Quizá el exceso de cautela y preocupación no sea muy saludable… quizá asumir riesgos, convertirnos en aventureros y exploradores o salir de nuestra zona de confort tampoco lo sea, pero nos abrirá caminos para aumentar nuestro conocimiento y experiencia.
“Si estás vivo, respiras. Si respiras, hablas. Si hablas, preguntas. Si preguntas, piensas. Si piensas, buscas. Si buscas, experimentas. Si experimentas, aprendes. Si aprendes, creces. Si creces, deseas. Si deseas, encuentras. Si encuentras, dudas. Si dudas, preguntas. Si preguntas, entiendes. Si entiendes, sabes. Si sabes, quieres saber más. Si quieres saber más, es que estas vivo”. (National Geographic)
Siendo la mano un soporte minúsculo para tanta sabiduría desperdigada por el mundo, su capacidad bastaría para ayudarnos, a efectos nemotécnicos, a coordinar una estrategia que nos permita conseguir nuestras metas. Estoy convencido de que lo sencillo se nos sigue olvidando y esperamos que sea lo complicado lo que resuelva los problemas. Grandes cursos de estrategia, de metodología, de coaching, de teoría de sistemas, etc.
La curiosidad de querer explorar, investigar y aprender aquello que por algún motivo sobresale del ambiente es lo que nos lleva a tener un crecimiento mayor que el compañero, quien sentado en el sillón de su casa cumple las normas, hace lo que toca y dice lo que debe.
“Qué” nos llevaría a establecer los objetivos que pretendemos. “Cómo” nos permitiría descubrir las formas y maneras para adentrarnos en una nueva aventura. “Cuándo” nos exigiría establecer una planificación adecuada del resto de todas las preguntas. “Dónde” exploraría el convencimiento en el análisis de las situaciones. “Quién” respondería a los socios necesarios para el camino a discurrir. Evidentemente, sólo cinco dedos de una mano. Cinco preguntas sencillas que trabajar y responder. Qué, cómo, cuándo, dónde y con quién.
Y “Cómo”, la esencia que mueve toda la consecución de objetivos, el “Porqué” racional que justifica la puesta en marcha de todos los medios que mueven los interrogantes y, finalmente, “Para Qué, nos mostraría los resultados emocionales y efectivos de toda nuestra puesta en escena. La palma y el dorso de la mano.
Los interrogantes reclaman información y la curiosidad nos permite asumir riesgos controlados para descubrir todo aquello que necesitamos para crecer algo más que el resto, que se atiborra a aceptar el saber hacer de esta sociedad conformista.
Que el tiempo pasado se fue y no volverá es una garantía de que ya nadie, salvo algunos pocos, se quedaran ahí. El mejor programa para vivir en estos tiempos de cambio podría ser conocerse a sí mismo a través de la curiosidad que nos ayude a respondernos a esas siete preguntas básicas en cada circunstancia importante en nuestra vida.
Y, como decía Einstein, ¡es un milagro que la curiosidad sobreviva a todo lo que nos están enseñando!
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