España, camisa blanca

La camisa blanca, prenda básica por excelencia, pone de acuerdo a los presidenciables, al menos en sus carteles electorales, ¿lo hará también en el futuro?

A partir de un verso de Blas de Otero, Víctor Manuel escribió España, camisa blanca de mi esperanza, un verdadero himno de la transición, que ha ido vaciándose de significado con los años, perdiendo su carácter combativo en la barra de algún karaoke de provincias. Sea por homenaje a la canción, por mera coincidencia o por huelga de estilistas en las filas de los partidos, todos los candidatos a la Moncloa han elegido una camisa blanca para figurar en sus carteles electorales. Y esta casualidad relacionada con la moda, me vale como excusa para hablar hoy de política.

Mariano Rajoy, como buen señor mayor que es, la combina con corbata azul popular y hace como que está centrado en sus cosas -¿enviando algún Whatsapp comprometedor?- mientras la cámara le escruta medio a escondidas.

Pedro Sánchez exhibe la suya de perfil, casi como si de un recordatorio de comunión se tratara. Nívea, pulcra, impoluta… aunque él sabe que tras la contienda, bien salpicada va a quedar.

Albert Rivera la ha escogido bien ceñida, que el slim fit es cosa de jóvenes (como esas pulseritas de cuerda que lleva), y remangada, como si estuviera dedicido a ponerse manos a la obra. Acuerdo reza el cartel, mientras el de Ciudadanos le da mano a otra persona, de la que desconocemos su cara y su filiación… Metáfora fina donde las haya.

Por último, Unidos Podemos pergeña un cartel con el que han conseguido perder el favor de todos los diseñadores gráficos del país. Como es tiempo de austeridad -habrán pensado- reaprovechamos las fotos de la campaña del 20D y con un poquito de photoshop las hacemos pasar por ilustraciones cuquis de Paula Bonet o de cualquier otro artista hipster, que ahora eso se lleva mucho. El resultado, en el que Pablo Iglesias luce camisa blanca -no se sabe si de Alcampo o de comercio justo, que sería lo suyo- es una mezcla entre el póster promocional de una comedia romántica y el remate de una falla valenciana -¿o a la valenciana?

Con las entrañas repletas de desasosiego, como cantaba Ana Belén hace más de treinta años, estamos inmersos en una nueva campaña electoral tras la que estos señores de radiantes camisas blancas, en quienes tenemos depositadas nuestras esperanzas, deben buscar espacios, como prosigue la canción, donde entendernos sin destrozarnos, donde sentarnos y conversar. ¿Os imagináis si al final, una prenda simple, una humilde camisa blanca, sirve de excusa para el consenso? Ojalá la moda fuera el camino de nuestra salvación.