos sobre los que se basa el libro de Vermorel.

Supongo que una de las claves de tu trabajo fue no contemplar a toda esta gente de una forma condescendiente o paternalista, sino desde la conciencia de que a cualquiera de nosotros nos podría pasar lo mismo que a ellos.

Sí, exactamente. Intenté liberarme de mí mismo y darles voz, porque no la habían tenido. Han sido menospreciados, a veces por las propias estrellas, y banalizados. Darles una plataforma para que pudieran expresarse y mostrarnos cómo piensan.

La gran mayoría de confesiones responden claramente a fantasías, algunas desorbitadas, pero hay alguna, como es el caso de la fan que tiene un affaire con el batería de Ultravox, que parece bastante plausible.

Sí, es raro. Pero bueno, el de las groupies también forma parte del fenómeno fan. El deseo de dormir con la persona y tener relaciones íntimas con ella, que a veces va más allá de la fantasía y forma parte de la realidad. Todo eso remitió desde la irrupción del SIDA, que fue el momento en el que las estrellas empezaron a tomar más precauciones y a proteger más su intimidad. Antes decías lo de las redes sociales, pero esa es precisamente otra forma en la que las estrellas se protegen a sí mismas de los fans: controlando y limitando el acceso a su persona.

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