El pasado viernes descubrí que lo que yo siempre había considerado sexto sentido podía no serlo. Las responsables de que me replanteara ese concepto fueron las especialidades de cervezas Alhambra, que caté en el taller de degustación dirigido por la sumiller Eva Pizarro.
Cata de Cervezas Alhambra, Taller de los sentidos. Foto: D.Poliakoff
Hace unas décadas, la actividad frenética y el estrés eran considerados signos de éxito entre l@s yuppies, revestían de atractivo a l@s ejecutiv@s enfundados en esos trajes con los que, según la publicidad de la época, podías saltar el plinto o todas las vallas de un estadio olímpico; pero afortunadamente, con la llegada de los movimientos slow, el wellness, el rescate del yoga ibérico -o siesta- y el oriental, hemos vuelto a un punto hippie desideologizado y de buena reputación.
El compromiso de Alhambra que nos reta a parar más y vivir más ha convertido al tiempo en ese sexto sentido que, como afirma, multiplica a los otros cinco y nos ayuda a disfrutar de la vida en todos sus matices. En debida coherencia, las especialidades del Taller de los sentidos fueron maridadas por la mano del chef colombiano de Origen Clandestino, Junior Franco, ahora en la taberna Paraíso Travel, mientras impulsa su creatividad gastronómica hacia nuevos proyectos.
Cata de cervezas Alhambra. Taller de los sentidos Foto: D.Poliakoff
Tras perfumarnos la piel con aroma de cereales y alcohol, pasamos a saborear canónicamente los granos de cebada en tres puntos de tostado diferentes, de más suave y blando a más duro e intenso y empaparnos del aroma del lúpulo. Y ahí vino la fase más Grey que, aunque temida por quien fue a la peluquería esa mañana, fue la más excitante: cita a ciegas en crescendo con las tres cervezas.
Cata de Cervezas Alhambra, Taller de los sentidos. Foto: D.Poliakoff
Una vez resuelta la parte más técnica en estado puro, que nos dotó de los recursos necesarios para disfrutarlas sobre el terreno, comenzó la fiesta en torno a la mesa. La Alhambra especial (dorada, notas de cereal tostado y un sabor equilibrado con un carácter dulce balanceado con el aroma de lúpulo y un contrapunto amargo) acompañó o fue acompañada de tapa de mejillón, aguacate, cacahuete y suquet de tomate verde.
Cata de Cervezas Alhambra, Taller de los sentidos. Foto: D.Poliakoff
La Alhambra reserva 1925 (ambarina, de aroma intenso pero con la sutileza floral del lúpulo Saaz, que aporta también notas terrosas y especiadas, típicas de las lagers europeas y pilsners bohemias; intensa y refrescante) bailó con el pescado; por último, la Alhambra reserva roja (inspirada en el estilo tradicional Bock y las red ale, llena de matices, mezcla de cereal tostado y manzana verde, potente, voluptuosa y que da lugar a sabores de cereal tras el primer trago intenso) sedujo a la tapa de ternera y fideos de apio, con la que el chef Junior Franco coronó un match perfecto.
Cata de Cervezas Alhambra, Taller de los sentidos. Foto: D.Poliakoff
Y si lo que habéis leído os parece inmejorable, debo añadir que los seis sentidos se pusieron a prueba con las obras de cuatro artistas que se expusieron en el espacio singular, que será el próximo showroom de los interioristas de Cosín estudio y que disfrutamos durante El taller de los sentidos, algunas de ellas creadas en exclusiva para Alhambra.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!