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Cuando la alta costura se hace la sueca

En Lifestyle lunes, 9 de noviembre de 2015

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

Lo de H&M y sus ilustres invitados comenzó como una transgresión, se ha convertido en una tradición y tiene visos de acabar siendo una broma.

El gigante sueco de la distribución de moda a escala planetaria, ese cuyas siglas son las mismas que las de los lavabos de hombres y mujeres, acaba de poner a la venta la colección cápsula que Balmain ha desarrollado para él. Una vez más, las colas se han formado frente a los establecimientos, mientras las redes sociales se han llenado de fotografías en las que unos enseñaban sus adquisiciones y otros las envidiaban. O sea, lo mismo de cada temporada, ya sea Lagerfeld, Stella McCartney o Lanvin la firma invitada.

La extraña pareja entre la marca escandinava y los grandes maestros de la aguja no es fruto, como aseguran, del amor por democratizar la moda: es un matrimonio de conveniencia. Entre muchos otros beneficios, la primera busca envolverse de ese halo de unicidad y de autoría del que adolece su fast-fashion y los segundos aprovechan la oportunidad para exhibirse en una red amplísima de puntos de venta. Ambas partes, a su vez, consiguen impactar sobre audiencias más amplias que las que les son naturales. ¿Quién ajeno al business conocía Maison Martin Margiela antes de su escarceo con los suecos? ¿Quién presumía de comprar en H&M?

Este win-win perfecto, sin embargo, genera situaciones esperpénticas cuando se materializa. Sin excepción, cada marca invitada se ha parodiado a sí misma y ha puesto a la venta versiones torticeras de sus productos más populares. Así lo habrían cantado Las Bistecs si le hubieran dedicado a la moda en vez de al arte su gran hit: “Versace y el dorado (qué pesao), Wang y el neopreno (qué pesao), Karl y el blanco y negro (qué pesao)”.

Balmain HM

Los Caballeros del Zodiaco, versión sueco-francesa.

¡Tanto que nos quejamos cuando don Amancio adapta lo que ve en las pasarelas y lo comercializa al poco tiempo con su marca! ¿Acaso no son estas prendas de Balmain para H&M una fotocopia chusca de las auténticas, pero con el beneplácito de la firma original? Si se me permite el símil nos están vendiendo en un concesionario Dacia unos aparentes descapotables de Porsche, pero pintados de un rojo menos electrizante, con el motor de una scooter y tapicería de polipiel.

Aclaremos entonces la situación. Por el triple de su valor habitual y con la connivencia del autoplagiado, compramos purpurina, no hilos de oro; poliéster, no seda; producción seriada, no edición limitada; H&M, no Balmain. Perdemos, además, la experiencia de compra, el principal valor añadido del lujo. Estamos rozando solo con la punta de los dedos el universo de la maison francesa y, a pesar de todo, hay muchos a quienes les basta. Yo, para comprar en Hennes & Mauritz, prefiero no hacer cola.

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