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Christina Rosenvinge: Intimidad pública

En Música jueves, 16 de abril de 2015

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

Christina Rosenvinge presenta esta semana Lo nuestro, su estupendo nuevo álbum, en Barcelona y Valencia.

Es mujer. Tuvo un pasado post adolescente (con el que se dio a conocer) durante el que hizo bandera del pop chicle de radiofórmula. Y siempre supo rodearse de buenas compañías. Los tres factores son obvios, sí. Pero la conjunción de los tres también sirve para explicar por qué todavía, a estas alturas de la película, hay quien ve a Christina Rosenvinge con cierto recelo. Como si su obra no justificase con creces que se la considere una de las figuras preeminentes del pop y el rock independientes de este país.

Su nuevo álbum se llama Lo nuestro (El Segell del Primavera), ha contado con la coproducción y las guitarras del incansable y siempre certero Raül Fernández (Refree, Silvia Pérez Cruz), y es un nuevo paso en la misma dirección por la que transita desde hace años: la de una forma poco complaciente de entender la creación rock, formada a partes iguales de candor y turbación, de miel y de hiel. Pero siempre mirando hacia adelante, sin demasiadas concesiones. La portada, por cierto, es un diseño de la valenciana Paula Bonet.

El disco es el primero que publica tras su salida de Warner y la recapitulación que supuso Un caso sin resolver (Warner, 2011), el trabajo en el que agrupaba lo más destacado de su producción hasta entonces. Lo nuestro dispone de bases electrónicas gélidas, guitarras eléctricas cortantes y melodías inquietantes. Apuesta por prolongar un sello reconocible pero, al mismo tiempo, lo lleva un poco más allá. Es un trabajo inspirado y singular, que augura sensaciones intensas sobre los escenarios.

Otro firme paso más en la carrera de una mujer cuyo trayecto creativo cambió el día en que conoció a Lee Ranaldo (guitarrista de Sonic Youth), a mediados de los 90. Fueron él y otros músicos norteamericanos quienes le infirieron el impulso para desmarcarse de casi todo lo que había hecho hasta entonces (Álex y Christina y Christina y Los Subterráneos, fundamentalmente). La maniobra se concretó en la llamada trilogía neoyorquina, formada por Frozen Pool (Smells Like Records, 2001), Foreign Land (Smells Like Records, 2002) y Continental 62 (Smells Like Records, 2006). Discos en los que viró hacia el inglés (aunque aún lo compatibilizaba con el castellano) y en los que sus canciones comenzaron a adoptar las formas que han marcado su carrera en los últimos años.

La última década nos la ha mostrado sumando fuerzas junto a Nacho Vegas (con quien mantuvo una relación sentimental) en el disco Verano Fatal (Limbo Starr, 2007) y despachando álbumes tan rotundos como Tu labio superior (Warner, 2008) o La joven Dolores (Warner, 2011).

Lo nuestro se presenta en sociedad este mismo 16 de abril en L’Auditori de Barcelona, el 17 en el Espai Rambleta de Valencia y el 30 de abril en el Teatro Lara de Madrid, antes de continuar con la gira que llevará a Rosenvinge durante el mes de mayo por Santiago, Pontevedra, El Ferrol o Zaragoza, con parada final en el Primavera Sound.

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