En el festival de Berlín hemos vivido un déjà vu con el estreno, fuera de competición, de ¡Ave, César!, ya que parece ayer cuando los hermanos Coen trajeron su remake del western True Grit a la Berlinale 2011 para inaugurar el certamen. Un poco decepcionante, a pesar de las interpretaciones muy entregadas de Jeff Bridges y la debutante en la gran pantalla Hailee Steinfeld. Esta vez, sin embargo, los hermanos han vuelto para reunir un elenco de estrellas que sugiere alusiones a su oscura sátira Barton Fink, de 1991, una película que también ponía el foco en la industria cinematográfica del Hollywood clásico, metaestilísticamente. ¡Ave César! se sitúa en el Hollywood en los años cincuenta, en clave de comedia, y observa desde dentro la “fábrica de sueños”.
Josh Brolin interpreta a Eddie Mannix, un ejecutivo que trabaja en uno de los grandes estudios, soportando diariamente las políticas internas, la corrupción y la locura. A veces, sin embargo, llegan a superar al hombre de familia coriáceo, que lo ha visto todo, y cuando la estrella (George Clooney) de un monumental filme épico titulado ¡Ave, César! desaparece de repente, en lo que se teme un secuestro, la película cae en peligro y dos periodistas sensacionalistas (dos hermanas, interpretadas por Tilda Swinton) se disponen a exponer el escándalo. Con un equipo de apoyo que incluye también a Scarlett Johansson (sin duda, como Lana Turner) y a Ralph Fiennes como director afeminado, el filme basa la diversión en los usos del star system y los diferentes géneros cinematográficos (con escenas musicales, de western y cine negro). ¡Ave, César! es visualmente brillante y meticulosa en su descripción de la mitología del Hollywood de la época, sin olvidar a los simpatizantes comunistas víctimas del macartismo y las listas negras de estrellas.
En los últimos años, la Berlinale ha desplazado sus ponderaciones a las películas populares y con grandes estrellas que visitan el festival, casi imitando al propio Hollywood, al estilo de Cannes. George Clooney, que ya ha aparecido en comedias de los hermanos Coen, como O Brother (2000) y Quemar después de leer (2008), ahora tiene un estatus como actor y director con oscilaciones interesantes, al que se suele apreciar como una estrella y símbolo sexual. De hecho, su papel como actor tonto en una película ambientada en la antigua Roma, dentro de una película, es tan convincente, a pesar de sus conocidas indirectas al personaje real y el ideario político de sus películas, que parece que los chistes fracasen involuntariamente, para hacerle parecer (en esta ocasión, al menos) un actor bidimensional.
En la rueda de prensa posterior a la proyección de ¡Ave, César!, también hubo ecos de los años anteriores en las preguntas de los periodistas internacionales, la mayoría de habla inglesa no nativos. Las preguntas fueron, de nuevo, en repetidas ocasiones, tanto aduladoras, ¡George eres maravilloso … Te Amo! como sin relación al filme, referidas a las preocupaciones del mundo contemporáneo y a las presiones que padecen las estrellas para que influyan internacionalmente, o incluso ayuden al país de un periodista específico. Mientras los hermanos Coen encajaban los elogios y las preguntas incómodas, Clooney y Josh Brolin mostraban su cansancio, este último llegando a maldecir por lo bajo, siendo involuntariamente captado por su micrófono.
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