Nos conformamos con ver pequeñas realidades y les damos caracter de universo, nos limitamos y encerramos en ellas. Otros crecen sin límites como si tuvieran super poderes.
Ayer me veo en una discusión de lo más peregrina. No consigo entender la manera de ver la vida de mi adversario. Y extrañamente, él no entiende absolutamente nada de lo que le digo. Me escucha o me oye, no sé, asiente con la cabeza y contraataca con el mismo argumento que ha esgrimido en toda la conversación.
Ahora que están tan de moda las hojas de ruta, los mapas, los territorios, he entendido por qué los mapas no son el territorio, por qué no vivimos la realidad, sino que elaboramos conceptos mentales que les damos carácter de realidad.
Ahora entiendo por qué un elefante de 8.000 kg, no le da una patada a la cadenita que le sujeta la pata y sale corriendo.
En general, nos conformamos con ver pequeñas realidades y le damos carácter de mundo entero, nos limitamos y encerramos en ellas hasta que la muerte nos separe. Sin embargo, cuando alguien ha sido un poco más listo y se ha dado cuenta de ello, ha crecido sin límites y todos hemos pensado que era superman y que tenía todos los superpoderes de los héroes del comic. Otros han pensado… ¡vaya suerte que tiene!
Tanto tiempo pensando que Henry Ford estaba tonto cuando decía “tanto si crees que puedes como si crees que no puedes estas en lo cierto”…. Y ahora solo puedo decir .…¡Cuánta razón! Las creencias te encarcelan en un determinado mapa o te potencian hacia la totalidad del territorio. Estaba claro que por eso este hombre hizo lo que hizo.. ¡sabía de creencias!
La vida es dura, los hombres son un desastre, las mujeres son débiles, la gente es amable, los gatos son peligrosos, la vida es sacrificio, hay que aprender con esfuerzo, tienes que ganarte la vida, las mujeres me abandonan, nunca tendré dinero, los hombres no lloran, la muerte es dolorosa….. existen infinidad de creencias que cada uno tenemos instaladas en nuestro inconsciente y que sacarlas a la luz va a resultar un trabajo arduo.
Al elefante, de pequeño, le ataron con una cadena. Cuando después de luchar días y días por soltarse vio que era imposible, pensó “no vale la pena luchar más porque no me puedo escapar” y de esta forma se tragó una creencia para toda la vida, algo que no se planteará nunca más porque para él tiene carácter imperativo.
A nosotros nos pasó algo similar con cualquiera de las creencias que tenemos instaladas y que nos funcionan cada día, de cada mes, de cada año y de toda nuestra vida, a no ser que hagamos algo para cambiar este proceso que nos puede o limitar o potenciar hasta el infinito y más allá.
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