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El día que “Juego de Tronos” se disfrazó de “Perdidos”

En Pérdida de series, Cine y Series miércoles, 15 de junio de 2016

Emilio Doménech

Emilio Doménech

PERFIL

Jack Bender dirige el episodio más emocional de la serie épica de HBO hasta el momento: “The Door”.

En la televisión, y en el cine, existen instantes que pertenecen al infinito. La mayoría de ellos son conclusiones coherentes de viajes de personajes conocidos: la despedida definitiva de la madre, el encuentro climático de los amantes o el sacrificio necesario del guerrero. Como cuando en Perdidos Jack le pedía a Kate que había que volver o Charlie escribía en su palma Not Penny’s Boat antes de morir.

Otros, en cambio, apelan a la revelación tardía y contenida para aunar las emociones en un solo clímax; el más doloroso, el más lacrimógeno. En el capítulo “The Constant” de Perdidos, aprendíamos qué tuvo que sacrificar Desmond para viajar al futuro (al amor de su vida: Penny) y por qué una llamada de teléfono podía tener consonancias emocionales tan relevantes para un personaje como el suyo (Penny, en el pasado, nunca respondió sus llamadas tras abandonarle).

No era únicamente que por fin Desmond, o cualquier otro perdido, podía comunicarse con alguien lejos de la isla, sino que era Penny quien respondía la llamada de Desmond. Y pese a las decenas de horas previas de Perdidos, era un capítulo de 40 minutos el que justificaba la importancia de esa llamada de teléfono. “The Constant” daba información suficiente para que el final, tan sorprendente en su sencillez, fuera justo con los personajes y sumamente conmovedor en su contexto. Y vaya si lo fue.

Juego de tronos, que en ningún caso ha tenido finales emocionales y sí cierres épicos y criminales, ha seguido la tesitura de “The Constant” y deja esta semana el que sin duda es su episodio más emotivo: “The Door”, en el que lo apuesta todo a Hodor.

Hodor era un personaje secundario ligado a un modelo arquetípico muy básico: el corpulento compañero de viaje de un heredero que sólo sabe pronunciar una palabra. Era fácil suponer que un trauma infantil o un accidente le habían dejado en la condición que le caracteriza. Y su idiosincrasia, ejemplificada con esas muestras tan humildes de felicidad, enfado o tristeza que se escondían tras los distintos balbuceos de la palabra Hodor, era ya parte de un imaginario de Juego de tronos que incluso los menos adeptos podían reconocer.

Pero una anécdota tan insignificante bien puede darse la vuelta y volver con más fuerza que nunca. Las no-respuestas de Penny acabaron en una de las llamadas telefónicas más icónicas de la televisión y dos sílabas (Ho-Dor) han dejado uno de los sacrificios más hirientes que puedan recordarse.

Encapsulados en apenas un flashback y tres palabras al viento (Hold. The. Door.), los instantes que cierran “The Door” dan relevancia al altruismo de un personaje que creíamos leal por su ineptitud, y no por un sacrificio al que se comprometió desde la niñez. Y todo pese a que no fuera Hodor quien decidiera descartar el futuro que tenía delante y sí un Bran que, entre lágrimas, toma posesión de su amigo a sabiendas de lo que ello significa: que el destino ya está marcado y que es su inevitable elección al hacer de Hodor su marioneta la que condenará a su compañero para el resto de su vida.

Hodor

Y es en esos tres planos tan devastadores en los que unos se alejan y el otro permanece, tanto en la puerta como en el suelo, en los que la realización de veras se ensaña. No para matarnos a lágrimas, que también, sino para que tengamos tiempo a dar molde a la concentración de emociones de un personaje que merecía ser despedido a la altura de su valía. Porque Hodor no aguanta la puerta porque Bran le controle; Hodor aguanta la puerta porque es lo que su balbuceo había pregonado desde el principio. Llega un punto en el que ni siquiera sus ojos están en blanco. Hodor es ya dueño de su destino; uno al que se había comprometido y la razón por la que nunca se separó de Bran. Porque llegado el momento, sólo él podía responder a las palabras de Meera: Hold the door.

Un cierre tan sencillo y heroico sólo hace que confirmar a Juego de tronos como el hito que le creíamos ser. Claro que Juego de tronos no es sólo un hito televisivo, Juego de tronos ya es historia viva de la televisión.

PD: Y sí, tanto “The Door” como “The Constant” fueron dirigidos por la misma persona: Jack Bender.

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